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Reflexiones con motivo del Covid-19

La naturaleza es parte esencial de nuestro ser, no una cosa-objeto que podemos manejar arbitraria y despiadadamente.

22 de febrero de 2021 Por: Vicky Perea García

Me ha llegado a mi correo un escrito en forma de reflexiones sobre el Covid-19 de un libre pensador argentino, maestro, filósofo, místico contemporáneo, que nos daría tema para pensar lo que debemos hacer como inmediato si hemos sabido leer quién nos habla, y sobre qué nos está hablando este inmenso signo por el cual estamos hoy tan contagiados en todo.

Dice el pensador: “Creo que este virus que está asolando el planeta es en sí mismo un grito profético de la misma tierra que se está quejando de lo mal que la tratamos, por considerarla un mero bien utilitario que nos produzca placer, poder y consumo ilimitado”, cosa a la que ya se refería el papa Francisco el 27 de marzo del 2020 cuando en la soledad de la plaza de San Pedro al hablar de la tempestad producida por esta pandemia en la humanidad, decía: “No nos hemos despertado ante las guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo”.

La naturaleza es parte esencial de nuestro ser, no una cosa-objeto que podemos manejar arbitraria y despiadadamente. “El Hombre es una tierra que camina”, Atahualpa Yupanqui. Tenemos que hablar con nuestra madre naturaleza, tenemos que dialogar con nosotros mismos.
En su emblemática encíclica ‘Laudato Si’ como en el saludo por la paz No:54 del 2021, nos recuerda el papa Francisco, el deber de cuidar, defender la naturaleza, la creación, como de la misma manera ser custodios los unos de los otros, responder por nuestros hermanos.

El gran ideal de la humanidad, la hermandad, la fraternidad, el sentirnos escuchados, aceptados, el reconocernos que ‘”todos somos hermanos”, es el urgente grito que sale del confinamiento producto de la pandemia.

Como lo dijo el padre Teilhard de Chardín: “En el ser de cada hombre laten la piedra, el mar, el sol, el ave, el árbol, las estrellas. Y todos nos necesitamos, como una mano y la otra, como un ojo y el otro, como un varón y una mujer. Todo está ligado, relacionado, mancomunado y es Cristo, el Alfa y el Omega que lo atraviesa todo, lo une todo”.

Al respecto nos enseña Leonardo Boff, gran profeta, del respeto a la naturaleza, al hombre: “El virus no cayó del cielo; vino como un contraataque de la Tierra, considerada como un súper sistema vivo que siempre crea y se auto-crea, y se organiza para mantenerse vivo y producir todo tipo de vida existente en este planeta. El contexto del virus, casi nunca citado por los analistas de las redes de comunicación, es el sistema anti-naturaleza y anti-vida. Este sistema de producción y de consumo asalta despiadadamente la naturaleza, saquea sus bienes y servicios y destruye el equilibrio de la tierra”.

Este virus nos está diciendo que nuestra ‘calidad de vida humana-relacional’ está muy deteriorada, que ya está al borde del colapso.
Que el deseo de poder no anule el poder del amor, que nos convierta en seres humildes, de la tierra, del humus, este virus nos ha vuelto a poner a pensar en lo que decía Eric From: ¿Tener o ser? Y entonces volvamos a Jesús: “¿De qué le sirve al hombre ganarse el mundo entero si pierde su alma?”.