La esperanza de los pobres

Nuestros males no se curan con dinero, recobremos el sentido de humanidad, de fraternidad, eso se logra con amor.

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26 de ago de 2022, 11:40 p. m.

Actualizado el 18 de may de 2023, 05:01 a. m.

Inicio mi opinión hoy, trayendo las palabras del Salmo 9,19, con las cuales inicia el papa Francisco su mensaje para la tercera jornada mundial de los pobres en junio de 2019, y lo hago, porque estas palabras y el mensaje de ese momento se vuelven muy actuales hoy en día, ya que expresan una verdad profunda que la fe logra imprimir sobre todo en el corazón de los más pobres: devolver la esperanza perdida a causa de las injusticias, el sufrimiento y la precariedad de la vida; ese es el grito de una humanidad muy enferma y de un planeta lo mismo, que se nos viene hablando desde el estallido del Covid-19, y que nos ha hecho pensar que nos necesitamos los unos de los otros para sacar nuestra existencia adelante.

Y recuerdo una frase muy repetitiva de la Madre Teresa, y que con angustia la ha recordado el papa Francisco últimamente con la guerra que tiene enfrentados a Ucrania y Rusia que todavía subsiste y que la debemos escuchar nosotros en nuestra Patria, y en especial todos aquellos que han mantenido un enfrentamiento armado y que hoy parecieran retomar conversaciones para llegar a la paz y es esta: “No necesitamos armas y bombas para llevar la paz, necesitamos amor y la compasión”.

A las puertas de un restablecimiento de conversaciones con el Eln, cuando se inicia el cuatrienio de un gobierno de izquierda, como los son la mayoría de los movimientos alzados en armas y que tiene como prioridad acabar o por lo menos hacer una lucha frontal contra la pobreza que tiene a mucha de nuestra población aguantando hambre, que tengamos la valentía de pensar diferente, no dependientes de la economía que no nos ha hecho el mejor bien por el abuso de ella y la falta de ética en su compromiso, y pensemos con sentido verdaderamente humano y la pongamos así: a la economía al servicio del hombre y no al hombre al servicio de la economía, para ello vuelvo a otra frase de la Madre Teresa, pronunciada en Harvard: “La falta de amor es la mayor pobreza”.

Por supuesto que todos queremos la paz, es una necesidad, es un derecho, por eso no se debe negociar a ningún precio, se debe dialogar de tal manera que sin excluir a nadie caminemos juntos, colocando nuestros pensamientos y mirándonos a la cara, para entendernos, no como enemigos, sino como hermanos de una misma familia en la cual todos ponemos como el administrador del Evangelio todos los talentos para dar los mejores frutos y así poder construir una paz estable y duradera. El dinero solo puede comprar cosas materiales. Pero se necesita algo más. Nuestros males no se curan con dinero, recobremos el sentido de humanidad, de fraternidad, eso se logra con amor.

La ciencia más grande que existe en el mundo, en el cielo y en la tierra es el amor, busquemos quien nos la enseñe, quien nos abra el corazón y la mente para que la aprendamos y así vivir con dignidad, para estar en libertad y en paz.

Sacerdote, párroco en María Madre de la Iglesia en Vipasa y Prados del norte, fue director del Centro de Investigaciones de la Arquidiócesis de Cali, profesor de Teología en el Seminario Mayor San José de Panamá, y párroco en Buga y en Cúcuta. Escribe para El País desde 1999

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