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Túnel del tiempo

La última vez que hubo un rumor de túneles en el pueblo...

19 de septiembre de 2016 Por: Jorge E. Rojas

La última vez que hubo un rumor de túneles en el pueblo fue en la época en que los pueblos morían de miedo bajo la sombra del narcotráfico y sus patrones. Para entonces, el de Cartago, se llamaba Hernando Gómez Bustamante y le decían Rasguño en razón de una herida y una respuesta de guerra: cuando era mozalbete un balazo le rozó la cara y él le quitó todo el traumatismo a la herida diciendo que apenas había sido un rasguño. Y la cicatriz se le quedó como apodo.A traquetiar Rasguño empezó temprano, contó él mismo en una entrevista televisiva que dio en el 2008, antes de que lo extraditaran a los Estados Unidos. Ahí dijo que de la mano de un tío conoció la Sierra Nevada de Santa Marta en la época de la marimba, y que los 18 años ya tenía independencia económica. Empezó como la mayoría: primero mensajero, conductor, luego escolta. Trabajó al lado y para José Orlando Henao, El Hombre del Overol, asesinado en 1998 en La Modelo de Bogotá. Según un informe de la Revista Semana, a partir de entonces Rasguño terminó de consolidar su poder. Solo entre lo que las autoridades le incautaron en zona rural de Cartago, cuenta la revista, tenía 3.800 hectáreas de tierra: el equivalente al 58% del área cultivable del pueblo.Los trabajadores del patrón, entonces, hacían lo que se les daba la gana. Fue allí donde ocurrió el episodio del matoncito que sacó de la tumba a un amigo para llevarlo de fiesta por el pueblo. Al matoncito le decían Diarrea y el recorrido terminó en la chuletería de la Calle 14 con 11, donde un mesero acabó pagando los platos rotos: a la hora de tomar los pedidos de la comida y pasar por el lado del muerto, el pobre le apuntó una orden de chuleta creyendo que por la chuleta es que lo habían llevado al restaurante; pero lo que consiguió fue que Diarrea le diera una tunda de cachazos frente a todo el mundo. Silencio. Hasta muchos años después cuando el capo ya estaba tras las rejas, una fresa maduró en sapo, y la anécdota se convirtió en escena cómica de la narco-televisión.Tuvieron que pasar muchos años, muchos, para que más o menos le encontráramos alguna gracia a todos los años de mierda que nos dejó el narcotráfico. Sangre. Muertos. Miedo. Antes solo fue miedo. Entre un edificio de la Carrera Tercera de Cartago y un parqueadero de la Carrera Primera, se rumoraba que Rasguño tenía un túnel conectando ambas propiedades. La leyenda dice que el socavón no solo le servía para escabullirse sino para torturar y evacuar los restos de sus víctimas. Desde ese tiempo, el tiempo de esa rata, que en Cartago no se sabía de túneles.Hasta la semana pasada, cuando tres cráteres fueron encontrados en el hospital San Juan de Dios. Según la Gobernadora, uno terminaba en una bodega donde hallaron “laparoscopios, gran cantidad de dinero, material quirúrgico, medicamentos, computadores, sillas de ruedas y otra serie de elementos médicos que debían haberse utilizado para darle salud a los nortevallecaucanos”.Para ponerle moño al caso, a los minutos de que el comandante de Policía de Cartago dijera en rueda de prensa que estaban investigando, en las redes sociales se filtró un supuesto comunicado interno de la institución que contradecía las denuncias. Lo más controversial es que allí se aseguraba que los huecos no conducían a ninguna parte. Pero según la Policía no hay nada cierto en aquello.Ojalá. Aunque da igual. De aquí en adelante lo importante no es esa discusión de tan pocos metros. Lo importante es que sigan cavando, que sigan el rastro de lo que acaban de encontrar, así sean grietas. Que no salgan con un chiste. Que cierren el túnel del tiempo. Al otro lado hay una, o varias ratas, ratas igual de ratas, queriendo regresar.