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Un día de estos

Es inconcebible que personas caleñas y vallecaucanas actúen sin ética, valiéndose de la politiquería para dispensar contratos en un entramado de influencias, parentelas y amiguismos.

28 de septiembre de 2022 Por: Helena Palacios

Cuando se evoca la ciudad de la infancia se recupera la sensación del pasar alegre y tranquilo de su gente, al amparo de una amable arquitectura y la naturaleza magnífica de Cali. Bajo el Puente Ortiz corría un vigoroso río de agua clara que en torrente descendía por los escalones de sus bóvedas. Por el mismo se bajaba a la oficina de correo postal en el Edificio Gutiérrez, donde confluyeron misivas con noticias y anhelos que cruzaron fronteras. Se creyó que desde esa imagen idílica crecería la urbe sin que nada nunca pudiera afectar su futuro, menos aún por lances de quienes deberían velar por ella.

Ahora cuando se tambalea la primera autoridad de la administración municipal por sus contrataciones y las de las Empresas Municipales de Cali, orientadas a eludir los principios de selección objetiva y justo precio, se extraña los tiempos de la decencia y honestidad de muchos de sus dirigentes; a estos y a contratistas, profesionales y trabajadores con espíritu cívico y afecto por su tierra se deben tantas obras y servicios públicos en beneficio exclusivo de la población.

Es inconcebible que personas caleñas y vallecaucanas actúen sin ética, valiéndose de la politiquería para dispensar contratos en un entramado de influencias, parentelas y amiguismos. Priman sus intereses particulares y de quienes los secundan, en favores que tendrán que recompensar. Por fortuna existen certeros vigías que alzan su voz avizorando los asaltos a la ciudad. Sin desmayar, ante los indicios y hechos notorios elevan demandas con la esperanza de que un día sean atendidas por las autoridades de control. Los motiva el apego a Cali y el rechazo a la corrupción. También desde diversos sectores del país y medios de comunicación se han dado en estos días expresiones y protestas contra el Alcalde y su círculo, “todos a una como en Fuente Ovejuna”.

Hay ingredientes para inspirar una novela negra. Habría misterio, injusticia, corrupción de poderes políticos y violencia al tratarse de la destrucción de una capital y su asedio en diferentes flancos y momentos. Mas ningún asunto olvidó García Márquez de nuestro macondiano mundo. Un cuento perfecto, ‘Un día de estos’, abierto a la interpretación con humor y sarcasmo, es una metáfora del pulso, la tensión y la desconfianza entre dos poderes, el del Alcalde teniente, altivo, aquejado por el dolor de un absceso, que amenaza al dentista si no lo atiende, y el del dentista sin título, que renuncia a la violencia, se toma su tiempo y procede a lo suyo, sin anestesia.

Tras el acontecimiento hay un conflicto social que se lee por las actitudes de uno y otro. Las acciones del dentista en un tiempo lento para agudizar la espera y el dolor del alcalde, es su venganza: “Aquí nos paga veinte muertos”, pero cumple con su deber. Al decir “nos paga” habla por todos, por el colectivo, es lo popular enfrentado a lo institucional. El alcalde en su otra cara se acobarda, se agarra a las barras de la silla del consultorio, seca sus lágrimas, pero al terminar su martirio recupera su poder. Me pasa la cuenta dijo, ¿a usted o al municipio?, le pregunta el dentista, “Es la misma vaina”, responde.

Como todos los males es necesario extraerlos de raíz. En ello los representantes de organismos de control y fiscalización se juegan su prestigio y responsabilidad, serán medidos por sus decisiones y rendición de cuentas un día de éstos.

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