Regiones y empresarios
Los acuerdos para suprimir protección arancelaria son en gran proporción bilaterales, fruto de asimetrías importantes en las negociaciones.
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14 de jun de 2022, 11:35 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 04:48 a. m.
Las regiones son concepto ambiguo desde la perspectiva económica: puede referirse a los ámbitos que se pueden cubrir mediante el libre desplazamiento durante una jornada con propósito laboral. También puede cobijar áreas con ventajas comparativas relativas más o menos iguales, porque esta circunstancia legitima la formulación y ejecución de inversión pública consistente, para lograr crecimiento sostenido hasta que el mejor ingreso laboral ponga en crisis en la competitividad de la región y obligue a cambiar de actividad.
La primera acepción es consistente con la premisa de que todas las regiones del mundo compiten en la economía globalizada, en tanto que la segunda facilita la alineación de voluntades alrededor de propósitos.
El gran capital, a su vez, pierde identidad nacional cuando se llega a estados avanzados de desarrollo, como consecuencia de su libertad para fluir sin mayores barreras. Sus empresas compiten por el mercado; las determinaciones sobre dónde se ubican las inversiones para aumentar valor no tienen bandera.
Los acuerdos para suprimir protección arancelaria son en gran proporción bilaterales, fruto de asimetrías importantes en las negociaciones. De otra parte, la capacidad de quienes tienen a cargo la gestión empresarial para incidir en el gasto público puede tener origen en la financiación de campañas políticas, lo cual podría desembocar en decisiones inapropiadas e incluso socavar la democracia.
Sin perjuicio de lo anterior, los países de ingresos medios con economías cerradas y desempeño mediocre, como Colombia, todavía tienen identidad nacional en gran parte de su élite empresarial. Así las cosas, el atraso relativo puede ser fuente de ventajas comparativas durante una fase del desarrollo social y económico del país, en la que voluntades públicas y privadas se alinean para concertar las tareas que permiten el crecimiento rápido durante un tiempo.
Esa oportunidad no se debe desperdiciar. Los centros de pensamiento de los sectores privados regionales deben, por ende, ir más allá de aconsejar a lo público, e impulsar la integración alrededor de propósitos reflejo de visión compartida; en un esquema de esta naturaleza, el capital local invierte, genera empleo y consumo, corre riesgos y produce beneficios, con apoyo en educación e infraestructura desde lo público.
El primer paso es identificar oportunidades y amenazas, fortalezas y debilidades regionales, y plantear cronogramas para inversiones coherentes con planes estratégicos de largo plazo sujetos a revisión anual en forma sistemática.
Como la Constitución de 1991 restó papel a los departamentos, conviene impulsar su fusión, para devolverles espacio sobre bases racionales. En el Suroccidente sería conveniente promover la formación de vehículos de inversión para mejorar la gestión empresarial con herramientas de planificación, apoyo en gestión comercial, impulso a la productividad, y movilización de recursos financieros.
Al Valle del Cauca le correspondería asumir papel protagónico, dado el bajo nivel de ingreso de Chocó, Cauca, Nariño y Putumayo: sus empresarios podrían inyectar confianza en todos los estamentos alrededor de procesos eficaces, e impulsar la formación de nuevas directivas en lo público, dispuestas a trabajar por el reconocimiento y cultivar la ética. Después vendrán nuevos retos regionales. La alternativa es quedar al margen de la nueva economía global del Siglo 21.

Economista y abogado. Director de Crédito Público del Ministerio de Hacienda y Presidente del Banco Central Hipotecario (1991-1994). Escribe en el periódico desde hace siete años.
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