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Adiós al departamento

El Plan Nacional de Desarrollo de Iván Duque establece nueve grupos de unidades territoriales con capacidad de articulación para la asignación de recursos del gobierno central.

23 de diciembre de 2018 Por: Gustavo Moreno Montalvo

El Plan Nacional de Desarrollo de Iván Duque establece nueve grupos de unidades territoriales con capacidad de articulación para la asignación de recursos del gobierno central. Tiene sentido: la Constitución de 1991 estableció 32 departamentos.

Este fue el entierro de un concepto cuya desnaturalización comenzó con el desmembramiento de Antioquia, Tolima y el Cauca Grande, y continuó con la fragmentación de Bolívar, Boyacá, Nariño y Magdalena. El propósito de la partición original fue prevenir la recurrencia de guerras civiles, pero con el tiempo se estableció una relación perversa entre ciudades de cierta importancia y la condición de capital.

Las élites locales, al impulsar el acceso directo a la autoridad capitalina en un régimen centralista, aumentaron la burocracia pero cometieron el error de inhibir el desarrollo regional de más alcance que permitiría vincular de varias ciudades -región con afinidad vocacional para la provisión de infraestructura-, educación pertinente y deliberación sobre formas de aprovechar ventajas comparativas.

Adolfo Meisel, rector de la Universidad del Norte, exmiembro de la junta directiva del Banco de la República, y antes de ello director del Centro de Estudios Regionales del Banco en Cartagena, impulsor de estrategias para nivelar la Costa Caribe en servicios sociales con el resto del país, ha observado que la Constitución municipalizó el país. Un exgobernador del Valle ha dicho con agudeza que los gobernadores se desayunan y quedan más o menos desocupados; tienen tiempo para desperdiciar recursos con pretensión de impulsar proyectos para cultivar votantes, e interferir con los alcaldes, con el riesgo de cerrar puertas.

La verdadera autonomía regional es indispensable; en el Siglo XXI cabe la posibilidad de que una ciudad-región o un grupo de ellas se separe de las otras que conforman un país, e incluso se una a otro, con el cual no será preciso colindar sino tener posibilidades complementarias claras para mutuo beneficio. Así, si el valle geográfico del río Cauca decide no respaldar la cadena de valor de la caña de azúcar con ilusiones de que la suma de cultivos menores la puede reemplazar, es posible que deje de ser región agrícola por circunstancias naturales y cambiarias.

En ese caso, quizá la solución acertada es unir voluntades para conformar un sistema regional que provea servicio de residencia a la cuarta edad del primer mundo, donde las condiciones climáticas y salariales hacen muy costoso el servicio, en tanto que nuestra comunidad puede ofrecer su clima, cálido pero moderado, medicina de magnífica calidad con el apoyo de servicios personales de enfermeras bien calificadas, acceso fácil a vida cultural y deportiva, y comida deliciosa con costos bajos.

Si eso ocurriera, podría suceder que llegara una enorme cantidad de ancianos provenientes de, por ejemplo, Canadá, que el progreso de la región en educación se acelerara como consecuencia de la vinculación, y que las instituciones públicas allá se interesaran en el Valle y ofrecieran recibirnos tras la erupción de intenciones secesionistas ante el fracaso de Colombia como país y el éxito de la región. ¿Caben dudas?Adiós al departamento.

El Plan Nacional de Desarrollo de Iván Duque establece nueve grupos de unidades territoriales con capacidad de articulación para la asignación de recursos del gobierno central. Tiene sentido: la Constitución de 1991 estableció 32 departamentos.

Este fue el entierro de un concepto cuya desnaturalización comenzó con el desmembramiento de Antioquia, Tolima y el Cauca Grande, y continuó con la fragmentación de Bolívar, Boyacá, Nariño y Magdalena. El propósito de la partición original fue prevenir la recurrencia de guerras civiles, pero con el tiempo se estableció una relación perversa entre ciudades de cierta importancia y la condición de capital.

Las élites locales, al impulsar el acceso directo a la autoridad capitalina en un régimen centralista, aumentaron la burocracia pero cometieron el error de inhibir el desarrollo regional de más alcance que permitiría vincular de varias ciudades -región con afinidad vocacional para la provisión de infraestructura-, educación pertinente y deliberación sobre formas de aprovechar ventajas comparativas.

Adolfo Meisel, rector de la Universidad del Norte, exmiembro de la junta directiva del Banco de la República, y antes de ello director del Centro de Estudios Regionales del Banco en Cartagena, impulsor de estrategias para nivelar la Costa Caribe en servicios sociales con el resto del país, ha observado que la Constitución municipalizó el país. Un exgobernador del Valle ha dicho con agudeza que los gobernadores se desayunan y quedan más o menos desocupados; tienen tiempo para desperdiciar recursos con pretensión de impulsar proyectos para cultivar votantes, e interferir con los alcaldes, con el riesgo de cerrar puertas.

La verdadera autonomía regional es indispensable; en el Siglo XXI cabe la posibilidad de que una ciudad-región o un grupo de ellas se separe de las otras que conforman un país, e incluso se una a otro, con el cual no será preciso colindar sino tener posibilidades complementarias claras para mutuo beneficio. Así, si el valle geográfico del río Cauca decide no respaldar la cadena de valor de la caña de azúcar con ilusiones de que la suma de cultivos menores la puede reemplazar, es posible que deje de ser región agrícola por circunstancias naturales y cambiarias.

En ese caso, quizá la solución acertada es unir voluntades para conformar un sistema regional que provea servicio de residencia a la cuarta edad del primer mundo, donde las condiciones climáticas y salariales hacen muy costoso el servicio, en tanto que nuestra comunidad puede ofrecer su clima, cálido pero moderado, medicina de magnífica calidad con el apoyo de servicios personales de enfermeras bien calificadas, acceso fácil a vida cultural y deportiva, y comida deliciosa con costos bajos.

Si eso ocurriera, podría suceder que llegara una enorme cantidad de ancianos provenientes de, por ejemplo, Canadá, que el progreso de la región en educación se acelerara como consecuencia de la vinculación, y que las instituciones públicas allá se interesaran en el Valle y ofrecieran recibirnos tras la erupción de intenciones secesionistas ante el fracaso de Colombia como país y el éxito de la región. ¿Caben dudas?