El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Una gran decepción

La detención de Antonio Ledezma, alcalde de Caracas, es la señal definitiva...

21 de febrero de 2015 Por: Gustavo Duncan

La detención de Antonio Ledezma, alcalde de Caracas, es la señal definitiva que el régimen venezolano hace rato que traspasó los límites de la democracia. Así ocurran elecciones periódicas en Venezuela no hay garantías para la oposición ni respeto a los derechos básicos de las minorías. Bajo las justificaciones más burdas Maduro ha proseguido a reprimir a las principales figuras de la oposición al punto que hoy su gobierno no tiene ascos en sacarlos a culatazos de sus despachos y enviarlos a prisión.En sí la detención de Ledezma puede no decir nada nuevo sobre el deterioro de la democracia, hace rato que Venezuela dejó de ser tal. Sin embargo, tiene un significado simbólico importante en Colombia porque es una coyuntura que exige a las distintas fuerzas del espectro político a fijar una posición clara. Y no es solo una posición sobre los últimos acontecimientos en concreto sino sobre la visión que tiene cada una de estas fuerzas acerca de lo que deben ser las libertades políticas y el respeto a la contraparte.Por esa razón causa una gran decepción la posición asumida por una izquierda que se proclama democrática. El silencio, la ambigüedad y la justificación lanzan un mensaje preocupante sobre la verdadera vocación democrática de estos sectores. Si no hay una condena explícita a las actuaciones del régimen de Maduro la opinión deberá preguntarse si todas las movilizaciones y reclamos por la ampliación del sistema político no eran parte de una farsa.A finales del segundo gobierno de Uribe, cuando era claro que aspiraba a perpetuarse en el poder y traspasar el umbral del orden democrático, esta izquierda fue importante para advertir los abusos que se estaban cometiendo y los riesgos que se avecinaban. Las mayorías electorales de Uribe en ese entonces no significaban que tenía derecho a imponer las reglas del juego al resto de fuerzas políticas.Pero lo que pretendió hacer Uribe se queda en pañales si se compara con lo que ahora hace el gobierno de Maduro. Hay más de medio centenar de presos políticos, una treintena de alcaldes con juicio abierto y varios diputados de la Asamblea amenazados o destituidos. ¡La detención de Ledezma es el equivalente a que Uribe todavía continuara en el poder y ordenara a la Fiscalía ingresar a los trancazos en el despacho de Petro y capturarlo!Semejante arbitrariedad no se compadece con los tibios llamados a respetar el orden constitucional, a esperar a que la justicia indague más a fondo si se estaba fraguando un golpe o a tender puentes. Nada de eso. Si la izquierda es verdaderamente democrática debe proceder a condenar al régimen venezolano sin ningún tipo de atenuantes y dejar en claro que prácticas contra la oposición de ese tipo son inaceptables sin importar su procedencia ideológica.No se trata que mañana salgan a marchar con Pedro Carmona y la derecha venezolana. Se trata que lancen un mensaje a la sociedad que su compromiso con las reglas del juego de la democracia son reales. De lo contrario, más de uno, con toda la razón, empezará a preguntarse si acaso la izquierda no está utilizando las elecciones tan solo como un medio para hacerse al poder y acabar la democracia a punta de reformas y nuevas constituciones como lo hicieron Chávez, Kirchner, Correa y Morales. El silencio y la complicidad con lo de Venezuela es en el fondo una confesión de que sus pretensiones son autoritarias.