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Santos, el político

En las democracias el líder político rara vez se consagra como un...

14 de septiembre de 2013 Por: Gustavo Duncan

En las democracias el líder político rara vez se consagra como un productor de ideas. Su función es otra, la de interpretar las aspiraciones y estados de ánimo colectivos para ejecutar ideas ya existentes. En EE.UU. Reagan fue un presidente importante no porque se hubiera inventado las ideas neoconservadoras sino porque las aplicó en un momento que la nación reclamaba orden. Igual sucede con Obama, él no se inventó la agenda progresista. La historia lo juzgará por su capacidad de sacar adelante esta agenda.Cuando Santos inició su gobierno lanzó un mensaje interesante al proponer de manera inesperada una serie de políticas que contrastaban marcadamente con las ideas de su mentor, el expresidente Uribe. Para muchos las propuestas fueron un alivio ante el agotamiento propio de los ocho años de Uribe en el poder. No solo era que hubiera un cansancio de tanta línea dura y estigmatización sino que el clientelismo y la corrupción de la clase política que gobernaba con Uribe ya resentía a la opinión. Por algo fue la burbuja de la ola verde.Poner en la agenda la ley de víctimas y la restitución de tierras, componer las relaciones internacionales, nombrar tecnócratas en el gabinete y, sobre todo, cambiar el lenguaje de estigmatización fueron bienvenidos por amplios círculos. Quienes se entusiasmaron con la ola verde se alcanzaron a emocionar con los anuncios mientras que para los uribistas purasangres era una señal inequívoca de la traición que se venía.Pero muy poco de lo prometido se cumplió. Ahora que está a punto de acabar su primer periodo presidencial la mayoría de las ideas de gobierno quedaron solamente en eso, en puras ideas. Todas las apuestas se jugaron a la carta del proceso de paz con las Farc. Si sale bien Santos podrá disimular el fracaso de su agenda progresista. Si no, será imposible seguir escondiendo el mugre bajo la alfombra.La razón del fracaso de la agenda inicial de gobierno es que Santos es un pésimo político en el sentido que es incapaz de materializar sus propuestas. Ser político no es ser gerente. No se trata de administrar eficientemente una empresa. Se trata, por el contrario, de persuadir y comprometer a los actores de poder para materializar la agenda de gobierno. Esto implica desde negociar con caciques políticos y jefes clientelistas hasta reunirse con la mayor cantidad posible de fuerzas sociales para presionar a quienes tienen capacidad de tomar decisiones.Santos no ha hecho bien esta parte de la tarea. Tampoco ha sido capaz de rodearse con figuras duchas en el manejo menudo de la política. La señal más diciente de esta incapacidad es que después del retiro de Vargas Lleras del Ministerio del Interior el verdadero ministro de la política ha sido Roy Barreras. Nadie en el gabinete es capaz de sentarse con la clase política y las fuerzas sociales para comprometerlos con la agenda de gobierno.Por eso no es extraño que finalmente Santos se hubiera desplomado en las encuestas. Perdió la paciencia y la credibilidad de las propias fuerzas sociales que entusiasmó. Ahora puede prometer cualquier cosa pero la sociedad percibe que así sea genuino en sus intenciones es incapaz en sus medios. Incluso los uribistas se mostraron preocupados por esta incapacidad. En el paro agrario relajaron sus críticas por temor a que el gobierno dejara que la situación se saliera de control.