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¿Hasta dónde franquicias?

El paro armado de hace un mes de los Urabeños cuestiona la...

7 de mayo de 2016 Por: Gustavo Duncan

El paro armado de hace un mes de los Urabeños cuestiona la versión simplista que trata el problema del crimen organizado en Colombia como el resultado de una adecuación del paramilitarismo al sistema de redes. De acuerdo a esta versión, luego de la presión de las autoridades las grandes estructuras dedicadas al narcotráfico se dieron cuenta que si mantenían una organización demasiado jerarquizada iban a ser vulnerables. Bastaba que las autoridades infiltraran un pedazo de la estructura para que el resto cayera como fichas de dominó.La estructura en red, en cambio, ofrece mayor capacidad de compartimentación y de remplazo de las células operativas. Como la estructura se basa en células operativas relativamente independientes entre sí, cuando una de ellas es neutralizada dispone de poca información para poner en riesgo al resto de la organización. Del mismo modo, la organización puede remplazar la célula neutralizada insertando en la red una nueva célula que cumpla las mismas funciones. El resultado es una organización mucho más flexible para resistir la persecución del Estado.Por eso comenzó a hablarse que ahora lo que priman son las franquicias. Si los Urabeños quieren ingresar a un lugar distante no llevan una estructura armada propia sino que se asocian con alguna organización local. Los locales se convierten así en una célula operativa o ‘franquicia’ que explota las economías criminales del lugar bajo el paraguas de protección de los Urabeños. A cambio se comprometen con el pago de una parte de las ganancias del negocio.La idea de las redes no es original del crimen organizado. Fue un símil tomado del capitalismo legal. El nuevo entorno de negocios de la globalización demandaba una flexibilidad y capacidad de adaptación a circunstancias cambiantes que las rígidas estructuras corporativas no tenían. La subcontratación de células operativas preparadas para resolver las contingencias que surgieran en el momento era la manera más ágil que encontraron las estructuras empresariales.Las fallas en esta comparación radican en el tipo de empresas que son las Bacrim. No son organizaciones que funcionen dentro del mercado legal. Ni siquiera son organizaciones cuya principal función sea comprar y vender mercancías ilícitas. Por el contrario, son organizaciones especializadas en la dominación por la fuerza de economías criminales e incluso de comunidades enteras. Por consiguiente, las Bacrim pueden tener franquicias pero no son simples células operativas. Son organizaciones que dominan un pedazo de la economía y de la sociedad, a la vez que son dominadas por otras organizaciones más poderosas que evitan que otras células operen en el lugar. La red existe pero la independencia relativa de células como se conoce en el mundo legal es limitada.Más aun, el alcance territorial del paro armado de los Urabeños, desde el Darién hasta la Sierra Nevada y el Bajo Cauca, es una demostración que ya existe bastante subordinación de las distintas franquicias a las órdenes de un mando ubicado en Urabá. Por pura solidaridad con un difunto unos criminales no paralizan ciudades y municipios intermedios ubicados a tanta distancia de las selvas de Urabá. Tampoco es casual que ahora en vez de existir decenas de Bacrim como ocurrió en el momento de la desmovilización de las AUC, existan no más de tres o cuatro grandes organizaciones.Sigue en Twitter @gusduncan