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‘Fake news’ y ‘true news’

A lo largo de la historia el control de la información, sobre todo de la difusión de hechos ciertos que puedan perjudicar su imagen, ha sido una preocupación central de quienes ejercen el poder en la sociedad.

15 de febrero de 2019 Por: Gustavo Duncan

El debate acerca de las ‘fake news’ ha dejado al margen otro debate de la producción de noticias que, aunque viene de mucho más tiempo atrás, también debería ser sujeto de atención por el efecto que han tenido los cambios tecnológicos en la difusión de la información.

Se trata exactamente del fenómeno opuesto. Mientras que las ‘fake news’ son noticias falsas fabricadas deliberadamente para que sean asumidas como ciertas por amplios sectores de la población, se encuentra que existen especialistas en demeritar noticias ciertas que deberían tener profundas repercusiones en la sociedad. Gracias a su trabajo son asumidas como falsas o simplemente son banalizadas. Son ‘true news’ que se convierten en asuntos irrelevantes pese a que allí están disponibles las redes sociales para divulgarlas.

A lo largo de la historia el control de la información, sobre todo de la difusión de hechos ciertos que puedan perjudicar su imagen, ha sido una preocupación central de quienes ejercen el poder en la sociedad. Noticias que los deslegitimen pueden llevar a la pérdida de su posición de poder y de riqueza. Otros, que actúen en verdad de acuerdo a lo que se espera de las élites, pueden despojarlos de su posición.

De hecho, es solo con el advenimiento de las democracias liberales que puede surgir una prensa libre capaz de divulgar las noticias con suficiente independencia y sin temor de retaliaciones desde el poder. Por supuesto, la prensa en las democracias en la práctica está sujeta a enormes presiones. De manera encubierta los periodistas y propietarios de medios son sobornados y/o amenazados. Sin embargo, la comparación con otros regímenes es improcedente. Tal es así que en las democracias es posible encontrar, vaya paradoja, periódicos nazis y comunistas opuestos al pluralismo a la libertad de expresión.

Las conquistas en libertad no solo obedecen a cambios en la cultura política. La tecnología también pesa. Al día de hoy el internet y los dispositivos digitales han revolucionado la transmisión de información, por lo que ocultar noticias se pensaría que es prácticamente imposible. Negar actuaciones, declaraciones o hechos es muy complicado cuando casi todo el mundo dispone de una cámara y un micrófono para registrar lo que ocurre y subirlo de manera casi inmediata a las redes sociales.

No obstante, esa misma tecnología ha sido usada para fabricar y difundir noticias falsas con un éxito apabullante. Y, peor aún, para ocultar o demeritar entre el bombardeo de información aquellas noticias sobre hechos reales que en circunstancias normales hubieran tenido un efecto directo e inmediato sobre el futuro de la clase dirigente.

Es increíble que Trump haya sido presidente luego de admitir en una grabación que aprovechaba su negocio de Miss Universo para tocar a las participantes. Hace un par de décadas bastaba un rumor de infidelidad para arruinar la carrera presidencial de cualquier candidato en Estados Unidos. En Colombia es increíble cómo Néstor Humberto Martínez sigue siendo fiscal después de las grabaciones de Pizano o cómo Petro todavía es presidenciable luego del video de la bolsa con dinero. Eso por no mencionar el coscorrón de Vargas Lleras. Puras ‘true news’ que no tuvieron efectos definitivos.

Pareciera que con los registros virtuales e instantáneos de la tecnología digital y de las redes sociales el mundo hubiera perdido su capacidad de asombro.

Sigue en Twitter @gusduncan