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Estado de emoción

Acaban de salir los resultados de la encuesta Gallup sobre la opinión de los colombianos.

6 de diciembre de 2019 Por: Gustavo Duncan

Acaban de salir los resultados de la encuesta Gallup sobre la opinión de los colombianos. Es evidente que el Estado de opinión pasa por una crisis emocional. El pesimismo y el escepticismo sobre el gobierno, la economía, las agencias del Estado, etc., son alarmantes.

Lo llamativo de la situación es que la emoción de pesimismo y escepticismo no pareciera responder a un cambio en la situación objetiva. No se está atravesando una gran crisis económica, el desempleo ha crecido, pero no en proporciones significativas, los servicios de educación y salud funcionan como lo vienen haciendo hace rato, las condiciones de seguridad son las mejores desde hace mucho tiempo. Podría hablarse más de un Estado de emoción que de opinión acerca de la percepción de las cosas que tienen hoy los colombianos.

Pero el descontento es real y no se puede subestimar. Es más, si quedaban dudas que el paro era una manifestación genuina del malestar de amplias capas de la sociedad, los resultados de las encuestas son contundentes.

¿De dónde proviene el malestar y hasta qué punto puede afectar la política en el mediano plazo? De la encuesta se pueden deducir o esbozar algunas respuestas. La primera es que, salvo el desempleo, que pasó de 73% al final del gobierno Santos a 89% con percepción de que empeora, son tendencias que vienen de largo plazo. Ya desde el gobierno de Santos la sensación era que la economía, la seguridad, el costo de vida, la lucha contra la pobreza, la asistencia a la niñez, la salud y la educación iban mal. Incluso con porcentajes superiores a los actuales. Por lo que uno puede deducir que la nueva situación tiene mucho que ver con el hecho que la gente, por alguna razón, tiene más conciencia de reclamar por las fallas en la gestión pública que hace cuatro años. Quizá la agenda del proceso de paz copó la agenda de la movilización para expresar el descontento social.

Gran parte de la responsabilidad es de Duque por no ser capaz de imponer una agenda de discusión pública que reclame los esfuerzos del gobierno por mejorar las condiciones de vida de la sociedad. Sobre todo, si se tiene en cuenta que este gobierno no lo ha hecho peor que los gobiernos anteriores, ateniéndose estrictamente a los indicadores típicos del desempeño de la economía y la política social y de seguridad. Este es el segundo gran punto que sugiere la encuesta. La imagen de Duque y el uribismo va en caída libre. No han sido capaces de venderle al país un relato de gobierno que lo ilusione. Lo que contrasta con alcaldes como el de Medellín y Barranquilla, que gozan de popularidades estratosféricas.

La tercera reflexión que queda de la encuesta es que en general hay una crisis en la credibilidad de las instituciones públicas y privadas. El Congreso y la Fiscalía tienen demasiada imagen negativa y con tendencia a empeorar. Pero más preocupante es que instituciones que antes eran bien vistas por la sociedad, desde el gobierno de Santos comienzan a tener más imagen negativa que positiva: los medios de comunicación, la clase empresarial, la Corte Constitucional, la Procuraduría, la Contraloría, entre otras.

Duque tiene que captar el mensaje de que no solo se trata de administrar bien las carteras de gobierno, sino que tiene una enorme responsabilidad política. La de hacer que el país vuelva a creer en sus instituciones y evite que cualquier oportunista las lleve a un salto al vacío.

Sigue en Twitter @gusduncan