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Ricardo Villaveces

Opinión

¿Es deliberado?

Cualquier proceso de negociación requiere concesiones de parte y parte y la búsqueda de puntos de encuentro que, seguramente, no dejarán felices a ninguna de las partes, pero pueden ser aceptadas por ellas.

22 de abril de 2023 Por: Ricardo Villaveces

El presidente Petro es una persona que pasó muchos años de su vida en el Congreso y tiene que conocer muy bien cómo funcionan las dinámicas de la institución. Tiene que haber participado en infinidad de procesos de discusión y aprobación o archivo de todo tipo de proyectos. Tiene que saber de sobra que, si no se tiene una mayoría contundente como ocurrió en el caso de la reforma tributaria, la aprobación de un proyecto de ley requiere de mucha negociación y, por consiguiente, flexibilidad y humildad para aceptar puntos de vista diferentes.

Por definición, cualquier proceso de negociación requiere concesiones de parte y parte y la búsqueda de puntos de encuentro que, seguramente, no dejarán felices a ninguna de las partes, pero pueden ser aceptadas por ellas.

¿Qué puede explicar entonces la intransigencia y la terquedad con que está actuando en el caso de la reforma al sistema de salud? Ponerse de acuerdo en que es necesaria una reforma es fácil, pues difícilmente alguien va a pensar que lo que tenemos es perfecto. El campo para las mejoras es grande.

Pero ¿cómo se explica, que insista en acabar con todo lo bueno que se ha logrado, pretendiendo hacer borrón y cuenta nueva? Empecinarse en sostener a una persona como la ministra Corcho que ha demostrado incapacidad para entender todas las dimensiones del tema y que, con su arrogancia y fundamentalismo, ha logrado, incluso, romper la coalición que ha venido apoyando al gobierno es algo muy extraño.

Parecería entonces que son válidas las interpretaciones de varios analistas en cuanto a que, de manera deliberada, el presidente y su ministra pretenden “agudizar las contradicciones”, como dirían los izquierdistas de los años 70 y así responsabilizar a las instituciones por obstaculizar sus ‘grandes’ cambios. Las quejas de las EPS, de que se les están demorando más los pagos, sería otro paso para generar la crisis y buscar entonces realizar los cambios a partir de la presión popular, que es lo que le gusta Petro y lo que tantas veces ha anunciado.

Está por verse, sin embargo, cómo sería ese apoyo masivo que él pretende. El costo de vida, el caos de la Paz Total, el incremento en la inseguridad, el aumento del desempleo en casos como el de la construcción, la escasez de medicamentos, etc., solo permiten pensar que no es el mejor momento para esperar ese apoyo. Sería una gran oportunidad para hacer el tipo de oposición que a él le gusta; el problema es que hoy el gobierno es Petro y difícilmente alguien que padece los problemas no va a responsabilizar al gobierno de lo que está pasando.

No deja de sorprender que con tantos frentes por atender siga empeñado en viajar y viajar presentándose como salvador del mundo en foros como el de Naciones Unidas, la OEA que también quiere cambiar, o la Universidad de Stanford donde todavía se deben estar preguntando qué quiso decir con esa ensalada de ideas que planteó. Lamentablemente, poca disposición está mostrando a la autocrítica y en cambió sí a seguir agudizando el caos.

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