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Una verdadera ignominia

Cada vez que transito por la carretera Popayán – Pasto me reafirmo en el convencimiento de lo nocivo que es para Colombia el oprobioso centralismo que no permite el desarrollo homogéneo de todas sus regiones.

14 de enero de 2020 Por: Ernesto De Lima

Cada vez que transito por la carretera Popayán – Pasto como lo hice la semana pasada, me reafirmo en el convencimiento de lo nocivo que es para Colombia el oprobioso centralismo que no permite el desarrollo homogéneo de todas sus regiones. Así se lleva al estancamiento o al menos a un leve crecimiento de algunas de ellas, generándose grandes diferencias entre el ingreso de sus habitantes y por ende de su calidad de vida.

Digo esto porque la citada vía, que se supone es nada menos que la carretera Panamericana, se parece más a una vía terciaria que a la que nos debería unir con los países del sur del Continente. Es un triste contraste con las súper carreteras existentes en Ecuador, Perú y Chile, pues además de ser angosta y llena de curvas, en varios sitios presenta graves derrumbes de parte de su banca, dejándola de una sola vía.

Pese a que desde hace varios meses le sugerí al Ministerio del Transporte y al Instituto Nacional de Vías la reparación de esos daños con el fin de evitar que ese carreteable se continúe derrumbando, solo se vino a hacer algo al respecto cuando en el tramo comprendido entre Timbío y Rosas ocurrió lo que yo temía: en uno de los sitios que había informado del derrumbe de parte de la banca, se produjo un grave agrietamiento de la calzada que aún existía y luego a su total pérdida, lo cual ha obligado a que diariamente se cierre la vía por varias horas, generando grandes demoras para sus usuarios.

Como esa carretera se construyó atravesando la falla geológica de Romeral, ese tipo de daños continuarán presentándose permanentemente, por lo que es urgente iniciar la construcción de la vía que está planeada desde hace varios años por el cañón de los ríos Timbío y Quilcacé, que luego conforman el río Patía. Eso permitiría reducir en cerca del 50% el tiempo que hoy se requiere para viajar entre Popayán y la frontera con Ecuador y a una sensible reducción del costo de los fletes de carga, permitiendo que nuestras exportaciones a los países del sur se vuelvan más competitivas.

Pero como tanto Ministerio del Transporte como el Invías funcionan en Bogotá, a sus funcionarios poco parece importarles los efectos tan negativos que tiene para las regiones que conforman el suroccidente del país El mal estado de esa importante vía, es un claro contraste con lo que ocurre con otras regiones de Colombia, en donde se vienen realizando obras de 4G y se plantea iniciar otras de igual importancia como la Ruta del Sol 1 y 2 en la región del Caribe, los proyectos Pacífico 1 y 2 en Antioquia y la Circunvalar de la Prosperidad entre Cartagena y Barranquilla, en donde hace poco se entregó el puente Pumarejo que atraviesa el río Magdalena a la salida de esta última ciudad, solucionando los interminables trancones vehiculares que tradicionalmente allí se formaban.

Por eso, quienes habitamos en la provincia de nuestra Colombia clamamos por un cambio profundo del nocivo modelo centralista que impera en nuestro país. Tan importante tema no parece haber revestido suficiente importancia para quienes han regido los destinos de Colombia en las últimas décadas.

Lo cual me lleva a insistir en mi tesis sobre la discriminación que parece existir entre los burócratas de Bogotá contra el Suroccidente del país. El estado de la carretera Panamericana es el gran ejemplo de ello.