El pais
SUSCRÍBETE
Fernando Posada
Fernando Posada | Foto: El País

Opinión

El valor de una democracia estable

La incertidumbre y el caos de elegir gobiernos que caerán en uno o dos años ha puesto en serias dudas la estabilidad de democracias como la de Perú

22 de mayo de 2023 Por: Fernando Posada

En las democracias existe algo peor que un mal gobierno, y nuestros vecinos latinoamericanos parecen vivirlo desde todas las latitudes y corrientes políticas. Ese fantasma, que algunos pocos en Colombia invocan con una añoranza ignorante, no es otra cosa que el incumplimiento de los periodos de gobierno. La incertidumbre y el caos de elegir gobiernos que caerán en uno o dos años ha puesto en serias dudas la estabilidad de democracias como la de Perú, y ahora también la de Ecuador.

Ni el golpismo militar ni la tal defenestración, ni las alianzas entre partidos para tumbar a un gobierno, son buena idea en una democracia. Por más que algunos sectores –minoritarios, casi siempre– celebren la posibilidad de sacar a un gobierno que no es de su gusto, lo que a la larga construyen es un sistema inviable e insostenible donde ningún sector podrá salvarse del juego sucio y la conspiración que abiertamente transgrede los principios de una democracia. (Distinto es el caso en el cual la justicia encuentra a un presidente culpable de un delito, como también ha ocurrido en varios países de nuestro hemisferio).

Cualquier definición de democracia, antigua o moderna, tiene como eje central el cumplimiento de los periodos establecidos por la constitución. El respeto por los calendarios electorales y por las duraciones de los gobiernos es la regla de juego que todos los actores deben proteger. Aceptar discursos que afecten esa tradición democrática es una puerta que una vez abierta tomará décadas de esfuerzos para volver a cerrar.

Todo indica que Colombia ha estado tan ocupada diagnosticando y buscando resolver sus problemas de décadas recientes que parece olvidar el inmenso valor de uno de sus activos más grandes: su democracia ininterrumpida por más de 50 años. Nuestro país no ha tenido un periodo presidencial inconcluso desde 1958 y mientras otros países vecinos cuentan los golpes militares por decenas, aquí se han visto dos desde la independencia. Esto es aún más asombroso teniendo en cuenta los enormes desafíos y el tamaño de las amenazas que enfrentó el Estado a finales del Siglo XX.

El mensaje en ese sentido debe ser claro: a nadie podemos permitirle abrir la catastrófica puerta de debilitar la tradición democrática de Colombia, sea cual sea el eufemismo con el que lo intente justificar. El compromiso de los partidos políticos y los empresarios debe ser, por encima de todo, con la institucionalidad. La estabilidad democrática ha significado para Colombia muchas ventajas que quizás no son recordadas a diario, pero que sin duda han contribuido al crecimiento que, aunque lento, ha sido casi permanente. Así mismo, ha permitido el fortalecimiento y crecimiento de las más importantes instituciones, la continuidad en políticas públicas y la estabilidad para la economía y los inversionistas.

Si algo nos ha enseñado la historia de América Latina es que el castigo a los malos gobiernos, nacionales y locales, debe ser siempre desde las urnas y manteniendo los principios democráticos. Cualquier oposición debe tener claro que respetar el periodo en el poder de su contraparte es la mayor garantía de que el día de mañana, cuando sea su turno de gobernar, su periodo será respetado.

PD.Muchas gracias a El País por la invitación a hacer parte de sus páginas. Será un placer acompañarlos quincenalmente los lunes desde esta tribuna que agradezco de verdad.

AHORA EN Columnistas

Caricatura de Nieves 25 de abril de 2024

Columnistas

Nieves

Columnistas

Oasis

Columnistas

Oasis