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Las cartas están echadas y ya tenemos la hoja de ruta de este gobierno. Dejando a un lado los posibles problemas de trámite en la fase de aprobación, lo claro es que el trabajo regional debe continuar y viene la etapa más retadora para asegurar que las prioridades del Valle del Cauca y del suroccidente colombiano se materialicen

10 de mayo de 2023 Por: María Isabel Ulloa

Después de días de debates intensos el Congreso de la República aprobó el Plan Nacional de Desarrollo -PND-. Al revisar el texto aprobado se puede decir que al Valle del Cauca le fue bien en materia de proyectos estratégicos. El tren de cercanías, la vía Mulaló-Loboguerrero, la concesión del aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón -que incluye obras para el aeropuerto de Buenaventura-, la profundización del Dragado del puerto, las vías del Samán en el norte del Valle, entre otros proyectos quedaron incluidos en el texto final aprobado.

Ahora sigue el trabajo más fuerte: seguir empujando para que estos proyectos se estructuren o finalicen su estructuración, tengan los espacios fiscales y que queden incluidos en los presupuestos anuales. Tarea no menor, ya que buena parte de los proyectos de todas las regiones fueron incluidos en el plan y los recursos disponibles son limitados. Por esto, el trabajo articulado y colaborativo que debemos seguir haciendo con el Bloque Parlamentario, la Gobernación del Valle del Cauca, las alcaldías, los gremios y ProPacífico será determinante para los siguientes pasos.

Debemos cerrar filas para que todos estos proyectos avancen y sean una realidad. Actualmente el Valle del Cauca tiene varios proyectos avanzados en sus etapas de estructuración, esto nos pone en un escenario muy distinto al de cuatrienios anteriores, lo que nos permitirá asegurar recursos para ejecución y puesta en marcha de varias de estas prioridades en los próximos tres años.

En materia de calidad educativa se identifican avances significativos para la medición y mejora del desempeño académico. En particular, quedó incluida la implementación de la evaluación de calidad en los diferentes niveles de la trayectoria educativa comprendiendo preescolar, básica primaria y secundaria, educación media y superior. Adicionalmente, es muy positivo que se haya incluido también la evaluación de competencias y habilidades socioemocionales. Esto sin duda, tendrá un impacto significativo en la formación integral de los estudiantes.

En el tema de jóvenes hay una agenda importante en términos de formación, empleabilidad y emprendimiento, además de la creación del fondo para la superación de brechas de desigualdad poblacional e inequidad territorial que incluye el fomento de oportunidades para la juventud y la renta ciudadana. Todas estas buenas políticas siempre y cuando se ejecuten pensando en la construcción de proyectos de vida para los jóvenes y los más vulnerables, y no como meras medidas asistencialistas o con fines politiqueros.

En general, queda la duda de cómo se van a operativizar muchas de las cosas que se plantean en el plan. Definidamente preocupa la puerta que se abre para que el Estado pueda contratar con las juntas administradoras u organizaciones de la economía popular. No porque esto sea malo en sí mismo, sino por el riesgo de corrupción que puede generarse. ¿El Estado tiene la capacidad de controlar y supervisar estos recursos y estos colectivos? ¿Los colectivos tienen cómo responder a los requerimientos estatales?

Las cartas están echadas y ya tenemos la hoja de ruta de este gobierno. Dejando a un lado los posibles problemas de trámite en la fase de aprobación, lo claro es que el trabajo regional debe continuar y viene la etapa más retadora para asegurar que las prioridades del Valle del Cauca y del suroccidente colombiano se materialicen, al tiempo que hacemos el debido control sobre los temas cuya implementación genera dudas.

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