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Alberto Castro Zawadsky

Opinión

El negocio de la salud

Si alguien hace negocio con algo, es porque se las ingenia para esquilmar a los demás.

22 de abril de 2023 Por: Alberto Castro Zawadsky

Coinciden la ministra Corcho y varios líderes de agremiaciones médicas en que la salud no debe ser un negocio, mientras se rasgan las blancas batas que certifican su abnegación y altruismo.

No perciben la contradicción quienes han fundado y dirigido centros de atención en salud, que existen y han perdurado, gracias a que son un negocio. Es decir se manejan con eficiencia y llevan cuentas para asegurarse que el dinero que entra sea más que el que sale. Sabemos además que no es el gran negocio que se cacarea, y que el 65% del margen se reinvierte en salud ya que ese es el porcentaje de prestadores que son fundaciones o públicos. Pero así sea un negocio que da utilidades para repartir entre quienes aportaron sus recursos a una empresa de salud, el fenómeno es muy positivo, porque está muy probado que el Estado no tiene ni el capital ni la capacidad para gestionar todos los servicios del país. Los sistemas de Salud estatizados como el inglés y el canadiense, están haciendo agua desde hace años y por más manipulación que se haga de la información, la crisis ya es evidente. Para no hablar de la muy cantada fábula del modelo cubano. A quien la siga repitiendo como loro entrenado, le recomiendo que cuando se enferme, se vaya sin dólares, no a las clínicas de la élite de Habana, sino a un hospital periférico y busque atención. Y que cuando vuelva, si sobrevive, cuente la verdad.

Entonces, lo razonable es permitir y celebrar que la salud no solo pueda, sino que deba ser un negocio, porque ocurre lo que se da en el resto de la economía: atrae capital, crece, hay competencia, los servicios mejoran, se amplían y cada vez cuestan menos.

La diseminación de la ideología del ‘derechismo’, que se resume en que todo el mundo tiene derecho a todo, ha logrado darle a la palabra ‘negocio’ una connotación fea, muy cercana al robo. Si alguien hace negocio con algo, es porque se las ingenia para esquilmar a los demás. No caen en cuenta que esa visión se deriva precisamente de los negocios en los sistemas estatizados, donde las empresas no prosperan porque sean bien manejadas y eficientes, sino porque están enchufadas al poder y florecen en un ambiente de comisiones, corrupción o franca delincuencia. La libre empresa involucra competencia, ética de negocios y el respeto a un marco legal complejo que regula las relaciones entre ellas, los clientes y el Estado.

En los 40 años que llevo lidiando con el sufrimiento de la oscuridad, he visto como la libertad ha dado a luz a unas 30 Clínicas de Oftalmología privadas en todo el país. Allí donde el Estado no proveía ni los más básicos servicios de salud visual, grupos de médicos aportaron su patrimonio asumiendo enormes riesgos y han logrado posicionar la oftalmología colombiana en la vanguardia, atrayendo con su calidad y bajos precios, enfermos de muchos países. A pesar de una densa maraña de requisitos y regulaciones, le han devuelto, mejorado o preservado la visión a millones. No solo no han recibido aportes del Estado, sino que han contribuido miles de millones en impuestos, y atienden la población desprotegida o mal atendida por el sistema. ¿Seremos tan ciegos de creer que esto es lo que hay que corregir?

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