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“Habrá reforma educativa”

Tenemos un ciclo educativo que está dejando a más de la mitad de la población por fuera de la educación superior o técnica,...

15 de septiembre de 2022 Por: Eduardo Durán Gómez

Estas fueron las palabras del ministro de Educación, Alejandro Gaviria, al referirse a los temas fundamentales de su cartera ministerial, para lo cual el país tiene que prepararse.

Muchas son las preocupaciones que existen, teniendo en cuenta que la educación suele ser el elemento fundamental no solo para el desarrollo humano, sino para alcanzar el avance del país, y en donde es claro apreciar que hace mucho tiempo no se produce en Colombia una gran reforma educativa que proyecte verdaderamente al sector hacia la modernidad y el alcance de los objetivos de lograr una población con verdaderas posibilidades de conseguir los elementos para el crecimiento de su proyecto de vida. Esto, dentro de un escenario de alternativas que le permita ser realmente competitiva, porque la educación recibida no solo ha sido de buena calidad, sino que está a la altura de los estándares internacionales.

En nuestro caso, los gobiernos de los últimos tiempos han podido
exhibir avances en las coberturas, especialmente en primaria y secundaria, pero, desgraciadamente, no en calidad. Tenemos un ciclo educativo que está dejando a más de la mitad de la población por fuera de la educación superior o técnica, y dentro de esas cifras, un resultado muy pobre en competencias, pues nuestra población estudiantil no ha podido adquirir niveles, siquiera medianamente aceptables, en áreas fundamentales como comprensión de lectura y capacidad para desarrollar un pensamiento crítico, circunstancias que hacen que el proceso educativo falle y que los estudiantes, al concluir sus ciclos, se encuentren frente a una realidad inocultable que les indica que su capacitación ha sido incompleta y que sus habilidades para el aprendizaje son mediocres.

Pero fuera de eso, el actual sistema está siendo incapaz de incorporar a esta población al sector productivo. Un bachiller, después de haber estudiado durante once años continuos, no sabe hacer nada y, por lo tanto, cuando es mayor de edad y ante la necesidad de trabajar, porque no puede ingresar a la educación superior, encuentra que no tiene canales para ofrecer sus servicios, pues su capacitación no le señala ningún destino.

Esta situación resulta ser dramática: la mayoría de nuestros jóvenes no se están capacitando debidamente y no tienen ningún potencial para incorporarse al sector productivo; además, sus bases de conocimiento son mediocres y no van a estar motivados para aspirar a un proyecto de aprendizaje superior.

La educación colombiana tiene entonces dos enormes retos: repotenciar su calidad a través de un mejoramiento de los procesos y de la incorporación de unos mejores maestros que los asimilen, y la reestructuración de los ciclos de capacitación, en donde se tenga en cuenta el aprendizaje de un arte u oficio, que le permita al individuo contar con una herramienta válida para incorporarse al sector productivo.