Entre el cangrejo y la tortuga

¿A qué velocidad vamos a acabar con la corrupción? Sería bueno encontrar respuestas apropiadas y contundentes

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30 de ene de 2022, 11:40 p. m.

Actualizado el 18 de may de 2023, 04:43 a. m.

¿A qué velocidad vamos a acabar con la corrupción? Sería bueno encontrar respuestas apropiadas y contundentes, sobre todo ahora que abundan las promesas en el escenario nacional.

Si nos atenemos a las mediciones que todos los años hace Transparencia Internacional, en lo que denomina Índice de la Percepción de la Corrupción (IPC) nos encontramos que unas veces retrocedemos y otras avanzamos, pero demasiado lento, mientras buena parte de los presupuestos y de los activos del Estado están en la mira de quienes quieren asaltarlos.

El último registro, conocido estos días, nos indica que mejoramos cinco posiciones, al ocupar el puesto 87 entre 180. El mismo informe nos dice que la calificación de Colombia fue de 35, un valor que se estima cercano a los países altamente corruptos, ya que los limpios deben tener un puntaje de 100.

Estas cifras nos indican que las acciones para combatir la corrupción tienen que ser mucho más decididas y robustas; de un impacto sustancialmente mayor, de tal manera que nos permita estar por lo menos cerca de la cifra de 100 que es el óptimo, y para ello hay que trabajar con indicadores de eficiencia en todas las dependencias del Estado, para que sea posible medir el impacto de la utilización de los recursos por parte de cada entidad y de cada servidor público.

Es lamentable que diariamente nos informen de horrendos escándalos en la administración pública, y no pensemos nunca en aplicar los correctivos de fondo para poderlos subsanar. Entendemos que imponer controles no es fácil; todo el mundo trata de burlarlos para que el derroche y la apropiación de recursos continúe, pero para eso es la voluntad política, para hacer imponer normas claras y estrictas que se cumplan, en donde el acompañamiento de una justicia diligente, permita detener la ola de corrupción y colocar en su sitio a quienes la practican.

Si analizamos las encuestas de opinión sobre la percepción ciudadana en cuanto a los problemas nacionales, nos encontramos con que este fenómeno siempre ocupa los primeros lugares, porque el ciudadano lo siente, lo sufre y lo percibe en lo mas íntimo de su ser, y siempre está esperando una mejor calidad de vida, en razón al volumen de los impuestos que cumplidamente aporta, pero que nunca los ve traducidos en las obras y en los servicios que aspira a que se le retribuyan.

Aquí las obras prometidas no demoran años, sino décadas, porque siempre resultan los presupuestos tempranamente agotados, las cláusulas de reajuste siempre aplicadas y las interrupciones de por medio, que terminan generando adiciones interminables, en medio de un escenario que parece un festín y no un cronograma serio de cumplimiento. Ahí están las cifras, las acciones no las vemos. A paso de tortuga no llegaremos nunca, porque las aves rapaces siempre tendrán el campo abierto.

Abogado y miembro de la Academia Colombiana de Historia y de la Real Academia Española de la Historia.

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