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Cuatro veces ¡Milagro!
Hay noticias que reconfortan y hay que aferrarse a ellas. Hay días en que dejamos de ser oscuridad para sentir la luz.
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10 de jun de 2023, 11:54 p. m.
Actualizado el 10 de jun de 2023, 11:54 p. m.
Sobre una manta azul y una ‘camita’ verde se vislumbran los delgados brazos de una niña de un año. Frente a ella aparece un hombre de camuflado gris y uno más de overol verde, que lleva una lámpara ajustada en su frente. El resplandor de la vida ilumina las tres figuras humanas, con una oscuridad cómplice alrededor que hace más sublime la imagen. El renacimiento, un pesebre en la selva, la fuerza de la Naturaleza, los milagros existen.
No podía ser más bello el momento expresado en esa fotografía que hoy abre estas páginas y decenas de portales informativos. No podría haber algo que se esparciera con más potencia en miles de celulares en nuestro país, sin causar más que regocijo. Es como si de alguna manera nos encontráramos en una sola voz, en un solo llanto de alegría, desprovisto de ese vano afán de dividirnos frente a cualquier circunstancia.
Lesly, Soleiny, Tien Noriel y la bebé Cristín están con vida. Fueron capaces de sobrevivir en la selva, en medio de un clima difícil y la ausencia de tanto. Habían pasado 40 días desde el siniestro de la avioneta HK2803 en las selvas del Guaviare y Caquetá, en el que perdieron la vida Magdalena Mucutuy, la madre de los menores; el líder indígena, Herman Mendoza, y el piloto, Hernando Murcia. La búsqueda imparable de la Operación Esperanza, en la unión de uniformados y sabios indígenas dio, por fin, con el lugar donde estaban los niños. ¡Milagro, milagro, milagro, milagro! Cuatro veces la misma palabra, una por cada niño, una por cada vida. Así anunciaba la Fuerza Pública el milagroso hallazgo.
Manuel, el padre de los niños, nunca perdió la fe. Acompañaba las labores en la selva. Decía que los niños estaban vivos y aguantarían, porque se encontraban protegidos por el dueño de la naturaleza. Así lo creía y sentía su comunidad, al beber el yagé y evocar los duendes que resguardan la profundidad de una selva, en la que llueve 16 horas al día y hay serpientes, animales salvajes, mosquitos, frío y guerrilla.
Fátima, la abuela, tenía su esperanza puesta en Lesly, la mayor de los hermanos, una adolescente de 13 años que los puso a salvo. Damaris, la tía materna de los niños, explicaba a los periodistas que quizás Lesly recordaba ese juego de los ranchitos que tantas veces tuvieron y en el que se alimentaban y sobrevivían en su ‘hogar sagrado’. “Nosotros armábamos, cuando jugábamos, como ranchitos y con esas fotos que nos enviaban yo pienso que ella (Lesly) era la que hacía eso. Yo sentía en mi corazón que ella hacía que sus hermanitos sobrevivieran”.
En los días en que se esperaban noticias, aparecieron huellas que devolvían la fe. La del perro Wilson, la de una niña pequeña. En otro momento, restos de maracuyá, un par de tenis, una moña de cabello. Y las voces en megáfono de la familia de los niños milagro, se difundían en la espesura selvática para decirles que estaban con ellos, que no se movieran, que mantuvieran la fuerza.
Sí, al final fue una suma de todo, del permiso de los duendes, del espíritu de la naturaleza, del yagé y los chamanes, de la fariña de yuca que les sirvió de alimento; de Wilson, el perro por el que hoy preguntan tantos, de los rescatistas del Ejército y la Fuerza Aérea; de las plegarias de la familia y las de toda Colombia que el viernes al anochecer se estremecía de felicidad.
Hay noticias que reconfortan y hay que aferrarse a ellas. Hay días en que dejamos de ser oscuridad para sentir la luz. Cómo nos vendría de bien celebrar la vida, siempre, abrazarla y ahuyentar esos espíritus perversos que convulsionan nuestra realidad. Gracias, Lesly, Soleiny, Tien Noriel y Cristín por esta enorme alegría y por recordarnos que al final de tanta adversidad somos un solo país que necesita aflorar la esperanza. @pagope

Comunicadora Social - Periodista y Docente de la Universidad Autónoma de Occidente. Caleñísima. Con 26 años de experiencia en una sala de redacción. Entiende el periodismo como una pasión, pero sobre todo, como una manera de transformar y servir a la sociedad. Ciudad, paz, género y niñez, los temas que le apasionan.
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