Un cambio con democracia

No podemos negar que el domingo pasado el 70% de los colombianos votó por un cambio rotundo, y expresó un mensaje de inconformidad y castigo a distintos partidos y sectores políticos que han gobernado al país.

Existe un renovado interés en la política por parte de una comunidad cada vez más informada y participativa, frustrada además por la corrupción, la pobreza y la inequidad. Se avecinan transformaciones, y es nuestra responsabilidad escoger, entre las opciones que quedan, aquella propuesta que ofrezca garantías para preservar la democracia y las libertades y avanzar de forma constructiva en el bienestar, desarrollo y convivencia nacional.

Este año vivimos una campaña compleja, en la que se multiplicaron intrigas, mentiras en redes sociales, acusaciones de golpes de Estado y mensajes de rencor que distraen la atención frente a los contenidos. En medio de ese debate polarizado, inquieta que se pueda replicar en Colombia la tendencia hacia el autoritarismo que viven varias naciones de nuestro hemisferio. En esos países, los votantes se dejaron engolosinar por los engaños de candidatos que se hicieron elegir con discursos de división social, y que una vez en el poder imponen con sus socios políticos –captados con prebendas– modelos autocráticos, opresores, extremistas, que destruyen instituciones y derechos, y generan sufrimiento en la población. Son estados que han perdido sus marcos democráticos, sin posibilidad cercana de recuperarlos.

En las dos semanas que quedan para la elección final, debemos examinar las diferencias en las visiones de futuro que nos plantean los candidatos que llegan a segunda vuelta.

La propuesta de Gustavo Petro plantea cambios profundos del modelo económico con una mayor intervención estatal en cada esfera de la vida social y productiva, y estrategias sectoriales ideologizados que sugieren retrocesos y fracasos del pasado; es imposible ocultar la analogía de esos planes con los adoptados en países que viven deterioro grave en su desarrollo e instituciones democráticas. Rodolfo Hernández presenta un programa con 5 frentes de acción y más de 100 líneas de trabajo, para reducir la pobreza y promover una vida digna; allí prioriza enfrentar todas las formas de corrupción que amenazan los recursos públicos, lograr más inversión social y mayor austeridad en el funcionamiento del Estado, y generar marcos tributarios y políticas sociales que apoyen el emprendimiento, el empleo y la construcción de un país más equitativo, moderno y eficiente.

Colombia tiene innegables retos sociales, económicos y políticos. Los electores exigimos una relación entre el Legislativo y el Ejecutivo basada en la independencia y equilibrio de poderes y no en burocracia ni mermeladas, donde prime el debate objetivo sobre las leyes y el control político eficaz. Anhelamos una justicia eficaz y eficiente. Al tiempo que las regiones demandan políticas económicas y sociales que reduzcan la inequidad evidente entre territorios que viven en grave pobreza frente a la capital y departamentos más desarrollados, también es vital preservar un manejo ortodoxo y técnico de la economía, independiente de la política electoral.

Y la comunidad reclama escenarios de inclusión y un compromiso real con la transparencia y la democracia, para asegurar que todos los sectores sociales participen como actores decisores y beneficiarios del desarrollo. Esto es lo que tenemos que defender, y la oportunidad existe votando por Rodolfo Hernández.