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¿Qué se está fraguando en Venezuela?

No es coincidencia que el prófugo congresista de las Farc esté en Venezuela, pues ese caso es apenas la punta del iceberg de una situación gravísima que se está fraguando en el país limítrofe.

21 de julio de 2019 Por: Vicky Perea García

No es para menos estar alterados por la huida del farsante ‘Santrich’ y ojalá decisiones loables como los $3 mil millones de recompensa y la circular roja se materialicen en su captura. Pero más allá de ‘Santrich’, el mundo y el país tienen que reconocer cuál es la realidad de las Farc hoy y su apoyo internacional. No es coincidencia que el prófugo congresista de las Farc esté en Venezuela, pues ese caso es apenas la punta del iceberg de una situación gravísima que se está fraguando en el país limítrofe.

De acuerdo con la Fundación Redes, reconocida ONG venezolana de derechos humanos, en 10 Estados de ese país están presentes el Epl, el Eln y las disidencias de las Farc. El director de esa ONG ha denunciado reuniones y encuentros estratégicos que conllevan a actuaciones irregulares por parte de esos grupos armados. Otras noticias que llegan a diario informan sobre el andamiaje que se está gestando en Venezuela desde hace más de una década, y que incluye grupos ilegales de todo tipo, cooperación o entrenamientos militares de cubanos, rusos y chinos, presencia de Hezbolá y redes de narcotráfico cada vez más fuertes. Todo un imperio del mal y una seria amenaza para Colombia y la región.

Mientras Venezuela siga albergando a las mafias de las ex Farc y del Eln, Colombia por sí misma no podrá derrotarlas. Esperar que ese país extradite a los criminales que allá se esconden es una utopía. Desde los tiempos de Chávez y más abiertamente en la era Maduro, Venezuela, facilitador y garante de los acuerdos de paz, ha servido de guarida de grupos terroristas. País que nunca ha debido intervenir en los diálogos de La Habana como no lo debió hacer Cuba, que hoy alberga a los líderes del Eln.

Del gobierno pasado recibimos una grave situación que el mundo desconoce y cree firmemente que aquí había paz antes del 7 de agosto de 2018, paz que aún estamos esperando. Según los datos públicos, las disidencias de las Farc tienen ya 2500 integrantes en armas y el Eln 2000 miembros. La desmovilización de las Farc solo existió en la teoría y en la imaginación del editorial del New York Times sobre Colombia que el 24 de mayo afirmó que esa guerrilla había dejado las armas. Por el contrario, la presencia de sus ‘disidencias’ en varias regiones es tan fuerte que pareciera que estamos otra vez ante el doble juego de las distintas ‘formas de lucha’: por un lado, unos sectores que buscan actuar a través de la política; por otro, unos frentes que nunca se desarmaron, cuya entrega de arsenal y bienes fue parcial.

El problema no es de unas zonas lejanas o de frontera. Lo vivimos en el asesinato de líderes sociales y en la inseguridad cotidiana de campos y ciudades. Es necesario que el alto gobierno informe y alerte a la sociedad sobre estas amenazas críticas para convocar el apoyo ciudadano a sus acciones. El país debe entender que así como es necesario acompañar a quienes de verdad se desarmaron para incorporarse apropiadamente a la vida civil, no podemos quedarnos con los brazos cruzados frente a los que nos engañaron. Entender que no es gratuito luchar por erradicar la coca que alimenta financieramente a disidencias y criminales que nos amenazan. Y, sobre todo, para los que piensan que el regreso de Venezuela a la democracia no es importante para nosotros, entiendan que ese objetivo diplomático que impulsa el Presidente Duque es tan urgente para Colombia como la misma erradicación del narcotráfico.