La luz y el túnel
Pantomima. Venezuela tuvo una pantomima electoral el pasado domingo. Aunque nadie votó, en los resultados oficiales aparecen pocos votos pero suficientes para que Maduro se proclamara reelecto por seis años para un tramo de treinta años. Sin sonrojarse, Maduro ofrece dejar el poder a los 90 años. Más de cuarenta naciones dejarán de reconocer a este dictadorzuelo. Lo anterior significa que para esas naciones Venezuela, institucionalmente, no existe. La verdad es esa: hace bastante tiempo no existen instituciones en la hermana y vecina Venezuela. Es ahora el mundo el que se manifiesta. Ya la OEA había aplicado la Carta Democrática y descalificado a tal nación como democracia. Salvo unos cuantos vecinos que aún derivan migajas petroleras, las naciones serias rechazan la criminal hambruna, la persecución armada, la ausencia de libertades, los encarcelamientos a dedo y todo cuanto ocurre en el payaso despotismo bolivariano. “La tiranía coloca a los espíritus por debajo de todo lo que es grande” (Turget). Pero lo triste es que los espíritus venezolanos, sojuzgados, no han podido superar su tiranía.
Democracia. El próximo domingo los colombianos daremos ejemplo como república democrática. Gane quien gane nadie se ha anticipado a desconocer nuestros comicios y, transcurrido el evento electoral, todo el mundo aceptará el veredicto de las urnas. Históricamente hemos tenido toda suerte de conflictos internos pero siempre hemos dado ejemplo como república democrática. Esperemos que el domingo 27 de mayo no se descarrile algún gritón candidato perdedor que trate de justificar su derrota con argucias y leguleyadas. Hay por ahí uno que ya muestra los dientes pero los hechos y las realidades silenciarán sus brincos y madrugones. Será, en todo caso, un gran contraste con Venezuela. Allá hubo menos de seis millones de votos. Aquí, así haya mucha abstención, como suele haberla, estaremos por encima de dieciocho millones de sufragantes.
La luz tras el túnel. Pero hablemos de lo nuestro. Aún podemos ganar en primera vuelta. Iván Duque tiene las condiciones, la calidad humana, el talento y el talante, la formación jurídica, económica y administrativa, la juventud y la fortaleza, la temprana madurez para ser un primer mandatario ejemplar. En diversos países lo comparan con Macron y muchos recuerdan a algunas luminarias nuestras del pasado que llegaron al cenit a su edad.
Unirse y ganar. Es cierto que, según las encuestas serias, Duque no supera el 50% necesario. Pero ya queda muy claro que hay unas figuras nacionales que no tienen oportunidad alguna de pasar a la segunda vuelta electoral. Lo serio y sensato sería que reconocieran el fenómeno Duque y se sumaran a su triunfo. Vargas Lleras y Fajardo, por ejemplo, no pueden permitir que Petro les gane para la segunda vuelta presidencial. Si se suman a Iván pasan ganando. Si dejan a Petro para competir pasan perdiendo. Si de una vez salen de Petro tienen opción de participar con la carta ganadora. Ambos tienen grupos de congresistas para participar en la formación de un gobierno serio, limpio, claro y eficiente. Unidos desde ahora, Duque, Vargas y Fajardo podrán integrar, desde el Congreso, el equipo que alcance mayorías suficientes para las grandes transformaciones que el país requiere en materia política, económica, social, educativa y de justicia. Primero está la patria ganando, que amarrados a un grupo, sector o coalición perdiendo.