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En Marcha

En un año, Emmanuel Macron llegó a ser el presidente más joven nada menos que de Francia. Dejó de lado a los conservadores y a los socialistas, dueños de los votos durante mucho tiempo.

9 de mayo de 2017 Por: Carlos Mejía Gómez

1. El cielo en un año. En un año, Emmanuel Macron llegó a ser el presidente más joven nada menos que de Francia. Dejó de lado a los conservadores y a los socialistas, dueños de los votos durante mucho tiempo. Y enterró a los ultraderechistas. Con 39 años puso a su inmensa nación En Marcha.

2. ¿Y Colombia? Miremos este espejo desde la realidad colombiana. Estamos a un año de las elecciones del 2018 y aquí no se observa nada ‘en marcha’. Todos los candidatos son viejos. Iván Duque parecía una buena carta pero daba la impresión de ser demasiado joven con 40 años. No podía filtrarse por entre los movimientos en pugna. Estaba demasiado marcado en el CD. No había fundado un partido nuevo como Macron. (O como Uribe en el 2002. Luego el uribismo cometió errores garrafales como una reelección lamentable). Nada tenemos fresco. Aquí todo está untado de excesos. Nadie con prestigio se encuentra desmarcado. ¿Y nadie está libre de pecado para tirar la primera piedra?

Tenemos más gente despistada, obnubilada y desbordada como Marine Le Pen, que gente con mirada limpia como Macron, quien se ganó la votación lúcida.

3. Regresar a lo limpio. Rousseau nos indicó hace años que el hombre nace puro pero la sociedad lo corrompe. Por eso nos sugirió regresar al estado de la naturaleza, sin los vicios sociales: “Retournez a la nature”. Algo así logró Macron: derrotó lo viejo, las malas mañas, a los ‘dueños’ del establecimiento. Y presentó y propuso una nueva historia: En Marcha.

En Colombia tenemos perdida una esperanza así. ¿Regresar a dónde? ¿Volver a cuál país, si toda nuestra historia está manchada como lo estaba la historia francesa? Por eso Macron es un milagro. Es una nueva Francia heroica para regresar a la Francia inmortal. Macron pudo saltar por encima de todos los vicios y las malas costumbres. Y la nación abrió los ojos: desde todas las orillas y vertientes reconocieron el nuevo camino. Regresar a la luz en la Ciudad Luz. En tan breve término. En un año. Y con toda la eterna historia de Francia detrás.

4. Los jóvenes viejos. Las elecciones del 2018 en Colombia no prometen nada bueno, nada claro, nada nuevo. Los más jóvenes son viejos, son meros delfines de las entrañas politiqueras. Y lo viejo es cada vez más viejo y desgastado. ¿Cuál liberalismo? ¿Cuál conservatismo? ¿Cuál izquierda? ¿Cuál derecha? ¿Cuál cambio, cuál horizonte nuevo, cuál esperanza?

Recordemos que en Cuba se lo tomó todo un muchacho llamado Fidel Castro porque el establecimiento se fue al precipicio. Y en Venezuela un tal coronel retirado con ínfulas de libertador, la llevó al abismo: volvió paupérrima a una multimillonaria nación. Y así en Nicaragua y en Bolivia, y en Ecuador y en la Argentina kirschneriana y en tantas otras partes. “Dádme la oportunidad y os destruiré”.

5. ¿Y aquí, qué y quién? Aquí no se ve todavía un ‘redentor’ para nuestro actual descalabro. Pero siempre pueden aparecer las orejas de lobos hambrientos, desde las Farc, los petros, las teodoras, los cepedas, dispuestos a arrasar con todo. ¿Y la gente que vale la pena? Esa gente está dormida y despistada y no vale un voto. Ojalá no estemos ‘maduros’ para grandes y graves sorpresas.