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Gustavo A. Orozco Lince

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Cantos de sirena

Boric tocó la campana. Ojalá Petro la haya escuchado y no sucumba ante los cantos de sirena de Lula.

1 de junio de 2023 Por: Gustavo A. Orozco Lince

Sorprende que quien haya llevado la sensatez a la cumbre de mandatarios en Brasil haya sido el presidente Boric de Chile. En la cara de Maduro contradijo a quienes pretenden lavarle la cara y excusar la innegable realidad desastrosa de Venezuela.

La región puede avanzar pragmáticamente en retomar relaciones con Venezuela sin caer en la estupidez de negar lo obvio que pasa desde hace décadas y que no mejora sustancialmente con el tiempo. Yo personalmente lo vi hace unos meses cuando estuve allá.

No hay ningún invento mediático en el atraso del país, en el fiasco que ha resultado el modelo bolivariano y en las dificultades cotidianas a las que se enfrentan los venezolanos por cuenta de la corrupción rampante, el dogma que rige la economía y por la persecución política contra los opositores. Yo mismo lo vi.

Lula no solo se equivoca diciendo que lo que pasa es una creación narrativa, Lula miente. Lo hace descaradamente cuando la realidad de Venezuela es bien conocida y su desastre es evidente en cifras y evidencia. Los venezolanos no han escogido, ni un creativo se ha inventado, no tener agua ni electricidad de forma confiable, padecer inflación galáctica, tener una moneda casi que sin valor y ser parte de un sistema político que los persigue por pensar diferente.

Aceptar que esa es la realidad de Venezuela no es difícil ni puede depender de inclinaciones ideológicas. Ser de izquierda no puede ser equiparable con ser cómplice, así sea silencioso, de las dictaduras y del terrorismo del continente. En ese primer grupo está bien incluido Maduro.

Aceptarlo tampoco implica creer que hay que organizar todo el continente como si Venezuela no existiera. Desde hace algún tiempo dije en este mismo espacio que concuerdo con que retomar las relaciones con nuestro vecino es el camino correcto para nuestro país. En el manejo de nuestras relaciones internacionales, debe primar nuestro interés nacional.

Colombia no logró nada con el cerco diplomático y el mundo no ha logrado nada con las sanciones económicas. Hay que avanzar en caminos que nos beneficien, reconociendo que no hemos podido propiciar una transición democrática. En últimas también es importante reconocer, así suene egoísta, que no es nuestra responsabilidad.

Para nuestra misma seguridad nacional, nos conviene tener a Venezuela cerca. Podrá ser una cooperación hipócrita y traidora, pero hay que jugar con las limitaciones que nos impone tener un vecino con esa forma de mover el tablero. Petro ha seguido ese camino por pragmatismo, y también sin echarnos cuentos, por afinidad.

Pero ni su admiración incomprensible por el desastre de al lado, ni su desespero por reposicionar regionalmente a la izquierda, ni su bien conocida ingenuidad en lidiar con el crimen nos puede acercar a que Venezuela nos asfixie con un abrazo de oso. Boric tocó la campana. Ojalá Petro la haya escuchado y no sucumba ante los cantos de sirena de Lula.

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