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Terrorismo y odio

La tragedia del Centro Comercial Andino de Bogotá que dejó tres mujeres muertas, una médica casi inválida y 10 personas heridas, nos revivió la época de Pablo Escobar, cuando los narcotraficantes rechazaban a sangre y fuego la extradición.

22 de junio de 2017 Por: Beatriz López

La tragedia del Centro Comercial Andino de Bogotá que dejó tres mujeres muertas, una médica casi inválida y 10 personas heridas, nos revivió la época de Pablo Escobar, cuando los narcotraficantes rechazaban a sangre y fuego la extradición.

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Aún no habían arribado al Andino las ambulancias ni las autoridades, y el miedo y el estupor crecían en el país, las redes empezaron a lanzar toda clase de hipótesis, brotó la mezquindad de la oposición al culpar a Santos y a sus ‘amigos’ de las Farc, se atizó el odio entre petristas y peñalosistas. Salud Hernández señaló de una al ELN y Álvaro H. Prada, del CD, dijo que había que derrocar a Santos por ser el “presidente del terrorismo”. Como bien trinó Carlos Duque: “Explota un petardo en un baño y se revientan las cañerías en las redes”.

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De no creer la insidia de este Whats: “La francesa Julie Huynh, quien murió en el atentado del Andino, trabajaba con la ONG Proyectar Sin Fronteras (Adoctrinamiento comunista para comunidades vulnerables). Estaba de servicio social en Colombia y hacía 6 meses que llegó de Cuba. Se especula que ella podría ser la portadora o transportadora en su bolso de la bomba y al manipularla para activarla, cometió un error y explotó antes de tiempo”. Una infamia, mientras los niños de un barrio pobre la lloran y le dan las gracias por creer en ellos y amarlos.

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Y que tal el falso WhatsApp de Uribe, afirmando que el mensaje le había sido enviado por un empresario, preocupado por la situación del país. Los tuiteros le hicieron bulling y de inmediato borró el WS. Ya sabemos a qué le teme el ‘mesías’ que salvará a Colombia del castro-chavismo: al mundo cargado de odios de las redes, donde él es el primer actor.

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Asimismo, es deplorable el manejo superficial que le ha dado el Gobierno al atentado. ¿Por qué los entes investigativos recurren a las recompensas y no al trabajo de campo? En los días siguientes repetían lo mismo: “Estamos tras las pistas”. Vino el chasco de los retratos hablados: eran fantasmas. Hasta ayer, los medios se referían al MRP, el ELN y el Clan del Golf, pero se apresuraban a aclarar que las autoridades no saben aún quién o quiénes son los culpables: ¿El ELN para presionar el cese bilateral del fuego? ¿La extrema derecha para neutralizar la entrega de armas de las Farc? ¿El clan del Golfo para lograr un Acuerdo con el gobierno? ¿Los paramilitares que rechazan el Acuerdo con las Farc? Todas y ninguna, ¿o acaso un nuevo elemento desestabilizador y más sofisticado?

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Mientras, crece el odio y la polarización. No actuamos al unísono como hacen Francia o Gran Bretaña, víctimas también de esta violencia demente, al protestar en forma masiva, solidarizarse con las víctimas y rodear los gobiernos. Aquí no, a Santos le cobran sus bajos índices de popularidad (justificados en algunos aspectos), pero en un momento de quiebre, olvidamos nuestra identidad, nuestro ADN, somos un pueblo descastado, donde todos podríamos caer en las garras de un terrorismo ciego, sin rostro, que se agazapa en baños de mujeres, y mata víctimas inocentes.

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PD:
Aquí no se mueve un peso si el ministro Cárdenas no lo autoriza. Fue el único capaz de arreglar el paro de maestros. Y ahora, cuando el Congreso aprueba el Proyecto para aliviar los aportes de salud de los pensionados más pobres, declara que el país no tiene recursos. Pero si hay plata para subvencionar la multitudinaria comitiva de lagartos que acompaña a Santos en París.