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Ideología pétrea y responsables

Esa puerta siniestra es la de facultades extraordinarias solicitadas al Congreso para que el Ejecutivo legisle a capricho.

12 de marzo de 2023 Por: Antonio de Roux

El gobierno del Pacto Histórico vive su octavo mes, pero ya comenzó a clavar pico en las encuestas. Las explicaciones son múltiples y conviene detenerse en algunas de ellas. Para comenzar, el apoyo de los colombianos a las propuestas de Petro es minoritario, tres cuartas partes de los posibles votantes no acogió su programa de campaña. La afirmación anterior surge de una cuenta simple: en la elección de Presidente solo participó la mitad del censo electoral, mientras el 50% restante se dividió por partes iguales entre el candidato ganador y su contendiente.

Las gentes no son tontas y ya se están dando cuenta que por la puerta trasera les quieren embutir recetas indeseables. Esa puerta siniestra es la de facultades extraordinarias solicitadas al Congreso para que el Ejecutivo legisle a capricho. Sin embargo, la experiencia indica que los cambios impactantes requieren amplios consensos. Es un ejercicio de escucha que debe trascender el círculo de los socios políticos y ser ajeno a la ideología inflexible, pétrea, que la mayoría rechaza. Y que no nos vengan a tachar de fachos, cavernarios y seguidores del ‘innombrable’. Se necesitan transformaciones sociales inmediatas para derrotar la pobreza y la exclusión, pero deben ser coherentes, orientadas a avanzar, no teñidas de rencor ni dogmas.

Para hacer las cosas peores parece que quienes nos gobiernan desconocen la urgencia de resolver los problemas. Tienen el ‘síndrome del ocho de agosto’, del primer día de gobierno, cuando los recién posesionados todavía no se sienten responsables, dedican sus esfuerzos a echarle la culpa de todo a sus antecesores y actúan con parsimonia, convencidos de que con ellos comenzó el mundo y hay tiempo hasta para chambonear.

Entre tanto la incertidumbre y el desconcierto se generalizan. Basta mirar el panorama de hoy: la Fuerza Pública ha sido neutralizada; se multiplica el asesinato de líderes sociales; la provisión de fármacos causa inquietud; la minería del bajo Cauca empujada por mafias es incontrolable; los viajantes aéreos estafados no encuentran soluciones por la reacción lenta y errática de las autoridades; las inversiones del sector eléctrico están detenidas; la explotación carbonífera es satanizada a pesar haber generado US $12.000 millones el año anterior; los proyectos de reformas no consideran la escasez de recursos públicos; la falta de apetito por títulos de deuda nacional en los mercados nos condena a mayor devaluación y carestía.

La apatía frente a las soluciones y el aparente propósito de mantener el estado de conflictividad, estuvieron presentes en los hechos del Caguán. La gravedad de la situación había sido advertida desde la Procuraduría, pero se dejó que creciera el desencuentro y terminara permeado por disidencias y narcotráfico. Los hechos incluyeron el secuestro colectivo de policiales indefensos, el asesinato de un oficial, las lesiones a varios de sus subalternos y la destrucción de infraestructura productiva. El gobierno intervino para disimular el secuestro bajo el nombre engañoso de “cerco humanitario”, dar reconocimiento a las milicias armadas, cohonestar con el grave daño a la institucionalidad y a la dignidad del Estado. Por eso la conducta de los ministros y mandos involucrados tienen que ser investigada. La ideología pétrea no los exime de responsabilidad.