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El virus asesino que llega

La realidad no puede negarse, el mundo enfrenta una epidemia de dimensiones insospechadas.

17 de febrero de 2020 Por: Antonio de Roux

La realidad no puede negarse, el mundo enfrenta una epidemia de dimensiones insospechadas. El asunto se debe a las características del patógeno conocido como Coronavirus o Cavid 19. El micro organismo se transmite con facilidad pasmosa y las señales de la enfermedad solo aparecen una o dos semanas después de haberse contraído, cuando ya el portador sano la ha repartido entre familiares, amigos y ocasionales interlocutores. Comienza entonces la tos seca, la fiebre, la dificultad respiratoria y si no se tienen los cuidados necesarios sobrevienen el daño cardíaco, el renal y la muerte.

Frente a esta amenaza la ciencia carece de armas efectivas. Se necesitarán dieciocho meses para disponer de una vacuna. Entre tanto se hacen pruebas con anti retrovirales y cloro quinas en busca de una cura. Mirándolo con los ojos de la historia en lo referente a la falta de fármacos para atacar el mal estamos como 1918, cuando apareció la llamada ‘gripe española’.

A pesar de su nombre la influenza mencionada surgió en un pueblo de Estados Unidos, y llegó a Europa con las tropas de este país que participaron en la Primera Guerra Mundial. A continuación la enfermedad se apoderó del planeta dejando quinientos millones de infectados y más de cincuenta millones de muertos. Sin embargo, la velocidad de diseminación fue más lenta que la observada en el brote actual. La explicación está en las comunicaciones aéreas que propician la pandemia.

En el estado de cosas descrito los esfuerzos tienen que dirigirse a la prevención y a la atención de los afectados. Pero este último aspecto entraña una dificultad mayor en ambientes de epidemia puesto que al generalizarse la enfermedad los sistemas de salud no aguantan, colapsan. Piénsese en que ayer había en China cerca de setenta mil enfermos, de los cuales alrededor de doce mil requerían respiración asistida y tratamientos especiales.

Llegando a este punto conviene preguntarse por las acciones requeridas en Colombia para detener la propagación del virus. El tema es complejo porque nuestro sistema de salud ha venido reventado, las camas disponibles son escasas y la espera para la atención de una urgencia toma nueve horas en promedio. Entretanto la oportunidad de actuar se esfuma, contamos con pocos días para reaccionar y la actitud pasiva por parte de las autoridades es inaceptable.

Hay que atender el llamado del director de la Organización Mundial de la Salud y prepararse ya. Como primer paso es necesario intensificar los controles en los aeropuertos de manera que se puedan individualizar con precisión los pacientes objeto de cuarentena. En segundo término, se requiere una gran campaña pedagógica la cual incluiría instrucciones sobre el lavado frecuente de manos, uso de antibacteriales, empleo correcto de tapabocas, restricción de asistencia a eventos públicos, etc.
En tercer lugar, se deben tomar previsiones para asegurar la disposición de medicamentos, suministros y equipos médicos. Por último, es mandatorio establecer protocolos de manejo de pacientes y estrategias coordinadas de atención entre los centros hospitalarios. Lo anterior para no mencionar medidas extremas como las adoptadas en China donde los bancos están lavando y desinfectando los billetes.

No hay tiempo que perder, todavía podemos contener al virus asesino que llega.

Sigue en Twitter @antoderoux