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Conflicto aéreo sobre Cali

El choque entre el municipio de Cali y la Fuerza Aérea por cuenta de la base Marco Fidel Suárez se veía venir. La razón es muy sencilla, entre uno y otra existen ciertos intereses difícilmente reconciliables.

17 de febrero de 2019 Por: Antonio de Roux

El choque entre el municipio de Cali y la Fuerza Aérea por cuenta de la base Marco Fidel Suárez se veía venir. La razón es muy sencilla, entre uno y otra existen ciertos intereses difícilmente reconciliables. Las diferencias no empañan una realidad: los caleños debemos mucho a esa octogenaria institución militar la cual refuerza nuestra seguridad ciudadana, crea oportunidades educativas para los jóvenes y acoge naves destinadas a usos bélicos, así como las livianas utilizadas en vuelos humanitarios.

El conflicto que ya se ha hecho público, está plasmado en la acción popular presentada por el Comando Aéreo No 7 a cargo del coronel Juan Jaime Martínez, contra el Concejo Municipal de Cali, la Alcaldía y la Curaduría Urbana No. 2.

En la demanda admitida el pasado 4 de febrero, se solicita ordenar a la curaduría que revoque las licencias de construcción para edificios altos expedidas en el Nororiente caleño. También se pide que las curadurías cesen de otorgar permisos para ese tipo de construcciones en la zona, hasta tanto sea emitido por la autoridad aérea militar el concepto técnico para la “construcción en inmediaciones de los aeródromos y helipuertos de la fuerza pública”.

La demanda además reclama la aplicación inmediata de medidas cautelares como son la suspensión de los artículos del POT que regulan las áreas de aproximación aérea en Cali; la no entrega de licencias de construcción a edificaciones con altura mayor a dos pisos en una zona de cuatro kilómetros a lado y lado de la pista, y la suspensión de las licencias ya emitidas para edificios de más alzada.

La situación procede en buena medida de las normatividades contradictorias y los vacíos legales. La Fuerza Aérea tiene a cargo regular las edificaciones aledañas a los aeródromos militares, pero esas reglamentaciones si existían debieron ser invocadas a su debido tiempo, al tramitarse el POT. Es exótico que el asunto aparezca ahora cuando hay construcciones en curso y derechos adquiridos provenientes de decisiones que tomaron los curadores. Unos funcionarios que todo indica actuaron conforme a derecho al aplicar las regulaciones vigentes en su momento.

El episodio entraña una cuestión de mayor calado que ni el Estado ni las autoridades locales han sabido afrontar. Se trata de la no conveniencia de mantener en el corazón de Cali una instalación de las características de la base aérea. La pista existente constituye un obstáculo insalvable para la urgente conectividad vial, mientras el tráfico y los ejercicios aéreos son fuente de contaminación auditiva. A su turno la restricción a las construcciones en altura, que según la demanda alcanzaría una superficie de cinco mil hectáreas, entorpece de manera grave la necesaria densificación de un sector de la ciudad que debe ser redensificado mediante desarrollos en altura.

Encontrar una solución adecuada para la ubicación de la Escuela Aérea dentro del Valle del Cauca debe ser propósito inaplazable que convoque a Municipio, Departamento, Fuerza Aérea y Ministerio de Defensa. Ojalá el bloque parlamentario y en especial los legisladores jóvenes y comprometidos se muevan en ese sentido.

Farewell. Con Judith Gómez se fue una grande del periodismo. Su vida fue ejemplo de profesionalismo y carácter. Mis condolencias para su familia y para sus compañeros en la redacción del periódico.

Sigue en Twitter @antoderoux