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¡Basta de asesinatos en Cali!

¿Cómo creerle Alcalde, si su gobierno ha permitido que parte importante de las cámaras de video-seguridad siga inactiva y su mantenimiento se entregue a una entidad sin experticia en la materia?

25 de abril de 2021 Por: Antonio de Roux

La incapacidad de las autoridades para manejar la seguridad caleña ha llegado a extremos inaceptables. Los ciudadanos no podemos seguir silenciosos ante este baño de sangre. Llegó el momento de exponer la realidad sobre una administración local que parece no entender la magnitud de la amenaza, y nos está dejando en manos del hampa.

Siento decirle al alcalde Ospina que la frase por él repetida sobre un supuesto compromiso de su gobierno con la vida ya a nadie convence. ¿Acaso podemos encontrar verdad en afirmaciones suyas vertidas en tono rimbombante como aquella de que Cali es “una sociedad en donde la vida en todas sus dimensiones será protegida”?

¿Cómo creerle Alcalde, si a su administración no se le conoce una estrategia clara y coherente en la materia, y el Secretario de Seguridad municipal trata de evadir su responsabilidad achacando la culpa esta tragedia creciente a la política migratoria nacional?

¿Cómo creerle Alcalde, si el año pasado se dejó de ejecutar una buena porción del presupuesto de seguridad y para este año por iniciativa suya, con la anuencia de un Concejo indiferente al desastre, disminuyeron notoriamente lo asignado para aquel fin?

¿Cómo creerle Alcalde, si su gobierno ha permitido que parte importante de las cámaras de video-seguridad siga inactiva y su mantenimiento se entregue a una entidad sin experticia en la materia?
Esto mediante convenios interadministrativos, uno de esos agujeros negros contractuales que hacen difícil el control de los pagos, los beneficiarios y los resultados previstos.

El atroz asesinato de Felipe Tobón en el camino a las tres cruces, pone de presente que en la fallida conducción de la seguridad caleña confluyen otros responsables. Me refiero en primer lugar a ciertos funcionarios judiciales. No es entendible que por cuenta de investigaciones sin rigor se sigan soltando atracadores y homicidas reincidentes, o capturados en flagrancia.

Con relación al mejoramiento del desempeño judicial crece la percepción de que el alcalde Ospina tiene las manos atadas, arrastra limitaciones insalvables para pedir resultados a jueces y fiscales. Es así por su vinculación como imputado a unos procesos penales adormecidos por años. Su libertad personal pende de las decisiones tomadas por la misma jurisdicción que él debiera confrontar y apretar para exigir justicia cumplida en favor de los caleños.

Otro actor que tiene su parte en la inseguridad es la Policía. De tiempo atrás se conoce la multiplicación de pandilleros y asesinos en los cerros tutelares, la carretera a Golondrinas, la vía al mar, mientras faltan labores preventivas y de control territorial.

Se está volviendo común que tras un crimen los policiales se limiten a dar explicaciones minuciosas sobre las circunstancias del hecho, como si las palabras pudieran resucitar muertos. Quizás los oficiales de la institución están decepcionados de una ciudad cuyos gobernantes abandonaron aquellas estrategias de probada eficacia para contener los homicidios, llegando incluso a quitar recursos indispensables para la operación policial.

Con todo, si algo anhelo es que Ospina sea exitoso en el manejo de la seguridad. Mi razón es muy personal: no deseo que a mis seres queridos, ni a usted amigo lector, ni a mí nos roben la vida en un parque, un restaurante o un semáforo.
Sigue en Twitter @antoderoux