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Del padre Hurtado y elecciones

Se nos fue el ‘santo varón’. Era muy amigo de mi padre,...

16 de mayo de 2014 Por: Angela Cuevas de Dolmetsch

Se nos fue el ‘santo varón’. Era muy amigo de mi padre, ofició sus exequias y nunca me dejó olvidar que los Masones a los que nunca reconocí en el funeral lo habían dejado con la mano extendida. Casó a mi hija y en el sermón se refirió a los bígamos que se habían casado varias veces sin la anulación de la iglesia, en un recinto repleto de pecadores. Hay una foto coqueta mirando el profundo escote de mi hermana. Lo entrevistamos en el Ágora con Gonzalo Echeverry, el estilista, cuando el debate sobre casamientos entre homosexuales. Llegó con Biblia en mano diciendo que para que se consumara el matrimonio debía haber un órgano femenino y uno masculino y cuando Gonzalo le comentó que si no se permitían dos penes no se escandalizó. Le gustaban mis secretarias, me visitaba a menudo y pasaba por la Sede en la Calle 6 con Cuarta, donde se deleitaba recordando que allí había nacido. La última entrevista se la hice en el hospedaje donde vivió sus últimos años. Me mostró la foto de la novia de su vida, no estaba de acuerdo con el celibato y me dio la impresión que ella no había sido su único amor, corroborado por la frase última: “Padre, ¿le gustan las mujeres?”. “A los únicos que no les gustan las mujeres es a los invertidos”.Quisiera seguir escribiendo sobre él, su amor al prójimo, su vocación de paz y no inmiscuirme en la campaña electoral tan machista y patriarcal. Los dos candidatos de las maquinarias destrozándose en la arena jurídica y los otros como convidados de piedra viendo el espectáculo desde la barrera. Nunca me olvidaré de una campaña de Noemí Sanín donde casi ganamos las mujeres, en la que mostraba los candidatos hombres en una riña parecida a la de ahora y decía: “Qué asco, no más de lo mismo”.¿Qué va a pasar en estas elecciones? Tenemos candidatas preparadas, honestas, tanto de derecha como de izquierda pero sin plata ni maquinaria. Pareciera que las mujeres tuviéramos un placer morboso en apoyar a los violentos, a los que quieren la guerra, como si nuestros hijos asesinados no nos dolieran en el vientre. Cuántas veces hemos oído a las mujeres que no queremos parir hijos para la guerra. Ninguna mujer debería votar por Zuluaga ni tampoco por Santos. Las mujeres tenemos el reto histórico de votar por las mujeres.