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Algo más sobre la marcha

Las Fuerzas Armadas y de Policía tienen una oportunidad para mostrar que actúan en los marcos de la ley y que no van a excederse como en pasadas oportunidades, asunto reconocido por la Cidh, e incluso por la Fiscalía.

7 de diciembre de 2021 Por: Álvaro Guzmán Barney

Comparto plenamente las columnas escritas en este Diario por Carlos Climent y Aura Lucía Mera, a propósito de la marcha indígena a Cali organizada por el Cric para el 10 de diciembre. Plasman opiniones ecuánimes con los hechos y solidarias con una significativa movilización étnica que, desde otras perspectivas de opinión, se ha tratado de manera estigmatizada.

Seis meses después de haber participado en el ‘levantamiento popular’, los indígenas regresan a Cali manifestándose con una marcha que, hasta donde conozco, tiene dos objetivos: por un lado, denunciar cientos de asesinatos de líderes sociales, defensores de Derechos Humanos y del medio ambiente, así como de reintegrados a la vida civil de las antiguas Farc, muchos de ellos indígenas. Por otro lado, hacer explícita su visión ante el país político y social, de la sociedad del futuro, buscando alianzas con otros sectores sociales. En este marco, cierto es, reiterar acuerdos incumplidos por el Gobierno Nacional.

Ambos objetivos son legítimos y pueden entenderse en una trayectoria civilizatoria y modernizadora que debe ser liderada también por otros sectores sociales, especialmente aquellos vinculados con el poder. La protesta por la violencia que impera en el país incumbe a todos los sectores sociales y su denuncia debe generalizarse. Los acuerdos de Paz se deben profundizar con la convivencia entre colombianos.

La modalidad de protesta que se anuncia es una marcha que se debe organizar de manera que interrumpa lo menos posible la movilidad de los ciudadanos que requieren circular, especialmente por razones de trabajo. Tengo entendido que la marcha parte del centro del Cauca y llega el día anterior a Jamundí, para salir de allí a Cali. ¿Por qué Cali? Desde principios del Siglo XX, Cali es la capital de la región del suroccidente colombiano, a partir de la cual se ha consolidado una red de ciudades que incluye a Popayán. En la ciudad-región de Cali hace presencia también el sector rural que cubre ese amplio territorio.

La región tiene una particularidad: combina formas muy avanzadas de agricultura y también formas tradicionales campesinas, así como territorios indígenas y de comunidades negras. Se articulan formas de economía y de sociedad distintas y complejas que, de alguna manera, tienen su centro político regional en la ciudad-capital. Es comprensible entonces que se quiera manifestar en esta urbe y son puntos de vista equivocados y ciegos quienes ven en la llegada de los indígenas a Cali una ‘invasión’ de personas que no tienen nada que ver con la ciudad. Es equivocado y ciego ya que se abre la posibilidad de construir un diálogo entre sectores sociales y se contribuye con la estructuración de una nueva forma de sociedad, más inclusiva y democrática.

El meollo del éxito de la marcha, el reto fundamental para los indígenas y para la sociedad regional, está en que se desarrolle de manera pacífica.
Escuché que los indígenas del Cric estaban dispuestos a dialogar incluso con los sectores que se sintieron o fueron agredidos hace seis meses. Sería un aprendizaje colectivo muy beneficioso.

Fuera de sus bastones de mando, no deben portar armas y realizada la manifestación, deberían regresar a sus lugares de origen. Pero también hay que desarmar los espíritus y las organizaciones que están en el lado opuesto. Hubo paramilitarismo en el pasado y en las redes circulan en estos días mensajes de estirpe fascista contra los indígenas. Las Fuerzas Armadas y de Policía tienen una oportunidad para mostrar que actúan en los marcos de la ley y que no van a excederse como en pasadas oportunidades, asunto reconocido por la Cidh, e incluso por la Fiscalía.