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Violaciones de tránsito

Otra consecuencia de la indisciplina de la movilidad, es su influencia sobre el comportamiento ciudadano, las personas emulan lo que observan a diario.

30 de abril de 2019 Por: Alfredo Carvajal Sinisterra

El orden en el tránsito, peatonal y vehicular tiene más importancia de la que se le atribuye ordinariamente. Por ser frecuentes las contravenciones, nos hemos acostumbrados a aceptarlas. No pasan de ser inconvenientes cotidianos.

En primera instancia del estricto cumplimiento de sus normas depende la vida de muchas personas. Se producen aproximadamente 7000 lesionados por año y 300 muertes, las lesiones, en no pocos casos, se traducen en desmembramientos o invalidez. Más o menos el 50% de los accidentados y de los fallecimientos, son por causa de las motos, el siguiente puesto lo ocupan los peatones y luego los ciclistas.
Las congestiones son sinónimos de demoras. Ir de norte a sur de la ciudad o viceversa, toma una hora o más, lo cual ha ocasionado que la ciudad se divida en dos o tres sectores, que cada día se comunican menos.

Otra consecuencia de la indisciplina de la movilidad, es su influencia sobre el comportamiento ciudadano, las personas emulan lo que observan a diario. Si prevalece la indisciplina, la conducta observada suele trasladarse a otras interacciones de la convivencia ciudadana.

Me motiva a escribir esta columna mi experiencia personal. La secretaria de mi oficina fue a tomar un curso al Tránsito que sustituye una multa, en razón de que se pasó un semáforo en amarillo ¿Desde cuándo la luz roja se convierte en amarilla?, cuya finalidad indica pasar con precaución o parar cuando hace algún tiempo se ha encendido. Esta clase de decisiones le dejan a uno la duda de lo que se pretende. Lo digo, porque todos los días veo que se cometen contravenciones de tránsito sin sanción, en cambio el pico y placa es controlado rigurosamente. Observo que las gualas para el servicio público, vehículos hechizos, circulan normalmente por lo que me imagino que han pasado la revisión técnicomecánica que con tanto celo se exige a los particulares. Las dudas no me dejan de preocupar cuando me consta que los guardas se hacen de la vista gorda cuando pasan sobrecargadas, en las horas pico, con personas colgando como racimos de plátanos. Solamente he visto un retén para gualas cuando, con razón, lo practican frecuentemente para las motos y lo carros particulares.

Sin duda hay guardas que cumplen celosamente con su deber, pero existen otros cuyo comportamiento lo llena a uno de dudas.

Suelo transitar por la zona norte, por lo cual he podido constatar que en vías arterias como la Novena se autoriza estacionar a ambos lados de la vía, entorpeciendo su circulación. En otras ocasiones observo que también estacionan vehículos sobre andenes y esquinas, sin consecuencia ¿Para qué construir parqueaderos?, mejor estacionar gratis en la calle.

El mantenimiento de los semáforos ha mejorado, al igual que la pintura en las calles, pero la señalización física deja mucho que desear, parece una ciudad en decadencia. Me recuerda la teoría las ‘ventanas rotas’.
Otra anomalía es la prioridad que se otorga a los vehículos. Nos quejamos de los huecos y los obstáculos en las calles, pero los andenes de Cali constituyen un peligro para los peatones y entelequia para las sillas de ruedas.

Es necesaria mayor eficacia en este campo. Claro está que gran parte del problema se solucionaría cultivando e importantizando el respeto por los demás y mejorando la infraestructura.