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Un diálogo necesario

Empresarios, constructores, educadores, investigadores, rectores de colegios, docentes, padres de familia y los mismos estudiantes, necesitan ser parte de ese gran diálogo nacional en torno a la educación de calidad y el papel que cumple la infraestructura en ese proceso.

25 de septiembre de 2022 Por: Alfonso Otoya Mejía

En Nueva York, además de hablar del Amazonas, la coca y el petróleo, se dieron intervenciones que, aunque pasaron desapercibidas, pueden ser verdaderamente transformadoras para la realidad de nuestro país. Un diálogo sobre educación.

El ministro de Educación, Alejandro Gaviria, en el foro Agenda 2030 de la CAF, mencionó una vez más el ambicioso plan que prepara el Gobierno nacional para fortalecer la infraestructura escolar. Resaltó la necesidad de brindar a los estudiantes de Colombia, así como a sus maestros, condiciones dignas para el desarrollo del aprendizaje. Es realmente valioso ver como hay un compromiso por seguir invirtiendo en la educación como uno de los pilares sobre el cual debemos edificar la Colombia del futuro.

Bien hace el gobierno colombiano en priorizar la infraestructura escolar. No se trata solo de un tema de construir colegios a diestra y siniestra. Debe enfocarse todo este esfuerzo en la adecuación de los espacios de aprendizaje a las necesidades y contextos de los estudiantes y no al contrario. También en la provisión de recursos tecnológicos y de conectividad para todas las regiones, así como la necesaria capacitación permanente de los docentes.

A propósito de este tema, sin perder de vista nuestra realidad y capacidades, es pertinente revisar cómo otros países han respondido en función de las necesidades y características de su población. Es el caso de Finlandia, reconocido como uno de los países con el mejor modelo educativo del mundo. Según Reino Tapaninen, experto
finlandés consultor en arquitectura escolar, parte de su éxito en términos de educación es justamente brindar gran importancia al entorno del aprendizaje y al bienestar de los estudiantes dentro y fuera de la escuela. Este modelo bien puede servir como ejemplo.

Los entornos de aprendizaje que funcionan bien promueven la interacción, la participación y la construcción de conocimientos comunitarios. También permiten la colaboración activa con comunidades y otras personas fuera de la escuela. Este punto es clave. Mirar el entorno educativo como un sistema en el que todos los aspectos aportan al proceso de aprendizaje, implica que la infraestructura escolar sea parte del desarrollo pedagógico y, a su vez, que sus espacios y herramientas fomenten el bienestar y la participación de docentes y estudiantes.

Esta conversación no debe quedar solo en el ámbito del Gobierno que, si bien tiene la responsabilidad de desarrollar las políticas públicas que dinamicen este sector, también debe involucrar en este proceso a todos los actores del ecosistema educativo en la generación de soluciones hechas a la medida de nuestras necesidades.

Así las cosas, empresarios, constructores, educadores, investigadores, rectores de colegios, docentes, padres de familia y los mismos estudiantes, necesitan ser parte de ese gran diálogo nacional en torno a la educación de calidad y el papel que cumple la infraestructura en ese proceso.

Ya veremos si resulta la apuesta gubernamental. Por lo pronto, tenemos la tarea de aprovechar la inclusión de este tema en la agenda pública del país.

Los hechos de corrupción que se evidenciaron esta semana en Emcali nos distraen de los problemas importantes de nuestra sociedad y nos enfocan en la coyuntura. Ospina está en el ojo del huracán. Como lo escribí hace dos semanas, y sin querer volverme repetitivo, el alcalde debe asumir sus responsabilidades.