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Minas de muerte

Preocupa que ahora no solo las organizaciones delictivas de la minería ilegal y el narcotráfico sean las causantes de la contaminación del territorio con estos artefactos.

26 de marzo de 2023 Por: Alfonso Otoya Mejía

Durante décadas Colombia ha padecido el flagelo de las minas antipersonal y la contaminación del territorio con munición sin explosionar. Si bien es cierto que se han realizado numerosos esfuerzos para descontaminar los territorios, en el 2022 fueron 135 las víctimas de las cuales 11 fueron menores de edad.

El uso de estos materiales bélicos en nuestro país se remonta a las confrontaciones guerrilleras del siglo pasado. Sin embargo, fue a finales de la década de los 90 cuando se expandió su uso por parte de grupos al margen de la ley que buscaban tener control del territorio donde poseían cultivos de coca. Esta nefasta estrategia de control territorial sigue vigente por parte de los actores que se dedican al narcotráfico.

Desafortunadamente, esta práctica de control territorial fue copiada por los grupos que realizan minería ilegal. En ese desespero por controlar el territorio se han caído en atrocidades como contaminar con minas antipersonal las orillas de ríos, sin medir la consecuencia de lo que significa tener un río minado. Se sabe dónde se ponen las minas, pero no dónde terminan después de la primera creciente.

Preocupa que ahora no solo las organizaciones delictivas de la minería ilegal y el narcotráfico sean las causantes de la contaminación del territorio con estos artefactos. La semana pasada la Contraloría denunció la presencia de minas antipersonal muy cerca de la ruta de los inmigrantes en el Tapón del Darién.

Para nadie es un secreto las difíciles condiciones que enfrentan los inmigrantes que desde Suramérica e incluso algunos países africanos tratan de llegar a los Estados Unidos por la ruta del Tapón del Darién.
Desde hace años, muchas personas han cruzado por este lugar en búsqueda del sueño americano enfrentando las dificultades de la única barrera natural que mantiene incomunicado a Norteamérica de Suramérica.

No son solo los peligros de la naturaleza lo que hace de este paso una ruta sumamente peligrosa. También la existencia de los llamados Coyotes que no son más que redes de tráfico de personas, que explotan y se enriquecen de las necesidades de los inmigrantes. Pareciera que hoy estas redes ilegales aprendieron las desastrosas prácticas de las otras organizaciones criminales, y con tal de garantizar el pago de tarifas y servicios, han contaminado el territorio con artefactos explosivos generando más peligros para los inmigrantes.

Otra hipótesis de la razón por la cual grupos ilegales han minado el territorio es la ofensiva de las autoridades en la captura de cargamentos de droga a través de lanchas rápidas en la región. Supuestamente esta presión ha generado la necesidad de sustituir la vía marítima por la terrestre para el tráfico de los narcóticos. Sin embargo, esta explicación no resulta muy lógica por la cantidad de toneladas que se deberían movilizar en condiciones de terreno supremamente adversas.

Pero más allá de las causas por las cuales el territorio se encuentra contaminado, esa realidad hoy hay que superarla. Hay que detener la contaminación que realizan los actores armados en el territorio, dar condiciones de seguridad e iniciar lo antes posible la identificación para posteriormente realizar las acciones de desminado antes que sea incontrolable. Por lo pronto seguir educando y concientizando a la población migrante de las dificultades del territorio en materia de riesgo de minas. Una amenaza que muchas de estas personas desconocen por completo y que sigue cobrando muchas vidas.