Economía enguayabada
Son importantes los mensajes y las formas como el gobierno cuide la confianza de los ciudadanos y los inversionistas
Siga a EL PAÍS en Google Discover y no se pierda las últimas noticias

9 de oct de 2022, 11:55 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 04:52 a. m.
En junio de 2020 escribí una columna que se tituló, economía drogada. En ese momento, en medio de la pandemia, requeríamos tener la economía en ese estado, con exceso de liquidez. Hoy como cualquier paciente, después de ser sometido a una gran carga de medicamentos estamos pagando las consecuencias de esas medidas que mantuvieron a flote nuestra economía en los momentos más difíciles. Los guayabos nunca han sido fáciles.
Creo que existe consenso en torno a la necesidad de las medidas actuales. Incluso hay gran aceptación frente a lo drásticas que estas deben ser. Como es la subida de las tasas de interés en las últimas semanas. Sin embargo, desde el gobierno salen voces, incluida la del Presidente, que tratan de evitar el dolor. Pretenden entonces embarcarnos en una política económica de aplazamiento de las decisiones, independiente que las consecuencias que estas medidas tardías generen sean mucho más graves.
Para evitar que nuestro país enfrentara la historia que muchos países de América vivieron en la década de los 80, por la tentación terrible de nunca pagar las consecuencias de una economía drogada, en la constitución del 91 se marcó la clara independencia del Banco de la República con el Ejecutivo. Esa medida evita que la política económica del país se maneje de forma populista y que los gobernantes crean que la solución de los problemas es la expansión monetaria.
Desconocer esta independencia y abogar por esquemas más populistas o laxos es una irresponsabilidad y nos puede llevar a escenarios recorridos por muchos países del continente y que en ningún caso han tenido efectos positivos.
Afortunadamente hay una decisión en la que el presidente Petro no se equivocó. El nombramiento de José Antonio Ocampo, como ministro de Hacienda. Las últimas semanas hemos visto como este señor ministro ha tenido que salir a rectificar múltiples declaraciones de sus colegas, incluso del Presidente, para proteger la estabilidad económica del país.
Es el funcionario que trae la sensatez y el equilibrio al gobierno. El desgaste que está viviendo es monumental. Sus compañeros de gabinete deben aprender, ojalá rápidamente, que la confianza de los inversionistas y los ciudadanos en general son un activo preciosísimo. No debe ser destruido por declaraciones inconsultas que responden más a opiniones personales que a decisiones de política pública.
No podría predecir con exactitud el comportamiento de los principales indicadores económicos, pero sí su tendencia. Todo indica que el 2023 será un año difícil en materia económica para nuestro país. El conjunto de la reforma tributaria y las medidas contraccionistas en materia monetaria del Banco de la República, así como el comportamiento de la economía mundial, nos llevara de tener un crecimiento del 8% este año a uno más cercano al 1% en el 2023. Este frenazo en seco probará una vez más la capacidad empresaria de nuestro sector privado.
Que no se nos olvide que la economía es cíclica. Tratemos de aprovechar las oportunidades que nos puede brindar una época de recesión o bajo crecimiento. No nos dejemos llevar por el pesimismo. Claramente el gobierno tiene una gran responsabilidad en cómo nos ayuda a los colombianos a sortear esta época complicado. Son importantes los mensajes y las formas como el gobierno cuide la confianza de los ciudadanos y los inversionistas. El guayabo iba a llegar de todas maneras.

Directora de El País, estudió comunicación social y periodismo en la Pontificia Universidad Javeriana. Está vinculada al diario EL País desde 1992 primero como periodista política, luego como editora internacional y durante cerca de 20 años como editora de Opinión. Desde agosto de 2023 es la directora de El País.
6024455000