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La seguridad regional

Estas últimas semanas el país ha conocido una serie de masacres en el suroccidente del país -Cauca, Cali, Nariño- y también en la región del Catatumbo y Arauca;

24 de agosto de 2020 Por: Alejo Vargas Velásquez

Estas últimas semanas el país ha conocido una serie de masacres en el suroccidente del país -Cauca, Cali, Nariño- y también en la región del Catatumbo y Arauca; además de los asesinatos de líderes sociales y excombatientes de Farc; es decir, zonas donde hay presencia de actores del conflicto armado y donde los cultivos de coca siguen teniendo relevancia. Con el agravante que en la mayoría de casos ha afectado a jóvenes.

Pero la explicación hay que buscarla en aspectos coyunturales y de más largo plazo. Probablemente el factor de más peso ha sido la débil o inexistente presencia del Estado en esos territorios. Infortunadamente se desaprovechó un momento como la desmovilización de las Farc, que implicó el abandono de esa guerrilla de territorios donde ejercían un poder regulador, ilegal sí, pero con gran capacidad de ejercer un control de esos territorios. Se esperaba que el Estado diseñara y ejecutara una estrategia de copamiento de esos territorios e iniciara un fortalecimiento de su presencia, sin embargo ni el anterior gobierno -que hizo bien la fase de negociación pero se descuidó en el pos acuerdo-, ni tampoco el actual gobierno, adelantaron una estrategia adecuada en ese sentido. Ahí está el problema original.

En esos territorios se ha dado la siembra de cultivos ilícitos y hay presencia de grupos guerrilleros o de otros grupos del crimen organizado porque nunca ha habido una presencia real del Estado; por eso la posibilidad del desarrollo de una economía que le dé posibilidades de vida a los pobladores ha estado ausente y las rentas ilegales han sido una opción de sobrevivencia; igualmente, como no ha habido Estado la regulación de la vida social la han desarrollado grupos ilegales, que imponen sus ‘normas’ a los pobladores.

Cuando suceden estos hechos de violencia, condenables, a posteriori aparece la Fuerza Pública, pero difícilmente hay confianza en una fuerza que se perciben como transitoria y eso dificulta la obtención de información. La información de los pobladores a las autoridades está relacionada con la confianza y la legitimidad y para ellos se requiere que haya un Estado con presencia estable en el territorio. Seguro en esas regiones la mayoría sabe quiénes han sido los autores de los crímenes, pero para que lo cuenten se requiere que exista confianza y eso se construye en el tiempo. Se trata no solo de identificar y capturar a los autores, lo fundamental es prevenir que se vuelvan a cometer esos crímenes y para ellos se necesita que haya Estado en esos territorios -jueces, Policía, médicos, maestros, vías de comunicación, inversión que genere empleo.

Ojalá estas masacres fueran el llamado de atención definitivo para que el Estado iniciara el fortalecimiento de su presencia en esos territorios; si no, tendremos solo un ‘alboroto’ transitorio y luego todo volverá a la ‘normalidad’, es decir el abandono estatal de esos espacios y sus pobladores.