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MÍO, nuestro

Así no uses el MIO, tu vida se verá afectada por su fracaso. Para revivir a Cali, es imprescindible evitar su perdida.

4 de diciembre de 2022 Por: Alejandro Éder

La semana pasada uno de los cuatro operadores del MÍO cesó operaciones porque se quebró. Tiene pérdidas de $186 mil millones, un poco más de los $140 mil millones que piensa invertir la alcaldía en el parque y senderos de Cristo Rey. Hay gran preocupación de que antes de fin de año -es decir en plena Feria, alumbrado y Navidad- cese por completo el MÍO. Mejor dicho, por más golpeado y estropeado que esté el sistema, la ciudadanía se quedará sin el único medio de transporte masivo formal y digno que tenemos.

La respuesta del Alcalde es convertir los carriles exclusivos del MÍO en vías rápidas para quienes puedan pagar el privilegio. Pareciera que no sabe que todos los carriles ya están invadidos en toda la ciudad por vehículos particulares. Lo que necesitamos son soluciones para garantizar el derecho a la movilidad digna y oportuna de la gran mayoría de ciudadanos y no respuestas para profundizar la inequidad de oportunidades con divagaciones fantasiosas y excluyentes.

Es cierto, la crisis del MÍO viene de años atrás, pero gracias a la pandemia y a los hechos violentos del paro nacional de 2021, el sistema enfrenta hoy su crisis más aguda. La responsabilidad del alcalde es resolverlas, sin disculpas. Entre 2020 y 2022 perdió la mitad de sus usuarios, y su infraestructura sufrió daños o retrasos. Evidentemente los hechos extraordinarios de los últimos dos años han sido un reto sin precedente para Metrocali, pero lo cierto es que no vemos la voluntad política, ni de su director ni del alcalde, para consolidar el sistema.

El MÍO hoy transporta tan solo 270 mil pasajeros diarios. Para que el sistema sea sostenible, deben ser 600 mil. Si no fuera por el Fondo de Estabilización de la Demanda, creado en 2018, hubiera colapsado antes. El fondo se creó como parte del plan de salvamento de la administración de Maurice Armitage.

La administración actual debe continuar con dicho plan, que contempla además una serie de fuentes de ingresos adicionales como zonas pagas de parqueo público y el cobro de la tasa de congestión. También debe avanzar en la explotación comercial de la infraestructura del MÍO, aprovechando, por ejemplo, las terminales del sistema como centros comerciales, tal como ocurre en las grandes ciudades del mundo. Esto no sólo generaría ingresos para el sistema, sino que prestaría un servicio de conveniencia decenas de miles de usuarios.

Para salvar al MÍO, hay que controlar el transporte informal. He escuchado no sólo casos de vehículos piratas destartalados, sino también de conductores irresponsables, algunos inclusive fumando marihuana mientras manejan. Así esto último se diera rara vez, jamás ocurriría en el MÍO. El derecho al trabajo existe, pero también el derecho a transportarnos de manera segura y digna.

Tristemente, no son pocas las voces que claman por el fracaso del transporte masivo de Cali y piden su liquidación. Algunas de ellas, tienen intereses económicos derivados de su fracaso. Casi todas de ellas, tienen carro propio y no necesitan transporte público. Lo cierto es que el fracaso del MÍO no solo dejaría a 270 mil y muchos más ciudadanos, a pie de la noche a la mañana, también destruirá empleos por falta de cómo llegar al trabajo, acabará también con los sueños de jóvenes que no podrán llegar a estudiar, y sumará a la anarquía e inseguridad de Cali con más informalidad.

Así no uses el MIO, tu vida se verá afectada por su fracaso. Para revivir a Cali, es imprescindible evitar su perdida. Ojalá la administración actual tenga un mínimo de humanidad para priorizar su viabilidad y permanencia.