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Acelerar la marcha

Por su ubicación, tamaño, universidades, instituciones médicas, clima y oferta productiva, Cali siempre ha tenido un potencial enorme.

26 de febrero de 2023 Por: Alejandro Éder

Vivimos en Cali el desánimo. Y la caída de la autoestima se puede explicar entre otras cosas, porque los caleños sentimos que nuestra ciudad perdió su rumbo, que en Cali dejamos de tener grandes proyectos para beneficio de los ciudadanos, y que nuestro día a día se lo lleva la inseguridad, la violencia, y el caos vial y de todo género. Sabemos que mientras ciudades como Barranquilla y Bucaramanga avanzan, Cali echa para atrás.

Vivimos también, anclados en la nostalgia de la ciudad de 1971, la de los Juegos Panamericanos, en la de... quién sabe qué. Pero no podemos quedarnos en momentos que ocurrieron hace 50 años y otros del pasado. Hay que cambiar el presente y construir futuro.

Por su ubicación, tamaño, universidades, instituciones médicas, clima y oferta productiva, Cali siempre ha tenido un potencial enorme. Si referimos otras ciudades, aquí sabemos hacer lo mejor, desde cirugías de alta complejidad, pasando por toda la cadena de valor de la salsa, hasta el procesamiento de alimentos que se cultivan y producen en tierras fértiles de municipios aledaños. Adicionalmente, la infraestructura aeroportuaria -que debe avanzar aún más- y la red vial primaria hacen de Cali una puerta de entrada y salida de Colombia hacia el resto de América del Sur y el Pacífico.

Vemos también, que Cali tiene varios obstáculos para su despegue, similar al que tuvo a inicios del Siglo XX con la industrialización y la llegada del Ferrocarril del Pacífico. Son críticos la inseguridad y la violencia que perturban la ciudad y la región desde hace 30 años, con el consecuente impacto en la vida de cada familia. Además, acentuados por el conflicto armado y el narcotráfico que han colocado a Cali como la capital más violenta de Colombia, y epicentro del crimen organizado.

También enfrentamos otras complicaciones que detienen ese despegue. La baja calidad y la insuficiente cobertura en el sistema educativo; el bajo recaudo de impuestos per cápita; la brecha en el mercado laboral entre hombres y mujeres y la abrumadora informalidad laboral de la población joven. Son atascos que se vuelven prioridades inaplazables en un proyecto de ciudad.

Los caleños queremos volver a vislumbrar, como lo hicieron nuestros padres, un mejor mañana. Para eso no necesitamos salvadores improvisados, requerimos un proyecto de ciudad robusto que enmarque con claridad proyectos y soluciones grandes, como por ejemplo el Tren de Cercanías; como la recuperación urbanística del centro y un sistema de parques y plazas públicos de talla mundial y como vías y andenes recuperados de forma integral.

Esta visión, plasmada en proyectos y realidades debe tener como pilares: una autoridad firme para recuperar el orden; la reducción de las brechas sociales y la reconciliación, y que tome como ejemplo la reintegración de excombatientes -que con éxito ha hecho Colombia- para aplicar un modelo similar con la juventud vulnerable de Cali.

Los caleños debemos poner la casa en orden y volver a sentir la fuerza y la grandeza de Cali. Para eso un liderazgo que represente un proyecto de ciudad, que responda a las necesidades reales y sentidas y que realice obras emblemáticas para su desarrollo, resolverá la calidad de vida de las familias caleñas.

Con autoridad, liderazgo, sentido social y visión se le dará la vuelta a Cali. El necesario despegue de nuestra ciudad está a la vuelta de la esquina, cuando con ello nos comprometemos sin fisuras y sin poderes mezquinos y perturbadores. Llegó el momento de acelerar la marcha.