Al oído del príncipe

En una de estas noches, Nicolás Maquiavelo resolvió entrar de incógnito a la Casa de Nariño a charlar con su compatriota Gustavo Petro para darle consejos políticos como los que hace 500 años les daba a los príncipes florentinos.

Entre ambos se trabó el siguiente diálogo:

- Buona notte, caro Gustavo. De paso para Buenos Aires, llamado por Javier Milei, resolví visitarte para darte algunos consejos sobre la política colombiana, porque en 2026 tú y el Progresismo se juegan el futuro.

- Gracias, caro Nicolás, nombre de mi predilección, pues dos de mis hijos tienen ese apelativo, uno de mi primer matrimonio y el otro, hijo de mi actual esposa, al que adopté y a quien quiero como si fuera hijo biológico.

- Como voy de afán, y Buenos Aires está lejos, mi primer consejo es que el Progresismo no puede cometer el error de escoger su candidato a la presidencia el 26 de octubre, no solamente porque eso provocaría la fractura irreparable del Partido, sino porque también puede resultar victorioso uno de los contendientes sin posibilidad de triunfar en la justa presidencial, y como todos juzgan que tú le darás el aval al ganador, quedas sin ningún juego para señalar a quien esté mejor posicionado en marzo para la consulta interpartidista.

- ¿Y qué les digo a los 7 aspirantes?

- El Progresismo es un movimiento caudillista, que hace lo que tú indiques, y ninguno de ellos discutirá la decisión que tomes, entre otras cosas, porque de la elección presidencial depende el futuro de todos los que consideramos que el proyecto de cambio debe continuar.

- A Colombia le ha costado mucho trabajo aceptar que a la presidencia llegara una persona, como yo, tan diferente a la imagen que mis compatriotas tienen de la figura presidencial. Yo no pertenezco a la élite social del país, y mis apellidos son considerados de inferior categoría. No tengo un escudero que me defienda, y a mí me toca dar la pelea en solitario, y si algunos de mis discursos son duros, por ellos he podido mantenerme en el despacho presidencial. Si no hubiera sido así, hace rato me habrían sacado de la Casa de Nariño.

- Adio, bambino. Sigue mi consejo y te garantizo que tu proyecto político triunfará en la elección presidencial de 2026.

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Querida Claudia Cardinale:

No puede ser que con unos pocos días de diferencia, la “señora muerte que se va llevando todo lo bueno que en nosotros topa”, haya accionado la guadaña para terminar con la vida de Robert Redford, y enseguida con la tuya.

Las actrices italianas, que surgieron en la segunda mitad del Siglo XX, desbancaron a las preciosas luminarias de Hollywood. Los muchachos de mi generación adorábamos a Silvana Mangano, a Sophia Loren, a Gina Lollobrigida, y desde luego, a ti, bella entre las bellas.

Este admirador tuyo veía una y otra vez las cintas en que actuabas, y viven en mi memoria El Gatopardo, 8 y 1/2, Érase una vez en el Oeste, en la que con honorarios altísimos te pusieron en las marquesinas al lado de Burt Lancaster, Lee Marvin y Robert Ryan, en esa maravilla que es Los Profesionales, y Jack Palance, este último es el bandido que te secuestra y para rescatarte tu anciano marido contrata a los mejores guapos del Oeste. Caes en el Síndrome de Estocolmo y terminas enamorada del bandido interpretado por el feísimo Palance, y al final los rescatistas no cobran por el trabajo realizado y permiten que los dos enamorados escapen. Me harás mucha falta, querida Claudia.