A propósito de un 30 %

Comparto la inmensa preocupación que millones de colombianos han sentido luego de ver que el candidato Iván Cepeda, proclamado como el candidato del continuismo del gobierno Petro, es quien lidera las primeras encuestas para las elecciones de 2026. El país no puede olvidar las proporciones ni la gravedad de los escándalos que rodean al gobierno, ni su divisiva retórica, ni su preocupante llamado a reescribir la Constitución del 91.

Según la nueva medición para las elecciones presidenciales de 2026 realizada por Invamer, el recientemente escogido candidato del Pacto Histórico, Iván Cepeda, lidera la intención de voto con un 31,9 %. Este número, a pesar de lo alto y sorprendente que puede resultar, es apenas congruente con el porcentaje de apoyo que registra el presidente Petro en el acumulado de encuestas, donde también se acerca al 30% de apoyo ciudadano. Por eso, la primera conclusión que debe derivarse del incremento en la intención de voto por Cepeda es que gran parte del electorado del petrismo ya rodea desde una creciente unidad a su candidato único, mientras que otros sectores políticos todavía se enfrentan a la fragmentación e incertidumbre. Esta es una preocupante desventaja.

Esto cambiará, naturalmente, en la medida en que la lista del centro y la derecha se decante. Por eso hay que insistir en que aún es muy temprano para proclamar triunfos o asumir derrotas desde la frustración. Nada está perdido todavía, pero lo que sí deben entender los partidos que componen la oposición es que llegan tarde a la toma de decisiones para la campaña del 26 y que el gobierno, junto con toda su maquinaria y poder, lleva una valiosa ventaja en ese proceso de coordinación. Si hay un momento en que es urgente que los candidatos con menor intención de voto del centro y derecha se sumen a opciones más viables con las que compartan moderación y principios, es ahora.

Pero también el crecimiento del proyecto petrista en las encuestas tiene una explicación en el momento político de los meses recientes. Y en la lectura coyuntural tiene un especial peso el hecho de que la izquierda acaba de sostener una consulta popular, donde ya votó y ya se movilizó. Es natural que sus números crezcan en la medida en que su electorado se hizo contar, mientras que el apoyo de su contraparte sigue siendo un asunto más incierto. Ahora falta ver el curso de crecimiento de los sectores del centro y la derecha cuando tomen decisiones definitivas sobre sus candidatos y cuando se hagan contar en las consultas de marzo.

Las decisiones hacia la campaña de 2026 han tomado forma de manera asimétrica entre los diferentes sectores políticos, y faltan por conocerse los anuncios de los partidos de derecha y centro que se enfrentarán al aparato gobiernista en la contienda. Sin embargo, sí debe ser motivo de preocupación que a estas alturas el primer lugar en la intención de voto lo tenga el candidato que abiertamente busca dar continuidad a este gobierno que tanto ha intimidado a la institucionalidad, al sistema de contrapesos y al futuro de la Constitución del 91.

Sobre todo, hay que decir –por más insultos y furia que traiga como consecuencia– que la respuesta menos estratégica ante el fortalecimiento de la intención de voto por la continuidad del petrismo es la apuesta por la candidatura más extremista de la derecha, que menos conquistaría los votos del centro izquierda, centro derecha e indecisos. Sin esos sectores, el triunfo de los opositores para la presidencia en 2026 sería prácticamente imposible.

@fernandoposada_