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Hillary Clinton, la política calculadora

Hillary nació el 26 de octubre de 1947 en Chicago en un hogar de clase media. Su vida ha estado marcada por la política. Perfil.

8 de noviembre de 2016 Por: Redacción de El País

Hillary nació el 26 de octubre de 1947 en Chicago en un hogar de clase media. Su vida ha estado marcada por la política. Perfil.

A inicios de este año, un periodista preguntó a Hillary si siempre había sido honesta con los estadounidenses y la respuesta de la candidata demócrata fue fiel a su reputación: “Siempre traté de serlo”. Lea también: Así sería el mundo según el nuevo Presidente de Estados Unidos. Otras figuras políticas habrían respondido de forma afirmativa, pero Clinton, con su entrenamiento como abogada, mide  cada palabra para evitar caer en alguna trampa. Sin embargo, lo que busca transmitir como un esfuerzo genuino  es visto por muchos estadounidenses como  clara duplicidad. Sus facetas pública y  privada quedaron en brutal evidencia con su insistencia en usar un servidor privado de correos electrónicos cuando era secretaria de Estado, escándalo que la persiguió sin tregua en la campaña. Hillary llega a la elección de hoy como la primera mujer en lograr la hazaña de optar a ser presidente de EE. UU., pero también como una de las figuras políticas más impopulares en la historia reciente del país. Ha estado bajo escrutinio de la opinión pública desde 1979, cuando tenía 30 años y su marido Bill era gobernador del estado de Arkansas. “Sé que hay gente que no sabe qué hacer conmigo”, admitió en el discurso con el que aceptó la candidatura demócrata.  Hillary Diane Rodham nació el 26 de octubre de 1947 en Chicago en  una familia de clase media  en Park Ridge, medio oeste de Estados Unidos. Adoraba a su madre Dorothy y de su padre Hugh Rodham, un pequeño empresario de origen galé, dice haber heredado la tenacidad, la ética del trabajo y el miedo permanente a perder.  De él también heredó sus convicciones republicanas, que mantuvo hasta sus años de universidad. Buena estudiante, en 1965 ingresó a la prestigiosa universidad para mujeres Wellesley College, cerca de Harvard.  En los tumultuosos  60, sus  años universitarios le abrieron los ojos en temas como la lucha por los derechos civiles, la guerra de Vietnam y la igualdad de género. En 1969 entró a la facultad de Derecho de Yale, que ella percibía menos misógina que Harvard y conoció a Bill Clinton, su “Vikingo venido de Arkansas”. Al terminar los estudios, prefirió trabajar para una organización de defensa de los niños, mientras Bill se instaló en Arkansas para lanzarse a la política. Tras un breve paso en 1974 por Washington, en la comisión que investigó el escándalo del Watergate, se reunió de nuevo con Clinton. En 1975 se casaron y Chelsea, su única hija, nació en 1980. Hillary Rodham finalmente abandonó su nombre de soltera y adoptó el apellido de su esposo. Se convirtió en la primera dama de Arkansas y en 1993 la de EE. UU., después de que su marido llegara a la Casa Blanca. Su imagen de ‘copresidenta’ a la sombra, alimentada por los republicanos, contrastaba con la tradicional imagen que solían tener las primeras damas, más centradas en asuntos sociales. Su prueba de fuego fue la reforma del sistema de salud, que terminó fracasando en 1994. Luego se refugió en las causas femeninas.  Entre bambalinas, sin embargo, se ocupó de dirigir la batalla legal en el escándalo inmobiliario Whitewater, que involucraba a su marido. Pese a la humillación que significó el adulterio de Clinton con la becaria Monica Lewinsky, Hillary se batió con uñas y dientes para impedir que fuese destituido por perjurio. Como prueba de su inquebrantable unión, el matrimonio presidencial se sometió a terapia de pareja para superar el bache. Cuando se aproximaba su partida de la Casa Blanca, Hillary fue elegida senadora por el estado de Nueva York en noviembre de 2000. En 2004 evitó involucrarse en la disputa presidencial. Pero en 2008 compitió con Barack Obama en las primarias, quien la venció recordando su voto de senadora a favor de la guerra de Irak. Sin embargo, la nombró su secretaria de Estado, cargo que desempeñó con rasgos de persona hiperactiva, pero sin logros reales, señalan observadores de quien aspira a hacer historia como la primera presidenta de EE. UU.

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