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Es un egresado ilustre del Instituto Isaías Ardila Díaz y becado de la Escuela Latinoamericana de Medicina, en Cuba. | Foto: Colprensa

RUSIA

Germán Abril, el colombiano que trabaja en el desarrollo de vacuna contra la covid-19 en Rusia

Es un egresado ilustre del Instituto Isaías Ardila Díaz y becado de la Escuela Latinoamericana de Medicina, en Cuba.

12 de septiembre de 2020 Por:  Redacción de El País - Colprensa

Por las aulas, laboratorios y clínicas de la Universidad de Sechenov en Moscú ronda un neurocirujano santandereano, integrante del equipo que trabaja en la investigación para producir la vacuna rusa contra el Covid-19, la Sputnik-5.

Se trata de Germán Leonardo Abril Galvis, nacido hace 30 años en el municipio de Mogotes. Es el mayor de tres hermanos, hijo del profesor José Álvaro Abril y de la contadora Ana Dolores Galvis.

Es un egresado ilustre del Instituto Isaías Ardila Díaz y becado de la Escuela Latinoamericana de Medicina, en Cuba.

Hace tres años, en 2017, Abril Galvis decidió dejar atrás la carne oreada, las hormigas culonas y la arepa amarilla, su debilidad, para perseguir su sueño: convertirse en neurocirujano. La oportunidad la encontró muy lejos de su patria, de su familia, de sus costumbres.

Fue en Moscú donde comenzó a forjar su verdadero camino. Vanguardia habló con él sobre su vida, su llegada a Rusia, su investigación y la misión rusa de encontrar la cura contra el Covid-19, la pandemia que ha cobrado casi un millón de vidas en el mundo, 22 mil en Colombia.

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¿Cómo se da su llegada a Rusia?

“Tras graduarme en Cuba como médico, yo viajé a Colombia a comenzar mi carrera. Tuve la oportunidad de trabajar en Garzón, Huila, y en El Socorro, Santander. Desafortunadamente, cuando quise continuar mis estudios como neurocirujano, fui descartado de varias universidades debido a que conseguí mi grado en una universidad cubana y me tildaban de comunista. Un amigo me habló sobre la posibilidad de estudiar en Moscú y así se dieron las cosas”.

¿Cómo fue ese cambio de Colombia a Rusia?

“Ha sido muy difícil empezando por el clima. Lo primero que tuve que hacer fue aprender ruso, un idioma complicadísimo. La cultura es muy diferente, ellos son personas muy reservadas y calladas. Nuestra alegría, nuestra forma de ser les gusta mucho. La religión es diferente, les gusta leer y la comida es distinta. Además, uno es de pueblo y aquí habitan 18 millones de personas, todo es diferente”.

¿Cuál es su trabajo en Moscú?

“Yo soy residente de neurocirugía en la Universidad Sechenov de Moscú, el plantel que trabaja con el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya, encargado de la investigación y producción de la vacuna contra el Covid-19. Mi trabajo está enfocado a los ensayos con personas en espacios clínicos”.

¿Cómo empieza el camino para encontrar la vacuna?

“En noviembre del año pasado reportaron por primera vez un caso de esta enfermedad en Wuhan, China. Debido a la emergencia, tuvimos que cambiar nuestros perfiles para poder apoyar el desarrollo de la vacuna. Empezamos a hacer una caracterización del Covid-19. Qué tipo de virus es, cómo vive, cómo está compuesta su cápsula, qué necesita, cómo se adapta. Una investigación completa y profunda para poder entenderlo.

Luego debimos observar su comportamiento en el cuerpo humano. Qué órganos ataca, tiempo de afectación, cómo se defiende y consecuencias. Esto solo era posible estudiarlo tras analizar miles de casos durante varios meses”.

¿Cómo se decide cuál camino seguir para encontrar la vacuna?

“Nos percatamos que las personas que habían tenido Covid-19 en muchas ocasiones seguían en contacto con otros pacientes contagiados y no volvían a enfermarse. Esto nos mostró que era posible desarrollar una vacuna, pues se generaba una inmunidad. Se comenzó el diseño de una vacuna a nivel molecular y se decidió que el mejor camino era utilizar adenovectores”.

¿Qué son los adenovectores?

“Son virus muy antiguos, que toda la vida han afectado al hombre, a los cuales se les hace una pequeña mutación. Se les quita su capacidad de reproducirse y se les inocula ARN del virus, en este caso del Covid-19, que impide que éste sea capaz de ingresar a la célula y al quedarse por fuera, muera”.

¿Cuáles fueron los resultados?

“Los primeros ensayos se hicieron ‘invitro’, luego se pasó a pequeños animales como roedores. Los resultados fueron buenos. Entonces se pasó a primates superiores y como los resultados también fueron buenos se experimentó con humanos. Se necesitaban hombres entre los 18 y los 35 años por eso se eligieron militares en servicio activo. Con ellos se observó la seguridad de la vacuna para determinar que no desarrollará efectos adversos”.

¿Cómo se determinó que la vacuna funcionara?

“Determinando la cantidad de anticuerpos que la persona generaba contra el coronavirus y determinando si los linfocitos se activaban ante la presencia de células infectadas con Covid-19 o del mismo coronavirus. Se pudo observar que efectivamente sí se desarrollaban las dos respuestas”.

¿Qué tan efectiva es?

“Se evidenció que los pacientes a los que se les aplicaba la vacuna desarrollaban una titulación de anticuerpos mucho más alta que los pacientes que habían tenido la enfermedad y que se habían curado. Por eso se decidió pasar a la siguiente etapa en la que se analizaron cerca de 40 mil personas de todas las edades, con enfermedades preexistentes, lo que se conoce como ampliar la muestra”.

¿Qué se evidenció en esta etapa?

“Inicialmente se pudo evidenciar que cerca del 44% de las personas presentaban molestias en el lugar de la hinchazón y alrededor del 13% presentaban otros síntomas como fiebre o malestar los primeros días. Sin embargo, todos desarrollaban anticuerpos efectivos contra el Covid-19”.

¿Cuánto duran estos anticuerpos?

“El análisis nos permitió determinar que los anticuerpos decrecen a los dos años. Esto significa, que tras la inmunización el cuerpo estará protegido durante 24 meses. En ese momento será necesario aplicar un refuerzo”.

¿Cómo sería la aplicación de la vacuna?

“Se coloca una dosis inicial el día cero en el que se inocula el adenovector-26 y luego 21 días después se aplica una segunda dosis con el adenovector-5. Y eventualmente a los dos años se aplicaría un refuerzo. Está por determinarse si con esta tercera dosis es suficiente para mantener una inmunidad en el tiempo”.

¿Cuáles son los pasos de producción de la vacuna?

“El pasado 11 de agosto se patentó la vacuna en la Federación rusa y a finales de septiembre comenzará su producción en masa. A principios de octubre comenzará la vacunación con cerca de dos millones de dosis mensuales. Se estima que el Instituto Gamaleya será capaz de producir 500 millones de dosis por año”.

¿Cuándo llegaría a Latinoamérica?

“Rusia quiere firmar los acuerdos con los países y laboratorios que estén interesados. En el caso de Latinoamérica hay conversaciones con países que tienen un nivel tecnológico similar al de Rusia como es el caso de Brasil, México y Cuba. Si Colombia está interesado deberá solicitarla”.

¿Qué se puede responder a los críticos de la vacuna?

“Lo que sucede es que una cosa son los científicos y otra muy diferente los periodistas que cubren temas científicos. Este segundo grupo responde a intereses particulares, políticos o económicos. Lastimosamente ahí arranca toda una campaña de tergiversación de la información”.

¿Qué garantías de su efectividad tienen las personas que se apliquen la vacuna?

“Las situaciones extraordinarias requieren medidas extraordinarias. Rusia entendió que esto era una situación de salud pública, de estabilidad económica y de seguridad nacional. Por eso intervinieron tres ministerios que usaron todos sus recursos y agilizaron los trámites burocráticos para desarrollar la vacuna”.

¿Pero es posible desarrollar una vacuna en tan corto tiempo?

“Rusia no lleva ocho meses desarrollando la vacuna, esto no fue que ayer empezaron con este proyecto. Desde hace más de 60 años se han generado avances en diferentes campos y se ha producido un cúmulo de conocimientos, que en este momento confluyen para implementarlos en el desarrollo de una vacuna. Esta fórmula para combatir el Covid-19 ya se ha usado con gran éxito para enfrentar otras enfermedades como el Ébola o el Mers. Todas estas herramientas se pusieron al servicio del Sputnik. Además, Gamaleya lleva trabajando con adenovectores desde la década de los 80’s.

¿Cómo asumen los rusos las críticas que se realizan desde otras latitudes?

“El objetivo del proyecto es ayudar a la humanidad a superar esta crisis tan terrible y tratar de que la gente vuelva a una vida similar a la que llamamos normalidad. La meta es salvar vidas y no busca tener contenta a la opinión pública. A través de los años las estadísticas van a decir qué tan valioso fue el aporte que hizo Rusia”.

¿Qué hace falta o qué viene en el desarrollo de la vacuna?

“Aún hay interrogantes. Se deben observar si hay algunas consecuencias a largo plazo o si hay implicaciones con situaciones específicas. Hay preguntas que aún están sin contestar, pero será necesario irlas analizando más adelante”.

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