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Fidel Castro fue testigo excepcional del 'Bogotazo'

El periodista cubano, José Pardo Llada, quien posteriormente falleció en Cali, relata cómo Fidel vivió este importante momento de la historia de Colombia.

8 de enero de 2015 Por: José Pardo Llada, archivo de El País

El periodista cubano, José Pardo Llada, quien posteriormente falleció en Cali, relata cómo Fidel vivió este importante momento de la historia de Colombia.

La historia de Fidel Castro en el Bogotazo comienza en marzo de 1948, cuando fue a La Habana el senador argentino Diego Luis Molinares para invitar a dos líderes estudiantiles a participar en una conferencia internacional pidiendo la devolución de las islas Malvinas al gobierno de Perón. Los invitados fueron enrique Ovares y Alfredo Guevara, presidente y secretario de la Federación Estudiantil Universitaria. Fidel, que era estudiante de derecho, visitó a Molinares en el Hotel Nacional de La Habana pidiéndole que lo incorporara en la delegación con su amigo, Rafael Del Pino. El senador aceptó.El grupo de cubanos visitó la Universidad Nacional para incorporar dirigentes estudiantiles colombianos a la conferencia anticolonialista, en contraste con la Conferencia de Cancilleres Latinoamericanos que ya funcionaba en Bogotá.Entre los estudiantes que conocieron a Fidel en la universidad estaban Julián Córdoba, que al graduarse de médico vino a trabajar a Cali y Esteban Cabezas, que se casaría con la ‘Negra grande de Colombia’.El 7 de abril Fidel pidió al cubano Alfredo Pérez, que lo había recibido aquí, que lo llevara al El Tiempo para informar sobre el congreso estudiantil. Allí los atendió Enrique Santos Castillo, copropietario del diario y su jefe de redacción.Santos me evocó así su recuerdo de Castro: “Del grupo cubano Fidel era el más efusivo y hablador, me contagió de su entusiasmo pidiéndome que lo comunicara con Jorge Eliécer Gaitán, que tenía su oficina por la Carrera Séptima. Esa misma tarde el grupo recibió a los cubanos”.La entrevista con Gaitán duró 20 minutos y el caudillo liberal comprometió su ayuda al congreso estudiantil. Gaitán regaló a cada uno de los visitantes un folleto con sus discursos sobre la paz, pronunciados días antes de su gran Marcha del Silencio y accedió a recibir nuevamente a los cubanos el día 9, a las 3:00 p.m.Curiosamente Gaitán anotó en su agenda sólo el nombre de Fidel Castro en una línea que decía “audiencia con Fidel Castro y sus estudiantes cubanos”. El fatídico 9 de abril los cubanos salieron del Hotel Clarige para almorzar en una cafetería del centro. Terminando de almorzar y bajando por la avenida Jiménez se encontraron con una multitud que gritaba enardecida “han matado a Jorge Eliécer”.Ante aquella situación, Castro y Del Pino invitaron a sus compañeros a unirse a la protesta, pero Ovares y Guevara se negaron diciendo que eso era cosa de los colombianos. Castro y Del Pino, unidos a la turba, bajaron hasta la Plaza de Bolívar, donde algunos manifestantes disparaban contra el palacio presidencial. Detrás del edificio del Congreso, en medio del motín, Castro y Del Pino se encontraron con un estudiante que había conocido en la universidad, de apellido Lorenzo, quien los invitó a seguir hasta el cuartel de Chapinero donde la Policía entregaba armas a los manifestantes. Allí, Fidel recibió un fusil Mauser 3030. En el patio del cuartel cientos de civiles disparaban al aire y Fidel se dirigió a un capitán para decirle que ordenara a los manifestantes que salieran a la calle. El capitán no respondió y entonces se dirigió a gritos a la multitud: “Salgan, salgan a la calle, pues serán cercados por el Ejército”. Nadie le hizo caso a aquel que hablaba con acento extranjero. En medio de la confusión salió a la calle Rafael Del Pino y dos cuadras más abajo era detenido por el Ejército. Poco rato después lo ponían en libertad, como hablaba en inglés les metió el cuento que era de la guardia del General Marshall, presidente de la delegación americana a la conferencia de cancilleres.Al ver que no le paraban bola en el cuartel de Chapinero, Fidel salió en un jeep invitado por dos tenientes de la Policía que lo llevaron a las oficinas de United Press International, donde leyó los cables que hablaban del Bogotazo. En el mismo jeep, Fidel y dos oficiales se dirigieron a la cercanía del cerro Monserrate y allí contemplaron el macabro espectáculo de parte de la ciudad en llamas.

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