“No le están haciendo daño al Estado, sino a la población civil”: habitantes de Timba, tras explosión de carro bomba

“No vuelvan por aquí hasta nueva orden. Vayan a Santander de Quilichao y por aquí no regresen. Es lo mejor para todos”. Esas fueron las palabras que un hombre, que desde hace aproximadamente 35 años vive en Timba, Cauca, le dijo a su hija y a su pequeña nieta segundos antes de que ellas abordaran una chiva luego del ataque de las disidencias de las Farc contra la estación de Policía del municipio, que dejó a dos civiles muertos.

El hombre, mientras señala las ventanas del segundo piso de su casa, que quedaron destruidas por la onda explosiva, dice que a pesar de que tiene todo en Timba, deberá salir del pueblo porque ataques como el ocurrido ayer a las 7:10 de la mañana se están volviendo cada vez más frecuentes y siente temor por su vida.

Y no es para menos, en el costado izquierdo de la camisa blanca que vestía se podían apreciar restos de la sangre de la profesora Estela Balanta, quien falleció cuando se transportaba en su moto por el lugar y fue auxiliada por este hombre y la comunidad para subirla a un vehículo que la llevó hasta el hospital.

La otra víctima fue Ardani Álvarez, quien también se desplazaba en su motocicleta por el lugar y, al igual que la docente, residía en Jamundí, Valle. Además, 5 personas resultaron heridas.

“Hoy madrugamos a trabajar y ya habíamos abierto el local cuando sonó la explosión. Gracias a Dios estamos vivos porque hubo dos muertos, pero se nos acabó lo que teníamos para sobrevivir. Quedamos llevados”, relató Alfonso Correa, un hombre mayor que también vive en el sector y es propietario de uno de los locales de reparación de motos que hay en el ingreso a Timba, municipio ubicado a aproximadamente una hora de Cali.

El hombre dice que con estos hechos las disidencias de las Farc “no le están causando daño al Estado, sino a toda la población civil y a la gente trabajadora. A esa hora en que ocurrió el atentado transitan muchos motociclistas por este lugar, pero en esta ocasión solo iban pasando las dos personas que fallecieron, porque si no, hubiese ocurrido una masacre”.

Sostiene que lo perdió todo porque “la casa quedó inservible y allí ya no se puede vivir. Quedó sin techo”. A pesar de esto, dice que le tocará pasar la noche en el lugar porque no tiene otro sitio al que pueda ir: “Yo trabajo aquí, en el pueblo que nací y tengo que intentar sobrevivir aquí”.

Jhoana Muñoz es la propietaria de otra de las viviendas que queda al lado de la estación de Policía que atacaron. De su vivienda, de paredes blancas, queda muy poco, ya que el techo se desplomó y en la parte donde funcionaba un taller donde se reparaban motocicletas el incendio convirtió todo en cenizas.

“Yo vivo aquí hace más de 10 años. Lo único que escuché fue la explosión que ocurrió cuando me encontraba en la cocina junto a mi hija de 10 años. Como pude, después de todos los escombros que me cayeron encima, salí junto a ella. Todo esto parecía una pesadilla porque mi casa quedó totalmente desbaratada”.

“Lo primero que hice fue salir a buscar a mi mamá, que vive en la casa de al lado. Mi casa quedó en destrucción total porque después de la explosión hubo una conflagración. Los bomberos se demoraron mucho en llegar y fueron las personas las que nos ayudaron a apagar el fuego con baldes con agua y extintores”, dijo la mujer.

Inclusive, tres horas después de lo ocurrido las llamas no habían sido controladas por completo y Jhoana les seguía pidiendo a sus vecinos colaboración para que trajeran baldes con agua y poder apagar algunos conatos de incendio más pequeños que amenazaban con salirse nuevamente de control.

El País visitó la zona y en las tres horas posteriores a la explosión no había presencia de Policía, tampoco del Ejército, de la Defensoría del Pueblo y mucho menos del lcalde de este municipio o de algún representante de la Gobernación del Cauca.

“Necesitamos paz, nosotros no tenemos nada que ver con esta guerra. Estuvimos a punto de morir por una guerra de la que nosotros no tenemos la culpa”, reclamó Jhoana.

Día de terror en el Cauca

En las primeras horas de la mañana de ayer apareció un pasacalles alusivo a las disidencias de las Farc en el puente de entrada a la vereda San Rafael, en Santander de Quilichao, sobre la vía Panamericana, y en el separador de la carretera fue dejado un cilindro bomba que las autoridades desactivaron posteriormente.

En el mismo municipio, también fue hostigada una estación de Policía, en estos hechos un furgón bomba estalló a 40 metros del Ciat. Los uniformados impidieron una tragedia al enfrentarse a los agresores, quienes se vieron en la necesidad de detonar el vehículo a unos metros de distancia y no en la estación, por lo que afortunadamente no se registraron víctimas fatales ni heridos.

Por otro lado, la base militar Los Pinos, de Suárez, cerca del embalse de La Salvajina, fue atacada con tres artefactos explosivos tipo cilindro bomba que fueron lanzados desde una camioneta. En estas acciones no se presentaron heridos ni daños materiales graves.

Las autoridades trabajan en determinar qué grupos están detrás de los atentados que sufrieron diferentes puntos del departamento y están en alerta ante posibles nuevos ataques.