El pais
SUSCRÍBETE

¿Cuál es la estrategia de la guerrilla para reclutar a los niños?

Un informe de la Corporación Nuevo Arco Iris revela que en el 2009 el Gobierno Nacional aseguró que las Farc tenían 8.000 guerrilleros y este año la cifra aumentó a 8.900.

18 de junio de 2011 Por: Laura Marcela HIncapié | Reportera El País

Un informe de la Corporación Nuevo Arco Iris revela que en el 2009 el Gobierno Nacional aseguró que las Farc tenían 8.000 guerrilleros y este año la cifra aumentó a 8.900.

Yo también soy guerrillera! Gritaba con orgullo los primeros días. Me tramaba eso de coger un fusil. Luego dejó de ser divertido. A la 1:00 a.m., las 2:00 a.m., a cualquier hora se aparecían en mi casa. Tenía que ayudarles y dejar a mi mamá sola o sino el guerrillero que me vigilaba me recordaba qué le pasaba a los “faltones”. Así pasé 24 meses en el Sexto Frente de las Farc. No era tan niña. Acababa de cumplir 13 años. La casa de Thalia, como quiso llamarse en esta historia -revelar su verdadero nombre sería como apuntarle directo a la frente-, se puede recorrer en menos de diez segundos: puerta de entrada, dos ventanas, cocina-corredor, un cuarto diminuto para tres y un lavadero con baño que conduce a una de las lomas de una vereda de Toribío, en el norte del Cauca.La niña, que dice estar grande, ahora tiene 15 años. Hace seis meses el Icbf se la arrebató a la guerrilla. Hoy, a tan sólo unos pasos de los cambuches de quienes antes eran sus compañeros de guerra, aún tiene la voz asustada. También tiene pelo negro, cachetes redondos y trigueños y dientes torcidos. No es fácil liberarse de ellos. Cuando no volví a ayudarles, se la pasaban rondando mi casa. Sobre todo él. El que siempre me buscaba para hacer guardia y vigilar a los militares. Tal vez cree que sé demasiado...La mamá de Thalia se aleja de la ventana y le pide a su hija hablar en voz baja y desde el lavadero. “Por aquí escuchan todo lo que uno dice y a ella la siguen persiguiendo”. La mujer, delgada, de falda larga y cabello recogido al azar, aprieta los labios y se lamenta. “Ella se fue porque yo tenía una deuda de $570.000 y allá le prometieron darle plata para ayudarme”.Me ofrecieron $5.000 por día y $50.000 al mes. Mi misión era avisar si escuchaba los helicópteros, seguir a los policías, vigilar que nadie subiera a las lomas, llevar y traer explosivos en los combates. Quizá por esas promesas tentadoras es que unos 200 menores del Cauca han terminado en las filas de las Farc, entre el 2010 y este año, de acuerdo con las cifras del Consejo Regional Indígena, Cric.Aunque muchos llegan a la selva mediante engaños, los cabildos denuncian que un 40% de los casos estuvo marcado por presiones y amenazas. Los gobernadores indígenas aseguran que los menores son abordados por la guerrilla en parques, fiestas, festivales o en sus mismos hogares y colegios. Un amigo permanecía con jefes del frente y una vez me pidió que lo acompañara. Desde allí empecé a ir a las reuniones que hacían para hablar de eso de defender la patria. Luego aprendí a hacer guardia, o sea, a vigilar desde varias partes. De repente, me buscaban todos los días y cuando me cansé de las órdenes y regaños, me hicieron una súper promesa y ... Inocencias robadasEl drama del reclutamiento de menores en este territorio no es noticia. Al mencionar el tema, siempre hay una historia que contar. Pero en los últimos meses, esa realidad se ha vuelto insoportable.El miércoles pasado, la Alta Consejería para la Reintegración reveló que las zonas más problemáticas frente a este problema son Cauca, Medellín y Bogotá. “En el Cauca la situación es muy complicada por la falta de oportunidades, por la violencia de la zona”, explica el alto consejero, Alejandro Eder. En una casa del oeste de Cali, Feliciano Valencia, vocero de la Asociación de Comunidades Indígenas del Norte del Cauca (Acin), luce preocupado. “La guerrilla necesita gente para las milicias y por eso se ha dedicado al reclutamiento de menores. Es una situación crítica”, dice. Mientras se quita el sombrero y seca las gotas de sudor que se deslizan de su cabeza, el líder revela que en los últimos dos años la retención de menores se ha elevado en un 60% en la región.Cuenta que el reclutamiento no es como antes, cuando las Farc convencían con un discurso político. Ahora su arma es ofrecerles dinero, promesa que nunca cumplen. “Los convencen con motos y plata para la gaseosa. Después de un mes, los jóvenes se dan cuenta de que no les cumplieron, pero ya no pueden salirse”. Entonces el sueño se convierte en un infierno. En un recorrido que realizó El País por algunos municipios del norte del Cauca, los relatos de inocencias robadas se ven en cada esquina, pero los habitantes se niegan a contarlos. Un miembro del cabildo de Toribío dice haber recibido en el último mes a cinco madres que acudieron desesperadas a la guardia indígena para reportar el reclutamiento de sus hijos. Esos cinco casos hacen parte de los 30 que se han presentado entre enero y mayo del 2011 en esa población. En Corinto, el número de reclutados este año ya alcanza los 40, más de la mitad son niñas. Ninguna de aquellas madres se atrevió a hablar. El reclutamiento también suele ser un tema vedado. En el Cauca se dice que los familiares reciben constantes amenazas. Y si el menor logró regresar a casa, quedan sentenciados.Los que más sufren son aquellos padres que tienen hijos en el Ejército. Un personero de la región explica que la guerrilla va a buscarlos para pedirles su ‘cuota’. “Si enviaron uno al Ejército, entonces otro, por obligación, tiene que apoyar a la guerrilla. Así los manipulan”. Pero en medio de ese temor que se le ha comido la lengua a muchos, los cabildos realizan un acto de valor. Un acto que también los sentencia. “Vamos a rescatarlos. Armados sólo con bastones acudimos a los grupos armados y les explicamos que nuestros jóvenes no hacen parte del conflicto. Nos amenazan, pero en muchos casos sacamos al menor de la selva”, narra Jesús Chávez, consejero del Cric.Ya arrebatados de las entrañas de la guerra, los menores deben enfrentar un juicio con la comunidad, para perdir perdón. En el norte del Cauca, ingresan al programa Regreso a Casa, que los ocupa en tareas lejos de las armas. La idea se inició en el 2007 y hoy atiende a 42 adolescentes que retornaron de la selva. Sólo que algunos se niegan al regreso. Hay casos donde los menores insisten en quedarse. En otros, aún más crueles, niños de 12, 13 y 14 años caen en combates como un camuflado más. El pasado 26 de marzo cuatro menores tuvieron ese destino fatal. Un día antes, según cuenta Feliciano Valencia, se corrió la voz de que en Tacueyó se había creado un centro de formación de milicias. Los jóvenes se fueron con la excusa de buscar trabajo. Al día siguiente, los cuatro aparecieron muertos, al lado de subversivos que cayeron en combates con el Ejército. “Esos niños curiosos fueron reportados dizque como miembros de fuerzas especiales de las Farc”, denuncia con dolor Feliciano. Otra vez, se seca el sudor. ... no me dejaron ir. Me pidieron que reclutara jóvenes. Prometieron pagarme $200.000 por cada diez que llevara. Era casi la mitad de la deuda de mi mamá. Entonces, me volvieron a engañar.Prestando ‘servicio’ en la selvaLa profesora de la Institución Educativa de Toribío recuerda casos aterradores. El que le ha robado el sueño es el de un niño de 14 años. Lo conoció hace quince días. El menor, ya desesperado, acudió a su oficina para contarle que su verdugo vive bajo el mismo techo. “Es su tío. Lo está presionando para que se vaya dizque a prestar servicio a la guerrilla . No sé si es miliciano o le pagan por llevar jóvenes. Pero lo acosa mucho, ya lo ha golpeado”. La docente, una de tantas que ya ha recibido amenazas de los grupos armados por denunciar reclutamientos, cuenta que en el colegio se creó un programa para que los menores, a través de cuentos, compartan sus experiencias en la selva. Aquellos relatos hablan de villanos. “No hay ninguna diferencia en el trato que le dan a un niño y a un adulto. Los obligan a cocinar, sobre todo a las mujeres. Si cometían errores, los ponen a hacer turnos de guardia toda la noche o los dejan sin comida”, cuenta la profe. En el 2010 la institución, que recibe a mil niños de 26 veredas de los municipios de Toribío y Jambaló, tuvo 45 deserciones y este año ya van 20. Los educadores del norte del Cauca estiman que cerca del 35% de los casos de deserción en los colegios corresponde a adolescentes que se enfilan en grupos armados. Otras veces el reclutamiento se camufla en los salones de clase. El coordinador de un plantel, que no reveló su nombre, recuerda que hace unas semanas ingresó a la sala de sistemas y encontró a varios alumnos observando un video de las Farc. “Por esos días se habló de una estructura militar en la escuela. De un reclutamiento masivo de hasta de quince muchachos. Pero eso no se confirmó”. Me dediqué a dar charlas, a contarles a mis amigos que estar allá era muy bacano. Veíamos videos en el colegio. Pero nunca me pagaron la plata, sólo me daban comida. Un día seis amigas aceptaron irse del todo a la selva. Como yo no quise, los guerrilleros me acosaban a diario. Le conté a mi mamá. Ella buscó ayuda y me rescataron. Ahora quiero estudiar enfermería, pero a veces me arrepiento. Es que los guerrilleros me decían que aprendiera medicina. ¿Qué tal que por volverme enfermera, regresen y me lleven a la fuerza para siempre?

AHORA EN Judicial