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Voces que mantienen viva la memoria

Comerciantes y gestores culturales del Barrio Obrero coinciden en que la salsa, la memoria y los oficios tradicionales son el corazón de un proceso de revitalización que impulsa el turismo, la economía local y la identidad del sector.

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Asi van las obras viales del Barrio Obrero de Cali, con la renovación de redes de acueducto, alcantarillado, energía y  adoquinamiento de calles, que conectará con la Ruta de la Salsa, con el objetivo de revitalizar el corazón cultural de Cali antes de la Feria de 2025.
Asi van las obras viales del Barrio Obrero de Cali, con la renovación de redes de acueducto, alcantarillado, energía y adoquinamiento de calles, que conectará con la Ruta de la Salsa, con el objetivo de revitalizar el corazón cultural de Cali antes de la Feria de 2025. | Foto: Jorge Orozco / El País

28 de dic de 2025, 01:16 a. m.

Actualizado el 28 de dic de 2025, 01:16 a. m.

Desde miradas distintas, pero complementarias, Carlos Molina, director del Museo de la Salsa; Claudia Sáenz, gestora cultural y directora de la Junta de Acción Comunal del Barrio Obrero; Diego Fernando Giraldo, propietario de El Chorrito Antillano, y María Nelly Parra, propietaria de La Nelly Teka, coinciden en que el Barrio Obrero vive un proceso de resignificación cultural y económica anclado en la salsa y la memoria colectiva. Sus testimonios resaltan parte del papel de los negocios culturales y comerciales como guardianes de la tradición musical, promotores del turismo y dinamizadores de la economía local.

Mientras algunos enfatizan la preservación de la salsa de la vieja guardia y los archivos sonoros, otros destacan la articulación comunitaria y el impacto en el empleo, proyectando al barrio como un referente cultural para Cali y el país.

El barrio como relato colectivo

Carlos Molina, director del Museo de la Salsa, señala que este sector de Cali se consolidó como punto de encuentro cultural gracias a prácticas sociales construidas con el tiempo y no como resultado de proyectos institucionales planificados.

Carlos Molina, director del Museo de la Salsa.
Carlos Molina, director del Museo de la Salsa. | Foto: Cortesía / Suministrada a El País.

Molina advierte que la salsa en Cali no tiene un único epicentro y que reducir al Barrio Obrero a un relato exclusivamente festivo implica vaciarlo de su complejidad histórica y cultural. Para él, el valor patrimonial del sector no reside únicamente en los eventos o en la visibilidad mediática, sino en la continuidad de las prácticas cotidianas que han sostenido la vida cultural del barrio durante décadas.

En relación con el Recorrido Patrimonial del Complejo Musical-Dancístico de la Salsa, Molina considera que cualquier proceso de intervención debe partir del reconocimiento de esas prácticas previas y de los actores que las han mantenido vivas. Desde su perspectiva, el proyecto tiene sentido en la medida en que logre fortalecer los circuitos culturales existentes y no imponer una narrativa única sobre la historia del barrio. Para el investigador, el mayor desafío está en evitar que la patrimonialización convierta la cultura en una escenografía desprovista de contenido social. A su juicio, el patrimonio cultural solo existe mientras la práctica siga viva, sea apropiada por la comunidad y dialogue con su presente, por lo que insiste en que el proyecto debe garantizar espacios reales de participación y continuidad para quienes han construido la memoria salsera del Barrio Obrero.

Gestión cultural comunitaria

Claudia Patricia Sáenz, gestora cultural y presidenta de la Junta de Acción Comunal del Barrio Obrero, acompaña desde hace años procesos de organización vecinal orientados a sostener iniciativas culturales y sociales en un contexto marcado por la falta de políticas públicas continuas.

Claudia Patricia Sáenz, gestora cultural.
Claudia Patricia Sáenz, gestora cultural. | Foto: Cortesía / Suministrada a El País.

Desde su rol comunitario, ha impulsado espacios de diálogo y participación que permiten fortalecer el tejido social y defender el derecho de los habitantes a incidir en las transformaciones de su territorio.

Para Sáenz, el Barrio Obrero es un territorio popular y diverso, donde confluyen residentes antiguos, comerciantes tradicionales y múltiples expresiones culturales que hacen parte de la vida cotidiana del sector. Advierte, sin embargo, que la reciente visibilización del barrio no siempre ha contado con la participación efectiva de la comunidad, lo que ha generado tensiones, desgaste organizativo y la sensación de que algunos procesos se desarrollan sin suficiente arraigo local.

A su juicio, el verdadero patrimonio está en la gente: en los oficios, en la memoria de los vecinos mayores, en las prácticas comunitarias y en la historia que se construye día a día en las calles del Barrio Obrero. Por ello, considera fundamental que cualquier proyecto cultural o urbano parta del reconocimiento y la dignificación de quienes han sostenido el territorio a lo largo del tiempo.

Tradición y vieja guardia salsera

Diego Fernando Giraldo, propietario de El Chorrito Antillano, considera que los comerciantes tradicionales del Barrio Obrero han desempeñado un papel clave en la preservación de la salsa de la vieja guardia, una de las bases de la identidad musical del barrio y de Cali. Desde su experiencia, señala que estos espacios han aportado tanto desde la música como desde la gestión cultural, manteniendo viva una memoria que se ha construido en el tiempo.

Diego Fernando Giraldo (izquierda), propietario de El Chorrito Antillano.
Diego Fernando Giraldo (izquierda), propietario de El Chorrito Antillano. | Foto: Cortesía / Suministrada a El País.

Para Giraldo, el Recorrido Patrimonial de la Salsa representa una oportunidad para fortalecer la cultura y dinamizar la economía local, siempre que reconozca a los actores que han sostenido estas prácticas durante décadas. Destaca que el proyecto puede atraer turismo y beneficiar a diversos emprendimientos del sector, en la medida en que la salsa continúe siendo una expresión auténtica y apropiada por la comunidad del Barrio Obrero.

Archivo musical y visión turística

María Nelly Parra, fundadora de la Nelly Teka, afirma que su aporte principal ha sido la promoción y preservación de la cultura musical del Barrio Obrero, rescatando la historia industrial, las fábricas de calzado y la salsa como epicentro identitario del sector.

María Nelly Parra, fundadora de la Nelly Teka
María Nelly Parra, fundadora de la Nelly Teka | Foto: Cortesía / Suministrada a El País.

Para ella, el Recorrido Patrimonial de la Salsa no solo recupera la memoria del barrio, sino que abre oportunidades de empleo, turismo y transformación en la calidad de vida de muchas personas.

Parra reconoce el liderazgo comunitario que ha impulsado el proceso, destacando el trabajo sostenido de la Junta de Acción Comunal en la construcción de actividades que, con el paso de los años, dieron origen a la ruta de la salsa y a los proyectos asociados. Considera que esta primera etapa es clave para fortalecer la apropiación ciudadana y motivar a más habitantes a sumarse a la iniciativa. Desde su experiencia, ve el proyecto como un propósito de vida y una oportunidad para posicionar al Barrio Obrero como uno de los sitios turísticos más importantes del país.

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