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El psicólogo James Watson propone establecer códigos de comportamiento en conjunto, conversar sobre lo que quieren construir, pues cada uno tiene una historia, un sistema de creencias y representaciones acerca del mundo. | Foto: El País.com.co

¿Prefiere el amor extranjero a la 'comida local'?, usted podría ser un xenofílico

La atracción sentimental y sexual por los extranjeros no es una desviación, es una preferencia que tiene ventajas y desventajas.

30 de abril de 2017 Por: Elpais.com.co

La xenofilia es más común de lo que se cree en países como Colombia. La palabra proviene de los términos griegos xeno, que significa extranjero y de philos, “el que ama”. Su antónimo es la xenofobia.

Los xenófilos son aquellos que se sienten atraídos por los extranjeros por encima del ‘producto interno’. Incluso hay quienes se excitan disfrazando a sus parejas con indumentaria de otras culturas.

Es el caso de Carla, una periodista caleña, tuvo varios novios extranjeros, entre ellos un brasileño y un argentino, antes de casarse con un polaco.

“Mi papá es biólogo marino y desde niña estuve rodeada de extranjeros, pero además tengo tíos japoneses y un chileno. Eso hace que me quede más fácil entenderme con una persona de otro país, mientras que otras mujeres suelen chocarse mucho con los extranjeros, en especial con los europeos, porque ellos no esperan tener una princesita, sino alguien muy independiente y muchas se acostumbran a que las lleven hasta la puerta de la casa”, dice.

El sexólogo Ezequiel López Peralta dice que la xenofilia no es una patología en la medida en que “se refiera a la preferencia de una persona por extranjeros, o a la atracción sexual, erótica, afectiva, amorosa, muy fuerte por gente de otras culturas, pero que a la vez puede sentirse atraído por alguien de su misma cultura”.

Otra cosa, dice, “es que la atracción no solo sea exclusiva por gente de otro país, sino que haya además una relación de necesidad entre el objeto de deseo y la situación de atracción como tal. Es decir, que la persona solo se sienta excitada o atraída por otras culturas, o que necesite de dicho estímulo para sentirse satisfecha. Por ejemplo, es muy excitante para cualquier hombre que una mujer se ponga tacones de color rojo, pero el hecho de que alguien necesite ese tipo de zapatos como estímulo para lograr una respuesta sexual efectiva, excitación, orgasmo y demás, hace que se conciba como parafilia”.

Las parafilias son patologías de la sexualidad no de la respuesta, como sí lo son la disfunción eréctil, la anorgasmia, la estimulación precoz, sino patologías del estímulo.

Para Ezequiel, “la atracción por personas de otra cultura no es de por sí una patología, lo es cuando se convierte en una necesidad. Aún así, te aseguro que hay muchos profesionales que te podrán decir que no, que en la medida en que no estás dañando a alguien y que no te estás dañando a vos, no se puede considerar una patología”.

La causa

En Colombia esta situación se ve mucho, pues en el país hay una gran diversidad cultural, y desde siglos atrás han llegado personas provenientes de diferentes lugares del continente europeo, africano, de Suramérica, Norteamérica y Medio Oriente. Eso ha generado una atracción por lo extranjero.

Explica el sexólogo argentino López Peralta que “hay una causalidad cultural y también, como ocurre con todas las parafilias, que se puede asociar a algún hecho en la temprana infancia, en donde se ligó la excitación sexual con un determinado objeto, en este caso a una situación o una persona de otra cultura”.

Y no necesariamente, al sentir atracción o admiración genuina y excesiva por otras culturas, implica que la persona rechace la propia.
Es el caso de Carla, quien admite que tuvo varios novios colombianos, pero que su preferencia por los extranjeros era debida a “la claridad que tienen. Los latinos por lo general son enredadores, la mayoría de europeos en cambio no son de promesas falsas. Son claros, francos y hasta pasan por groseros, por la misma claridad con la que dicen las cosas. Obviamente hay excepciones como la del tipo gringo, loco, que por pasarla bien, les dice a las mujeres ‘cazafortunas’ lo que quieren oír, para lograr su cometido”.


Pero como todo, ser parte de una pareja multicultural tiene sus ventajas y desventajas, siempre hay diferencias de códigos.
“A mí como argentino, que he tenido varias parejas colombianas, me pasa casi siempre lo mismo, que los hombres de mi país somos muy directos para pedir las cosas, somos un tanto mal hablados. Por ejemplo, en Argentina, a mi exmujer le decía: ‘Dejame de romper las pelotas’ y ella me respondía: ‘déjame de joder’ y era normal. Pero cuando se lo dije a la primera pareja colombiana lo tomó como un insulto grave”, cuenta Ezequiel.

Incluso, hay diferencias de códigos sexuales, los pasos del cortejo hasta llegar a la relación sexual son distintos según la cultura, los tiempos para llegar a una relación sexual cambian. Ana, quien tiene una relación virtual con un musulmán, dice que mientras en la cultura de él se saltan el paso del noviazgo, ella prefiere esa etapa que permite conocerse mejor antes de casarse.

Dice el sexólogo Ezequiel López que “hay diferencias que exigen unos ajustes, que cuando estás con una persona de la misma cultura no son tan necesarios. Pero esto que puede generar una complejidad
en el acercamiento, también puede ser enriquecedor al estar con
una persona con otra historia, otros orígenes, quizás otro idioma.
Las personas más flexibles tienen más chance de formar una pareja multicultural que funcione”.

Recomendaciones

Es muy importante en una relación multicultural que entre sus integrantes exista una capacidad de adaptación, mucho diálogo y se requiere de un nivel de sinceridad mayor. Justamente, por las culturas distintas, hay una posibilidad de distorsión cognitiva y de interpretar mal determinadas situaciones, pues cuando no se pide una explicación o no se aclara determinado comportamiento, gesto o comentario, la pareja se puede quedar con la idea de que el otro tiene una característica que en realidad no es. Hay que tener claridad en las actuaciones. Recomiendan los expertos que si algo que el otro hace no funciona, hay que plantearlo y preguntarle ‘¿qué me quieres decir con esto?’.

Claves para esta relación

Si su pareja habla otro idioma, apele a su paciencia y aprenda su dialecto para establecer un contacto mucho más fluido. Ana, por ejemplo, se comunica con su novio musulmán vía chat, gracias al traductor.

Es complicado renunciar a ciertos hábitos que nos inculcaron desde niños. Para que se logre una sana convivencia, es necesario que haya un entendimiento entre ambas partes y conversar para llegar a un acuerdo.

Lo importante es no centrarse en aquello que creemos que el otro debería cambiar y mejorar, sino más bien aceptar lo diferente como un recurso para crecer usted como persona. No aceptar, eso sí, lo que vaya en contra de su integridad.

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