Wonka, los inicios del dueño de la Fábrica de Chocolates, llega a las salas de cine con muy buena puntuación

Siempre excéntrico, siempre misterioso, pero fantástico por donde se le mire. Hay quien recuerda a Willy Wonka como Gene Wilder, protagonista en la película de 1971, con un presupuesto de US$ 3 millones, o como Johnny Depp, en la versión de 2005, con una inversión de US$ 150 millones.

Ambas están basadas en el libro de Roald Dahl, creador del universo La Fábrica de Chocolates, a quien también se le encargó la escritura del guion de la primera cinta de este personaje; sin embargo, otra persona también fue contratada para hacer una reescritura sin acreditar. En contra de los deseos de Dahl, se realizaron cambios en la historia que llevaron a este a repudiar el filme, aunque la audiencia lo adoró.

Años después, una nueva producción llegó, esta vez bajo el lente (un poco oscuro, por lo general) de Tim Burton, y uno de sus favoritos colaboradores, Depp, la cara que recuerdan las generaciones nacidas desde los años 80 en adelante.

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El del nuevo mileno es un desarrollo que tardó más de 20 años, y en el que Warner Bros. cedió a los herederos de Dahl el control artístico del proyecto, y antes de la participación de Burton estuvieron involucrados otros directores como Gary Ross y Martin Scorsese.

La película fue un éxito de crítica y de taquilla, logrando una recaudación mundial de US$ 475 millones.

Casi dos décadas después, es tiempo para un tercer chocolatero, esta vez más fresco y juvenil, que responde a la tendencia de Hollywood de contar todo desde el principio, para sacar mejor provecho de las cosas que se han hecho bien.

Protagonizada por Timothée Chalamet, este vívido e ingenioso espectáculo de pantalla grande dirigido por Paul King, presentará al público a un joven Willy, repleto de ideas y decidido a cambiar el mundo con un delicioso bocado a la vez, en una producción que costó US$ 125 millones, que se llama Wonka (sin Willy, ni fábrica de chocolates) y que ya está en las carteleras de cine del país.

“Esta es una película alegre. Se trata de llevar una luz a un mundo que la necesita desesperadamente, al menos así es como yo lo leo. Cuando era un joven actor, las cosas que más me atraían eran las que suponían un reto emocional. Ya fuera por una noción de vanidad o por tener la necesidad de expresar qué sentía, pero eso era lo que resultaba atractivo”.

Contó que cuando leyó el guion, sintió el desafío teatral desde el punto de vista del canto y del baile. Pero, cuando piensa en el tema central de este filme, lo describe como “una declaración de que compartir con amabilidad y desde el entusiasmo es trazar un camino para avanzar, no solo para uno mismo, sino para quienes nos rodean. La historia trata sobre la importancia de hacer comunidad. Y sobre una comunidad que sobrevive en espacios de erosión”, explica el intérprete franco americano.

Sally Hawkins, de La Forma del Agua, da vida a la mamá de Wonka, un rol decisivo en el deseo del pequeño Willy de llevar felicidad al mundo. “Ella le infunde fuerza sostenida por un amor tan profundo y feroz. Le inculca no abandonar nunca el sueño, ni olvidarse de so mismo. A escuchar la atracción del corazón, porque nunca te llevará por mal camino. Todo lo que necesitas es amor. Creer. Aferrarte a tu propia verdad. Confiar en eso, confiar en uno mismo. Fe en tu capacidad y visión. Guiados por el amor, seguir el dictado del corazón. La magia existe en lo cotidiano”.

La actriz asegura que “los libros de Roal Dahl lo eran todo, aún lo son y siempre lo serán. Su obra, su escritura, es siempre inspiradora y emocionante. Lo encontré por mi cuenta, es decir, no estaba en un programa escolar y volvía muchas veces a buscarlo, porque podía perderme en sus palabras, en sus mundos. Escribió como un poeta”.

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Uno de los nombres que más destaca en el reparto es el de Hugh Grant, aunque en esta ocasión aparece en pantalla un poco más pequeño y verde, como un Oompa Loompa. “Cuando el director me contó que estaba trabajando en Wonka, me explicó lo mucho que le gustaban los Oompa Loompas, sobre todo por ser tan desagradables. Me dijo: ‘Siempre que pienso en alguien muy cascarrabias y desagradable, pienso inmediatamente en ti’. Ese fue su argumento”, comentó el actor.

Frente a la posibilidad de representar a estos seres, importados por Willy Wonka directamente desde Loompaland, Grant cuenta que pensó: “‘¿Cómo puedo hacer que esto sea diferente?’. Definitivamente, la clave era mantener la negatividad y la ira, el elemento del viejo cascarrabias del Oompa Loompa. Esa es mi especialidad. El Oompa Loompa de esta película está impulsado por esas cosas, pero también por una especie de tristeza y soledad. Ha sido condenado al ostracismo, expulsado de su tierra natal y de su tribu por defraudarlos. Y tiene la misión de intentar recuperar sus favores”.