TELEVISIÓN
La suerte de 'la fea' que cambió la vida de Ana María Orozco
El 13 de junio, Ana María Orozco llega a la serie ‘No olvidarás mi nombre’. En teatro sigue la fiebre por ‘Yo soy Betty, la fea’.
Hace diez años fue la última vez que Ana María Orozco participó en una producción para la televisión colombiana. Fue en la serie ‘Mujeres Asesinas’, en la que se relataban historias que se desarrollaban en un episodio.
Más adelante participaría en la adaptación latinoamericana de ‘Amas de casa desesperadas’, que se grabó en Argentina, pero desde Ecomoda, la serie que nació de ‘Yo soy Betty, la fea’, no participaba en una producción colombiana de largo aliento, hasta que el año pasado fue llamada por Fernando Gaitán para que hiciera parte de ‘No olvidarás mi nombre’, la serie de la idea original de Gaitán que el Canal RCN estrenará el próximo 13 de junio a las 9:00 p.m.
Allí interpreta a Mónica Zapata, una mujer de clase alta, ajena a toda la violencia y el conflicto que se ha presentado durante décadas en el país, hasta que vive el flagelo del secuestro de un ser querido.
Ana María Orozco no lo dudó, empacó maletas y dejó, por un tiempo, su vida en Argentina, para radicarse en Colombia sin saber que una grata sorpresa la estaría esperando a su llegada.
Cuando la actriz y productora teatral Natalia Ramírez supo que Ana María estaba de vuelta en Colombia, vio que era su oportunidad para retomar una vieja idea que la acompaña desde el momento mismo en que terminaron las grabaciones de ‘Yo soy Betty, la fea’, llevar la historia al teatro.
Así, en una noche reunidos con buena parte del elenco original, se gestó la idea de hacer la obra teatral, que cumplió su primera temporada en Bogotá con gran éxito y que a partir de julio recorrerá el país.
Entre sus personajes de Mónica Zapata y Beatriz Pinzón ha pasado Ana María el último año en su reencuentro con la actuación en Colombia. Ahora está a punto de viajar a Argentina para descansar, retomar fuerzas y volver a las tablas con ‘Yo soy Betty, la fea en teatro’.
¿Cómo va ese regreso a la televisión?
Ha sido maravilloso, estoy feliz. Hace tiempo tenía ganas de trabajar en Colombia. Había hablado de ello con Rodrigo Triana, con quien hicimos un corto en Buenos Aires, y quedamos con muchas ganas de volver a trabajar juntos, pero en su momento no pude. Ahora se dio la oportunidad de hacer un personaje en una serie con una historia maravillosa. Era el momento y el proyecto justo.
¿Qué le interesó de la historia de ‘No olvidarás mi nombre’?
Es una historia muy importante para el momento que vive el país. Que lleve la firma de Fernando Gaitán influyó a la hora de tomar la decisión de aceptar este personaje y pasar una buena temporada en Colombia. Es una historia que nos toca a todos como colombianos, y una manera diferente de abordar este tipo de temas.
¿Difícil contar ese tipo de historias?
Como actores debemos abrirnos a todas las posibilidades, liberados de todo prejuicio para entender cada parte del conflicto, siendo un ejercicio que deberíamos hacer todos los colombianos, pero nos cuesta mucho, y eso hace más interesante la serie. Lo lindo de la historia central es que se habla del camino de la conciliación, en donde se encuentra la verdad y la perdón.
¿Cómo es Mónica Zapata, su personaje en la serie?
Es un personaje bien interesante porque pasa por varias instancias. Vive en la burbuja en la que habitan muchos colombianos que creen que el fenómeno de la violencia del país poco o nada tiene que ver con ellos, pero se va dando cuenta de qué tan involucrada está en el conflicto. Su toma de conciencia se da por medio del dolor y del sufrimiento, en un despertar a la realidad social muy dolorosa.
¿Cómo se dio la construcción de este personaje?
Hablamos con Fernando, los libretistas y leí muchas cosas, pero no siempre logras acercarte tanto a la realidad como cuando te encuentras con personas que han pasado por este tipo de situaciones.
¿Por ejemplo, con quiénes?
Grabamos en Méndez, un pueblo que queda a 40 minutos de Mariquita, Tolima, que ha sido devastado por el conflicto. Mientras grabábamos conocimos personas que se han visto afectadas por tantas décadas de sangre y dolor que ha vivido este país y en especial en las zonas rurales.
¿Qué dificultades encontró al interpretar al familiar de un secuestrado?
Nunca son sencillos los personajes, más cuando sufren mucho como el mío en esta serie. Te das cuenta que son de carne y hueso, que en muchos lugares del país, muchas mujeres han pasado por ese mismo dolor. Mi personaje es el reflejo del sufrimiento de muchos colombianos.
¿Cómo fue trabajar en ese personaje y en el de Betty al mismo tiempo?
Uno no termina de entender cómo lo logra y no sabemos cómo no terminamos un poco locos. Bueno, quizá sí terminamos un poco locos pero no nos damos cuenta hasta que entramos a terapia (risas).
¿Cómo fue la preparación para la obra de teatro de Betty la Fea?
Si bien en los ensayos fue rápido que retomamos los personajes y las relaciones entre ellos, esa química es única, una cosa era hacerlo para televisión y otra era hacerlo para teatro, trabajamos mucho en entrenamiento corporal. Como es un personaje que ya conozco bien, fue retomar a Betty como si no hubiera pasado el tiempo. Todo fue magia, con Mario Rivero que es un maestro, Fernando Gaitán a quien quiero mucho y el reencuentro con mis compañeros.
¿Y de quién fue la idea de reunirse de nuevo para llevar a Betty al teatro?
De Natalia Ramírez (la archienemiga de Betty). El año pasado nos compartió su idea, pero la tenía desde hace años. Juntarnos fue casi un milagro, después de tantos años. Al principio ninguno se lo esperaba, hasta dudábamos y nos entusiasmamos. El primer reencuentro fue emocionante y todo se concretó.
¿Haber interpretado a Betty cómo cambió su carrera y su vida?
Hice un personaje que tiene profundidad y es cómico. Aprendí mucho de este. Hubo mucha exposición y fama y eso me alteró un poco, estaba saturada y cansada; grababa 18 horas al día. Pero pude seguir haciendo mi vida y convivir con lo que generó la novela.
La verdad me tomó tan de sorpresa como a todos, no se nos había ocurrido volver a hacer estos personajes.
¿Entonces nunca pensó en que volvería a interpretar a Betty?
Cuando terminamos hace 17 años estaba la idea de llevar al teatro ‘Yo soy Betty, la fea’, pero todo quedó ahí, porque parecía que podría saturar al público, todo el éxito era muy reciente.
¿Y cómo fue el reencuentro en las tablas con sus compañeros después de más de una década?
Fue muy lindo, nos tenemos un cariño entrañable, somos una familia. Vivimos algo importante en nuestras vidas, eso nos va a marcar siempre.
¿Qué viene para usted?
Regreso a Argentina donde vivo hace muchos años, pero la idea es tener un pie allí y otro acá, que la casa sea más grande (risas), no quiero dejar de trabajar en Colombia, estar en tu país y trabajar aquí es hermoso.
¿Y ahora qué sigue para ‘Yo soy Betty, la fea’?
Terminamos la primera temporada en Bogotá, que fue más hermosa de lo que esperábamos, y ahora tendremos un pequeño descanso, para retomar la obra a mediados de julio, con una gira nacional que al parecer será extensa. Y se piensa llevar por Latinoamérica.
Betty, un fantasma
Como la pareja más “bizarra, extraña y curiosa que ha tenido la televisión colombiana”, definen Ana María Orozco y Jorge Enrique Abello la dupla que conformaron en la telenovela ‘Yo soy Betty, la fea’.
Ellos le atribuyen el éxito de la producción, que fue vendida a más de 180 países, doblada a 25 idiomas y tuvo cerca de 28 adaptaciones alrededor del mundo, a lo “atípicos” que eran sus personajes; la poco agraciada Betty que se enamora de su jefe, Armando, y él que no era precisamente un galán convencional.
Según Abello, “esa rareza pudo haber llevado a ‘Betty’ al éxito. Todos creemos que nos van a rechazar por esa razón, cuando es lo más bonito que tenemos lo que nos hace singulares”.
Pese a que Orozco ha estado radicada durante muchos años en el exterior, para hacer parte de algunas producciones argentinas y peruanas, nunca dejó de comunicarse con Abello, a quien considera como “un hermano mayor que la cuida y la divierte”.
Para ambos actores retornar a sus antiguos roles no ha sido tan fácil como muchos pensarían, porque dicen, “ya no tenemos la ligereza que tenían Armando y Betty hace 17 años”. Pero al final, admiten que vivieron sus papeles como si se tratara de la primera vez.
El propio Fernando Gaitán, creador de la idea original, considera que ha sido muy difícil montar su obra en teatro. “Durante muchos años traté de librarme del fantasma de Betty, yo la amo y estoy agradecido con ella, pero intentaba dejarla para sacar adelante otros proyectos, para no repetirme”. Así que, dice, no fue tan fácil empezar una nueva historia. “Pero luego entré con cierta facilidad a ese universo”.
Para que eso se diera fueron claves los actores, que se entregaron de nuevo a sus personajes, y así como Mario Rivero, el director, le imprimieron mucho humor. Y remata Gaitán: “nos conocemos perfectamente, sabemos lo que cada quien puede dar en escena, somos como los futbolistas que con la mirada ya saben lo que deben hacer”.
Amores y desamores
Ana María Orozco Aristizábal es hija del actor Luis Fernando Orozco y la locutora radial y ex reina de belleza Carmenza Aristizábal. Nació en Bogotá el 4 de julio de 1973. Junto a sus hermanas, la actriz y cantante Verónica y Juliana, licenciada en lenguas modernas, creció viendo la televisión como un espacio para desarrollar su talento.
Verónica describe a Ana María como su ejemplo “de amor, paciencia, entrega, e intuición. Ha sido mi consejera, mi amiga. En asuntos laborales, es mi guía. Me insiste mucho en seguir mi intuición a la hora de actuar. Siempre que tengo un casting o un papel nuevo la llamo y le pregunto cosas”.
Ella cuenta que siendo aún niñas, Ana María la subió a un clóset y la dejó allá por dos horas. Verónica, al ver que no se podía bajar, se puso a llorar y su hermana le dijo que mejor cantara para que se calmara. Las hermanas compartieron set en ‘Mujeres Asesinas’.
Ana María, quien perteneció al elenco de ‘Pequeños gigantes’, la serie infantil y juvenil de la televisión colombiana, pasó por Generación 21, Sangre de Lobos, La Potra Zaina, Almas de Piedra, Flor de Oro, O Todos en la Cama y en Tiempos Difíciles, donde compartió set con Julián Arango, quien más tarde se convertiría en su esposo.
Uno de sus personajes más recordados, antes de ‘Betty, la fea’, fue ‘La Vero’, una estrafalaria secretaria de ‘Perro amor’, que le valió el premio Simón Bolívar a Mejor Actriz de Reparto y el premio Shock a Mejor Actriz Juvenil. Por ese papel fue nominada a los TVyNovelas. Fue durante las grabaciones de ‘Perro amor’ que se casó con su compañero de elenco Julián Arango, quien interpretó allí a un mujeriego.
Se casaron e invitaron solo a sus amigos más cercanos. A ambos les ofrecieron participar en una novela escrita por Fernando Gaitán. No le importó a Julián raparse la cabeza para hacer de homosexual (Hugo Lombardi) en un proyecto que según sus amigos tendía al fracaso, solo por estar cerca a su esposa. Ya era la tercera novela que grababan juntos (Tiempos Difíciles, Perro Amor y Yo Soy Betty, la Fea).
Quienes estuvieron cerca de la pareja cuentan que Ana María empezó a eludir a Julián por un tercero, el fotógrafo Pedro Franco, a quien conoció en una sesión de fotos; tuvieron química y se convirtió en un secreto a voces. Diez meses después de su boda, ella y Arango se separaron.
“Julián suplicaba a la producción aplazar las escenas que debían grabar juntos. Y durante esas se convertía en un Lombardi que atacaba a Beatriz Pinzón Solano con insultos como: “Moscorrofio, fea, horrenda”. La rabia se le notaba al punto que más de una vez tuvieron que parar la escena porque ella se ponía a llorar.
Él pensó en renunciar a la novela, pero no lo hizo. Finalmente rehizo su vida y Ana María consolidó su relación de tres años con el fotógrafo, hasta que fue a ver a Nueva York a un músico argentino de jazz, Martín Quaglia, de quien se enamoró.
Dio a luz en Colombia a su hija Lucrecia el 11 de junio de 2004, un año después huyó de la fama para radicarse en Argentina, allí se casó con Martín y filmó la película ‘El ratón Pérez’. En 2012 se separó del padre de sus hijas, Lucrecia Quaglia, de 12 años y Mia Quaglia, de 7 años. Un año después, durante las grabaciones de ‘Somos familia’ formó pareja con Maxi Ghione.
Ella ha protagonizado el unitario argentino ‘Mi problema con las mujeres’ y la telenovela ‘Somos familia’, de Telefe; y la novela peruana ‘El regreso de Lucas’, junto a Salvador del Solar.