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Junto a Margarita Rosa de Francisco en la serie ‘La ranga’. | Foto: Especial para El País

Gerardo de Francisco, un hito del cine y la televisión en Colombia

El pasado 24 de noviembre, Gerardo de Francisco celebró su cumpleaños 80. Repasamos la vida de este hombre que se convirtió en un hito.

11 de diciembre de 2017 Por: Redacción de El País 

1. El ícono

Gerardo de Francisco tenía unos ocho años cuando le pidió a su padre un tiple, pero debió esperar hasta los 12 para recibir una guitarra. Era la década de los años 40 y Gerardo había crecido entre Cali y Ginebra, en el Valle del Cauca, oyendo los tiples, las bandolas y las guitarras de la música que habría no solo de oír sino de cantar e interpretar toda su vida. Ahora mismo, hoy, por ejemplo, es muy probable que Gerardo esté sentado en la sala de su casa en Bogotá, vestido perfectamente, una pierna cruzada sobre la otra, mientras de los parlantes del equipo de sonido brota una zamba argentina, o un pasillo ecuatoriano o un bambuco colombiano.

Hay ciertas cosas que simplemente no pueden explicarse. Gerardo lo plantea en esos términos. Tratar de encontrarle una razón a su vocación artística es vano: nació con él y ya, como un órgano más, como una característica de la sangre. A los 12 años era un virtuoso de la guitarra que podía dedicar perfectamente seis horas al día a ensayarla junto al profesor privado que su padre le había contratado. Entonces estudiaba en el colegio Berchmans en la mañana, llegaba a la casa, ejercía su vocación por las cuerdas de la guitarra y así iba consumiendo los días de su adolescencia.

Ahora que lo recuerda, su casa para esos días debía ser una especie de coro sin sincronía: su padre y su madre cantaban, y también algunos tíos maternos y él mismo no se cansaba de su guitarra. Su casa no tenía espacio para el silencio.

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Ahora que Gerardo tiene 80 años —los celebró el pasado 24 de noviembre — trata de repasar cómo fue el periplo que lo condujo de arquitecto a actor y músico. Resulta apasionante preguntárselo, porque cualquiera que conozca la trayectoria de su vida hasta el año de 1987 diría que Gerardo de Francisco, aquel hombre de cejas pobladas y mirada levemente somnolienta, casado con una reina de belleza, era un brillante arquitecto que fraguaba además una carrera como administrador público y cuya mayor afición era amenizar las noches de fin de semana y las fiestas de los amigos con su guitarra y su voz.

Sería muy fácil llegar a esa conclusión, pues hasta ese año Gerardo había sido el arquitecto graduado de la Universidad Javeriana de Bogotá, que había trabajado en la capital del país y luego se había convertido en el primer arquitecto del ingenio Río Paila, quien además había participado en la creación de Emsirva y fue nombrado por el entonces alcalde Emilio Sardi como primer gerente. Como parte de sus gestiones más visibles quedó el Zoológico de Cali, cuya idea fue concebida por él y cuyos recursos fueron conseguidos por él mismo. De modo que hasta ese año, 1987, Gerardo había forjado una brillante carrera como arquitecto y administrador. Pero aquel año significaría una especie de no-retorno que ahora, visto en perspectiva, había empezado en 1984 cuando Gerardo decidió crear 'El zaguán del viejo conde'.

La historia de aquel sitio, que estuvo ubicado en la Avenida Estación frente al comienzo de la Avenida Sexta, resume en cierto sentido la historia artística de la juventud de Gerardo de Francisco. En el colegio él había formado un pequeño trío musical junto a Rodrigo Guerrero, que años después sería alcalde de Cali, y a Néstor Londoño. El grupo se había encargado de amenizar fiestas y actos culturales en el bachillerato pero se fragmentó con el tiempo.

Así que el 22 de abril de 1984, cuando Gerardo tenía 46 años y era en cierto sentido una figura de la administración pública en Cali, decidió regresar a su vocación inicial y más definitiva: la música. Ese día abrió por primera vez 'El zaguán del viejo conde', un lugar dedicado a la música y a los amantes de la música andina, en donde se podía ver a algunos de los mejores exponentes del género en América que solían ser llevados por el propio Gerardo.

Él, sin embargo, no sabía entonces que tres años después aquel sitio sería el lugar en el cual se sellaría su entrada al mundo del arte: fue en una mesa de 'El zaguán del viejo conde' en donde Bernardo Borrero, uno de los directores y guionistas de televisión más importantes del país, le preguntó si le gustaría trabajar en una telenovela como actor. “Dígame donde le firmo”, le contestó Gerardo, y el lunes siguiente estaba en Bogotá listo para trabajar en una de las telenovelas más icónicas de la televisión colombiana: 'San tropel'.

No había ninguna razón para que Gerardo rechazara la oferta: es que actuar también era otra de sus vocaciones que lo había llevado a pertenecer al grupo de teatro de la universidad durante toda su carrera.
Luego vendría lo que hace parte de la memoria colectiva del país: las novelas 'Loca pasión', 'Azúcar', 'Café con aroma de mujer' o la película 'Golpe de estadio'. Cada una de esas novelas, escribió alguna vez el teórico de la comunicación y fundador de la escuela de Comunicación Social de la Universidad del Valle, Jesús Martín-Barbero, fueron definitivas para formar la identidad colombiana durante los años 80 y 90.

No sería exagerado afirmar, entonces, que la historia del hombre que cumplió 80 años el pasado 24 de noviembre es, también, un fragmento de la historia de todo un país.

2. El apasionado 

Gerardo recuerda ante todo aquellas interpretaciones en ‘Azúcar’, en donde fue Manuel María Solaz, el dueño del ingenio azucarero que se enamora de su sirvienta Sixtas Lucumí y concibe con ella un hijo mulato.
No es que extrañe necesariamente su trabajo como actor, del que se retiró hace siete años, sino más bien esa época dorada de la televisión colombiana que terminó por forjar parte de la identidad del país.
Gerardo dice que lo que más admira de la televisión en el país es su calidad técnica, que ha sido una de sus virtudes desde que se inició en los 70 y 80.

Lo que lamenta, continúa, es que en los últimos años esa televisión se haya dedicado a contar historias sobre los personajes que más mal le han hecho al país. “Tantas novelas sobre narcos hacen que uno extrañe esa época de ‘San Tropel’ o de ‘Café con aroma de mujer’, en la que se contaban las historias de la gente buena del país”.
Gerardo dice que entre las cosas que más hace ahora está ver televisión, así que cuando se pone los pantalones de un crítico, lo hace con propiedad.

Por ahora, aunque está al tanto de las producciones de los canales colombianos, prefiere ver documentales en History Channel o NatGeo.
O leer, también, sobre todo a Cervantes o a Neruda, a quienes ha seguido desde su juventud y leerá hasta que el tiempo se lo permita.
Pero sobre todo, por ahora, dedica cada una de las horas de su vida a la mujer que conoció hace casi 60 años mientras esperaba un avión que lo trajera a Cali, su Mercedes, a quien le suele cantar aquella zamba de Víctor Heredia en que se escucha esta estrofa:

Para estar con vos sin perder el ángel de la nostalgia
para descubrir que la vida da sin pedirnos nada y considerar que todo es hermoso y no cuesta nada.

Solo me hace falta que estés aquí con tus ojos claros...

3. El padre

Un día de 1958, Gerardo de Francisco esperaba por un avión en el aeropuerto de Bogotá que lo traería hasta Cali, cuando vio a la mujer que días antes había representado a Colombia en el concurso Miss América, Mercedes Baquero, junto a su madre.

Aquel día tuvo los arrestos para dirigirse a ella, para incluso invitarla a tomarse una gaseosa y para intercambiar los números de teléfono. Sin embargo, no tuvo todavía los arrestos para invitarla a salir. Ahora Gerardo lo recuerda: “ella para mí era un imposible. Era una reina de belleza y yo apenas un estudiante... Estaba muy lejos de mí”.

Luego, durante sus años en la Universidad Javeriana de Bogotá la volvió a ver, pero de nuevo allá, lejos, inalcanzable, hasta que en 1962, cuando Gerardo ya era un arquitecto recién graduado, volvieron a coincidir en una fiesta de la Universidad.

Fue diferente, por supuesto: él ya era un arquitecto promisorio con varias ofertas de trabajo y, sobre todo, con los suficientes arrestos para pedirle a la exreina de belleza que saliera con él.

Muy pronto se enteraron de que estaban hechos el uno para el otro y, luego de un noviazgo de 7 meses, se casaron en la capilla del Liceo de Cervantes de Bogotá, el 23 de febrero de 1963. Desde entonces el amor no se ha apagado, de hecho, las generosidades y las vicisitudes del tiempo se han encargado de hacerlo invencible.

Entre esas generosidades, sin duda, están los tres hijos de la pareja: Adriana, Margarita y Martín de Francisco.

Adriana, la mayor, es quizá la menos conocida. En los años 90 decidió junto a su esposo emigrar hacia Canadá, en medio de las convulsiones por la guerra contra el narcotráfico y contra las guerrillas. Margarita y Martín, sin embargo, del mismo modo que él mismo, han convertido sus vidas en fragmentos de la historia general de este país.

Ambos, a su manera, se convirtieron en referentes para generaciones de colombianos que crecieron viéndolos en las pantallas.

Gerardo dice que ambos son los herederos de su amor natural por el arte: ‘Márgara’, como le dice a la ‘Mencha’, solía cantarle canciones a los floreros, a las ollas, a las mesas, de la casa, y realizar actuaciones en medio de cualquier velada familiar.

Martín, por su parte, aprendió de él otras dos de sus mayores aficiones: la música y el fútbol.

“Yo iba con Martín a ver los partidos de fútbol del Deportivo Cali, porque por muchos años fui socio del equipo. Y los sábados, además, lo llevaba conmigo a unos partidos de rodillones que yo jugaba. De ahí le viene a Martín su afición por el balompié que es de verdad desbordada. Martín te puede decir la alineación de Inglaterra en el Mundial de España”.
Pero su mayor legado, dice, es moral: “les enseñé la limpieza de pensamiento, la rectitud y el respeto por todas las personas y, sobre todo, la verraquera y los huevos para hacer todas las cosas que se propongan hacer”.

Personajes

-Ramón Pardo, la ‘Dama de Troya’.
-Mario Miranda, en ‘Hombres’.
-‘El fantasma del gran hotel’: Gabriel Toro.
-Orlando Gutiérrez en ‘San tropel’.
-Ceferino Reina en ‘Sombra de tu sombra’

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